Opinión

El jueves de la semana pasada falleció, en Santiago, José Armando Bermúdez Pippa, conocido con el apodo popular y familiar de “Poppy”, extraordinario ser humano excepcionalmente inteligente, coherente, solidario y amigo que llenó una página hermosa en la existencia de su vida, que honra y llena de orgullo no solamente a su familia, su esposa y sus hijos, ya que ese estado de honor y orgullo, alcanza también a quienes fuimos beneficiados de su amistad durante los largos años de su vida. El autor de esta columna, está entre esos amigos, más que amigos, realmente familia de Poppy, que desempeñó un singular y apreciable papel como ciudadano no solamente de Santiago, sino también de todo el pueblo dominicano. Poppy, fue un triunfador como hombre de negocios graduado en 1950 de administrador de empresas en los Estados Unidos de América, incorporándose de manera inmediata a trabajar en la licorería de la familia, en la que había sido desde niño mensajero mientras estudiaba en la escuela primaria y luego en la secundaria.

Conocí a Poppy Bermúdez en Montecristi, si mal no recordamos en el año 1950, cuando perdió la vida ahogada en las aguas del río Yaque, en La Cruz de Palo Verde, la joven adolescente Estela Bermúdez, hija de Soto Bermúdez, tío de Poppy y padre del apreciado compañero Marcelo Bermúdez. Era la época en que existían en la provincia de Montecristi, las plantaciones bananeras de la United Fruit Company, poderosa empresa agrícola, la más grande del mundo, que se conocía en nuestro país con el nombre de División Berlanga, propiedad de la compañía Grenada Company, que se había establecido en los primeros años de la década de 1940. Esa tragedia enlutó a la familia Bermúdez, de gran influencia económica en Santiago y en toda la República.

El autor de esta columna, apenas tenía catorce años de edad y residía en ese lugar desde el año de 1946, cuando nuestro padre, militar que había pertenecido a las filas del Ejército por más de veinte años, fue cancelado en su rango de capitán jefe de instructores de esa institución armada, por órdenes expresas de Trujillo, que por chismes y quejas de su hermano Aníbal, había sido señalado como “hombre peligroso”, que debía ser vigilado por su extraordinaria influencia, ganada como instructor desde los veinte dos años de edad en la carrera militar. La muerte de Estela, es el recuerdo de referencia que tenemos porque uno o dos años después la amistad con Poppy, se profundizó y nos presentó luego a un joven contemporáneo de él, que pertenecía a otra familia de gran prestigio en Santiago, que respondía por el nombre de Guillermo León.

Se fue Poppy, cumpliendo un mandato inevitable de la vida y deja en el recuerdo el ejemplo de un ser humano noble, abierto y sensible a todas las actividades humanas que lo convirtieron en un instrumento de desarrollo social y económico con actitudes valientes, firmes y frontales en la vida política de la nación, en momentos de extraordinaria importancia como fueron los acontecimientos que se desarrollaron a partir del 16 de mayo de 1978, cuando se celebraron elecciones presidenciales en todo el país. ¡Adiós Poppy!, los matices profundamente humanos y solidarios de tu personalidad, consecuentes, que te hacían un hombre distinguido no podrán ser borrados jamás, ni siquiera por el paso del tiempo, en el recuerdo de nuestro pueblo.

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