Una infinidad de fuentes bibliográficas y testimonios de la tradición oral dominicana dan cuenta de que el Presidente Juan Bosch al salir del país en viaje de contacto con gobiernos amigos tras su triunfo electoral del 20 de diciembre de 1963, dejaba a su espalda un “hervidero” de conspiraciones, en las que incluso se contemplaba impedirle la toma de posesión como primer gobernante electo del país tras la dictadura de 31 año de Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Más de un investigador llegó a la conclusión de que con la Matanza de Palma Sola, que se llevó a su encuentro al general Miguel Francisco Rodríguez Reyes, se eliminó un obstáculo en la cristalización futura de las conspiraciones, por considerarlo un potencial aliado militar del Presidente Bosch.
Entre los encuentros más importantes de su periplo por el extranjero se recuerda su reunión en la Casa Blanca, en Washington D.C. con el Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, de quien obtuvo la promesa de contribuir con el nuevo gobierno en la instauración de la democracia dominicana.
“El que se va para Villa, pierde la silla”, decían aquí los amargados “tutumpotes” que fueron derrotados en las elecciones del 20 de diciembre, refiriéndose a la salida de Bosch del país. “Y el que de Villa viene, su silla tiene”, respondían jubilosos los seguidores del laureado político y escritor. El mismo estadista refería años después, que aunque populares, aquellas expresiones reflejaban el ánimo político que vivía República Dominicana después de los comicios.
A su paso por Nueva York, donde el Presidente se reunió con su hijo Patricio, que se encontraba estudiando en esa urbe, también visitó al derrocado presidente en el exilio Joaquín Balaguer, quien le habría revelado su dolor por las desconsideraciones sufridas de parte de las autoridades norteamericanas.
En la colección de discursos “De México a Kampuchea”, publicado en marzo de 1975, Bosch refería que Balaguer le contó en Nueva York que una noche “llegó a su apartamento en New York, muy tarde, como a las doce o después de las doce, y cuando metió la llave y abrió la puerta encontró que en la sala había dos hombres esperándolo, y que esos dos hombres eran dos agentes del FBI, que empezaron a esa hora a interrogarlo, y cuando Balaguer iba contándome esa escena, yo me iba poniendo rojo de indignación”.
El Presidente Electo le preguntó al ex presidente en el exilio, “y qué hiciste tú ante esa barbaridad”, y su respuesta fue, en medio de una sonrisa incalificable: “Adiós, ¿y qué iba a hacer? Responder a lo que me preguntaban”.
Ese mismo poder norteamericano que desconsideraba en Nueva York a ese ex jefe de Estado Dominicano, lo convertiría de nuevo en Presidente con las fuerzas de sus botas y metralletas en unas elecciones para impedir el triunfo electoral del propio Bosch.
Al asumir la Primera Magistratura del Estado el 27 de Febrero de 1963 Bosch mostró interés en que el pueblo dominicana comenzara a diferenciar la manera de comportarse un Presidente democrático del dictador que le gobernó durante más de treinta años.
Quien fundara luego el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) un 15 de diciembre de 1973 no quiso ser un “Monarca sin corona”, como define al dictador Trujillo en uno de sus libros el doctor Euclides Gutiérrez Félix.
Un destacado cronista de la época, a describir el acto de toma de posesión dice que el acontecimiento, “realizado en un ambiente de completa libertad, que ni el pueblo ni la juventud de esas generaciones habían presenciado, toda vez que el último presidente libremente elegido fue Horacio Vásquez en 1924, despertó grandes expectativas en la ciudadanía por la forma conciliadora en que Bosch se manejó durante la campaña política”.
Se destacó que en la ceremonia “Bosch rompió el tradicional el tradicional protocolo: en lugar de hacerlo en el Salón de la Asamblea Nacional, como lo habían hecho sus antecesores y posteriormente todos los que le han sucedido en el cargo, dispuso que la celebración se llevara a cabo en la parte frontal del Palacio del Congreso para diferenciarse de Trujillo y bajar al pueblo pobre”.
Invitados de la categoría de Rómulo Betancourt, presidente de Venezuela; José Figueres, presidente de Costa Rica; Luis Muñoz Marín, gobernador de Puerto Rico; Lindon B. Johnson, vicepresidente de los Estados Unidos y Carlos Prío Socarrás, junto a otros líderes latinoamericanos presenciaron la ceremonia.
Un autor sin cercanía política con el gobernante, el escritor y jurista Víctor Gómez Bergés, dice que Bosch, una vez juramentado, adoptó un estilo “desprovisto de solemnidad”, desplazándose en “un modesto carro Pontiac verde con placa privada y prácticamente sin escolta militar, en un gesto muy bien visto en democracias como las de Costa Rica y Chile, pero que no atraía al pueblo dominicano”, que en su opinión, estaba acostumbrado a que los presidentes demostraran poder.
Califica el histórico acto de toma de posesión de Bosch como “una amplia manifestación de solidaridad internacional y apoyo al nuevo gobierno lo que le permitía iniciarse bajo los mejores auspicios”, amenazado sin embargo, por “la ponzoña de la conspiración, fruto de la inconformidad y frustración de los sectores derrotados”, que “tan pronto se instala el nuevo gobierno, continúan tenaceando las nacientes instituciones democráticas”.
Las conquistas ciudadanas, sociales e infraestructurales del primer gobierno democrático post Trujillo fueron infravaloradas durante muchos años por los adversarios políticos de Bosch, muchos de los cuales trataron de llevar a la conciencia de las nuevas generaciones la idea de que se trató de una gestión fallida sin conquistas tangibles para la población.
No obstante, en el libro ¿Cómo fue el Gobierno de Juan Bosch?, de la autoría del licenciado Felucho Jiménez, miembro del Comité Político del PLD, el lector se encuentra con un recuento de las obras iniciadas y terminadas, así como los proyectos de desarrollo enviados al Congreso durante los meses entre febrero y septiembre de 1963, con financiamientos superiores a los RD$300 millones, que entonces eran equivalentes al mismo monto en dólares norteamericanos.
Con datos tomados cronológicamente de los periódicos El Caribe y Listín Diario, únicos matutinos que se publicaban entonces en la capital dominicana, las iniciativas iban desde plantas termoeléctricas, presas hidroeléctricas, como las de Tavera y Valdesia, acueductos, carreteras, puentes, caminos vecinales, hospitales, escuelas, complejos habitacionales y distribución de tierras para la agricultura entre otros proyectos.
En el recuento de actividades encabezadas por el Presidente Bosch se observa que la mayoría estaban dirigidas a los sectores Salud, Educación, Energía, Vivienda, Producción Agropecuaria, Agua Potable y de Riego, así como el transporte, terrestre, marítimo y aéreo.
Los periódicos del 2 de septiembre, según la obra de Jiménez, publican la información de que 166 mil 47 niños habían sido vacunados en la ciudad de Santo Domingo contra la poliomielitis.
Jiménez rebate la idea, bastante promovida también en los corrillos políticos, de que Bosch no hizo lo suficiente para mantenerse en el poder, la que define como sesgada, debido a que el suyo no fue el único régimen que no vio feliz conclusión en aquella convulsa etapa dominicana.
“Pareciera que nadie recuerda que al morir Trujillo quedó como presidente Joaquín Balaguer. A Trujillo lo ajusticiaron el 30 de mayo de 1961 y el 19 de noviembre tuvieron que salir del país los remanentes del régimen trujillista, y se formó entonces el Consejo de Estado, presidido por Balaguer. A los 63 días, el 21 de enero de 1962, el presidente Balaguer tuvo que pedir protección a la Nunciatura, que es la embajada del Vaticano, para salir entonces hacia el exilio por espacio de cuatro año y medio”, refiere el autor.
Refiere que tras el derrocamiento de Bosch, el primer presidente de facto fue Emilio de los Santos, quien renunció, y el sucesor Donald Reid Cabral, fue depuesto por la Revolución Constitucionalista del 24 de abril de 1965. En tanto que, tras los 12 años de Balaguer, el presidente Antonio Guzmán se suicidó antes de entregar el mando al presidente electo Salvador Jorge Blanco, y éste último salió del país como prófugo de la Justicia, después de pasar el mando nuevamente a Balaguer en 1986.
También comenta la socorrida tesis sobre la falta de memoria histórica del pueblo dominicano, lo que permite que cualquier campaña sin base objetiva pueda ser vendida como una verdad.
“Si nuestro pueblo no tiene memoria histórica es porque los hechos, importantes o no, dejan poco sedimento social y cultural, no son asimilados, de ahí que a lo largo de su historia, es frecuente encontrar los mismos errores en diferentes momentos”, sostiene Jiménez.
El 24 de septiembre de 1963, los mismos periódicos reseñan la entrega de 60 mil tareas agrícolas entre campesinos de Nagua a través de Instituto Agrario Dominicano (IAD) por disposición del Presidente Bosch. Un día después se produjo el golpe de Estado militar que despojó al pueblo dominicano del primer gobierno que se dio en las urnas tras la decapitación de la dictadura trujillista.
Estudios elaborados con rigor científico y auténtica pasión por la verdad histórica ubican en aquel golpe de Estado uno de los gérmenes fundamentales para un cambio ideológico profundo en las ideas de reivindicaciones sociales del presidente derrocado, que tras otros acontecimientos históricos, le llevaron a renunciar del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).