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Washington, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) Las protestas raciales en Ferguson y otras ciudades estadounidenses por la absolución del policía señalado como asesino del joven negro Michael Brown complican hoy la compleja agenda política del presidente Barack Obama.

A la batalla en el Congreso sobre puntos controversiales como el presupuesto gubernamental y la guerra contra el Estado Islámico, se suman ahora las manifestaciones en todo el país en rechazo a la decisión de un gran jurado de no acusar al agente Darrel Wilson, quien mató a plena luz del día a Brown, el pasado 9 de agosto.

Más de 60 personas fueron detenidas y otras 15 resultaron heridas hasta las primeras horas del martes en Ferguson, en Missouri, donde al menos una decena de negocios e igual cantidad de vehículos están dañados o destruidos por el fuego, según reportes de la policía local.

También se informó que una decena de vuelos fueron desviados desde el Aeropuerto Internacional de Lambert hacia aeródromos cercanos, debido a las restricciones emitidas para toda el área afectada por los disturbios. Las autoridades de Missouri aseguran que las actuales protestas son peores que las de agosto y amenazan esta vez con poner en peligro la temporada de ventas en los principales negocios con vista a las festividades por el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving Day) pasado mañana.

Según el diario local Saint Louis Post-Dispatch, el gobernador de Missouri, Jay Nixon, quien declaró el estado de emergencia, prevé que las tropas de la Guardia Nacional, arrecien sus acciones represivas, tras cambiar lo que sus jefes llaman «procedimientos operacionales», pese a los llamados a la calma hechos por Obama.

El alcalce de Ferguson, James Knowles, declaró que mantiene estrechos contactos con la oficina de Nixon para que los militares entren en acción lo más pronto posible.

Para observadores del tema esto se traducirá en un incremento sustancial de las actividades de fuerza contra los manifestantes.

La intervención de estas unidades, al igual que lo hicieron en agosto, pone en evidencia nuevamente el controversial asunto de la militarización de las agrupaciones encargadas del orden.

En ese sentido, el Departamento de Policía de Ferguson forma parte de un programa federal que distribuye centenares de millones de dólares en equipos de guerra a las fuerzas policíacas en Estados Unidos cada año, desde pistolas y fusiles automáticos hasta vehículos blindados como los que se usan en Afganistán.

La tendencia preocupante hacia la militarización permite a las agencias del orden catalogar a las personas de las comunidades como amenazas en lugar de percibirlas como ciudadanos que tienen derechos, destaca un artículo reciente del diario USA Today.

La muerte de Brown, un joven de 18 años pone al descubierto las heridas que persisten en la sociedad norteamericana en cuanto al racismo, ensancha la abultada lista de asuntos pendientes del gobernante demócrata y de hecho complica las ya maltrechas relaciones con el Congreso en las sesiones de cierre de esta legislatura.

Cuando tomen posesión las dos cámaras del Capitolio en enero próximo, dominadas por los republicanos, el partido rojo añadirá el escándalo de Ferguson y todo lo que esto impacta a nivel nacional, al ajuste de cuentas que tiene pendiente con Obama, a quien acusa de excesos en el uso de sus facultades ejecutivas.

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