Opinión

Las escenas se repiten cada año como si fueran calcadas, a los que observamos el comportamiento de los seres humanos con la curiosidad propia de los aficionados al estudio de la conducta, nos da la sensación de que a pesar de los avances en la ciencia y el conocimiento, somos ahora un mundo global manipulado tal como lo describió George Orwell en su famoso libro 1984.

En los Estados Unidos el fin de semana que comienza el último jueves del mes de noviembre, día en que simbólicamente los norteamericanos recuerdan sus raíces cristianas protestantes, también es el inicio de la temporada de compras navideñas, en un país, donde el consumo es lo que mantiene la marcha de la economía.

El llamado Black Friday es un fenómeno de la sociedad norteamericana y tiene su origen en la ciudad de Filadelfia en la década de los 50, cuando la hermandad de policías calificaba de ¨viernes negro¨al día en que miles de personas llegaban a la ciudad atraídos por la decoración de las tiendas, las ofertas de productos y el partido de fútbol colegial tradicional que enfrenta al equipo del Ejercito (Army) contra la Marina (Navy) el día sábado de ese largo feriado.

Es decir, como los policías tenían que laborar en turnos de 12 horas sin descanso, no podía tomar licencias para estar con sus familias y estaban saturados de trabajo, comenzaron a llamar a este día ¨viernes negro¨, aún con las connotaciones raciales que implica este calificativo.

El término lo asumieron los comerciantes de la ciudad, por las grandes aglomeraciones que se producían en las tiendas y poco a poco se extendió a todo el territorio de la Unión y ahora, para sorpresa de los que hace unos años, ni siquiera sabíamos que un día así existiera, se está haciendo una tradición en la República Dominicana.

El día de ayer, fue de intensa actividad comercial en las calles de Santo Domingo, la prensa matutina nos trajo las imágenes de colas de clientes ubicados en las puertas de las tiendas, algunos desde el día anterior, y hasta conatos de pleitos por entregarle al comercio un dinero, que probablemente ni siquiera tienen todavía.

Ahora, sobre lo que queremos llamar la atención, es como la realidad del consumismo individual ha sustituido la utopía del compartir los bienes, como ideal de vida de la sociedad moderna.

Hasta en China, país con el corazón a la izquierda y el bolsillo a la derecha, se han inventado un ¨día del soltero¨, en que se estimula a los compradores a hacerse regalos ellos mismos como forma de impulsar el comercio electrónico, no dudamos que en pocos años los dominicanos entraremos en el mismo juego consumista.

El ser humano tiene como meta, fruto de los estereotipos que nos venden las imágenes de la televisión y la radio, tener un estilo de vida que se fundamenta en el tener más que en el ser.

Eres lo que manejas, la televisión que tienes en tu casa, la ropa que puedes comprar, los zapatos que puedes calzar y la apariencia que el dinero ganado honrada o ilícitamente te puede proveer, lo que está dentro de tu cabeza no importa, porque por demás los otros, que son las personas para quien en realidad vives, no lo pueden ver.

Decía una vez el Presidente de Uruguay Pepe Mujica, que había vivido luchando porque los obreros de su país trabajaran menos, para que tuvieran un mejor nivel de vida y dedicaran más tiempo a sus familias.

Pero admitía su fracaso porque, después que el derecho a trabajar solo 8 horas por día se había conquistado, ahora laboraban dos turnos porque el dinero no les daba para pagar las cuotas el auto, el préstamo de la casa, las tarjetas de crédito y todo lo demás que ha sido agregado a la llamada vida moderna.

En nuestro país andamos por los mismo caminos, de nuestra parte no criticamos nada, ni estamos en contra de que los comerciantes ganen mucho dinero en navidad y el resto del año, después de todo, este es un componente importante del crecimiento de nuestra economía, hacemos un juicio crítico de la valoración que se nos da por lo que tenemos por encima de que lo importante, a nuestro juicio, es lo que somos.

Por nuestra parte, asumiremos la actitud del desparecido Facundo Cabral: ¨Me gusta salir a mirar aparadores, para darme cuenta de las cosas que no necesito¨.

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