Uno de los acontecimientos más importantes desde el punto de vista ideológico en el siglo XX, se produjo en 1979, cuando un clérigo musulmán, exiliado en Francia por el régimen pro occidental que gobernaba Irán, asumió el poder a raíz de una revuelta popular promovida desde las mezquitas y encabezada por los ayatollahs, que para la rama chiíta del islamismo significa ¨signo de Dios¨.
Ruhollah Jomeini, un ayatollah que se convirtió en el enemigo más encarnizado de la dinastía que gobernó Irán, inició con su ascenso al poder un movimiento político religioso que ha sido clave en la geopolítica mundial hasta el día de hoy.
Su propósito era la sustitución del régimen pro occidental de Muhammad Reza Pahlevi, apoyado y vendido al Gran Satán de los Estados Unidos, por una república Islámica donde se establezcan las leyes de la tradición musulmana.
Idealizaba la creación de un país gobernado de acuerdo a las antiguas leyes religiosas escritas en el Corán, donde por ejemplo, el líder religioso que gobernara no tendría temor en cortale la mano a alguien acusado de robo o lapidar a su mujer en caso de encontrarla fornicando.
En febrero de 1979 el Sha huye de su país y al volver Jomeini establece una teocracia fundamentalista que se convierte en el ejemplo ideológico desde el que surgirá todo un movimiento religioso que tendrá amplias repercusiones en el equilibrio de fuerzas políticas en todo el mundo musulmán y por lo tanto en el resto del planeta.
Lo que se produjo en Irán con la revolución de los Ayatollahs fue la construcción de una dictadura unipersonal alrededor de Jomeini, donde se tomaron medidas draconianas para obligar a la población a vivir de acuerdo a la interpretación chiíta del Corán en lo estrictamente literal.
Se contaron por miles los fusilamientos de colaboradores del régimen depuesto, sobre la base de que oponerse al nuevo gobierno era lo mismo que ir en contra del Islam y por lo tanto merecedor de una sentencia de muerte.
También se fusilaron a quienes se acusaba de ser homosexuales, mujeres adulteras, bebedores de alcohol y cualquier ciudadano que era sorprendido por la policía islámica de violar las leyes escritas en el Corán, podía sufrir largas penas en la cárcel.
El símbolo del enfrentamiento con occidente, lo constituyó la ocupación y secuestro del personal de la Embajada de los Estados Unidos en Teherán, que se resolvió después de casi dos años de mantener como rehenes a los diplomáticos norteamericanos.
La revolución de los Ayatollahs de 1979 fue el resultado de la conjunción de fuerzas políticas y religiosas en contra de la desigualdad y la pobreza en que mantenía la monarquía del Sha a ese país, a pesar del aumento de los ingresos nacionales por la explotación de los ricos yacimientos petrolíferos dentro de su territorio.
Hay que recordar el ambiente que se creó en 1973, cuando los países de mayoría árabe y religión islámica del oriente medio, realizaron un boicot en las exportaciones del crudo a occidente por el apoyo que dio Estados Unidos a Israel en la llamada Guerra del Yom Kippur.
La revolución islamica de Irán y el establecimiento de un gobierno teocrático se propagó como ejemplo a seguir en gran parte del mundo musulmán, ya que era un símbolo de la lucha contra el neocolonialismo y la explotación de los recursos naturales de esos países de parte de las compañías occidentales.
Esto tuvo una consecuencia importante en los países árabes e islámicos moderados, donde la mayoría de los partidos religiosos estaban fuera de la ley, por lo que pronto se constituyó un fuerte movimiento político que logró legalizar a los grupos mas fundamentalistas dominados por los imanes.
De algún modo, los movimientos laícistas de muchos países islámicos, fueron visto como parte de la estrategia neocolonial, por lo que países que, como Pakistán, habían hecho reformas para occidentalizarse, por la fuerza de la identidad religiosa tuvieron que agregar a sus leyes reglas coránicas, lo que constituyó un retroceso a los avances que se habían logrado.
Es decir, la fuerza de las masas con creencia religiosa común, se organizó en partidos que participaban en los procesos electorales y, con el pretexto de representar al Islam, ganaban elecciones y representación en los parlamentos y los gobiernos de una gran cantidad de países.
El movimiento fundamentalista islámico y la propuesta de gobiernos teocráticos, ha sido el resultado de múltiples factores que afectan a los pueblos que se ven identificados culturalmente por el Islam, que abarca un amplio arco de naciones que se inicia en Africa y termina en Asia.
Pero además la presencia de 1,200 millones de creyentes musulmanes distribuidos en todas partes del mundo, crea la necesidad de entender de donde surge este movimiento político religioso y cuáles son las condiciones que se producen para su multiplicación y expansión.
Sin dudas, la presencia de Israel como estado nacional en el oriente medio con las sucesivas guerras en 1948, 1967 y 1973, han sido un agente catalizador de la unidad entre las dos ramas enfrentadas del Islam, chiítas y sunitas, al identificar a un enemigo común.
El apoyo incondicional que han dado los Estados Unidos a la existencia del estado israelí y a la ocupación de los territorios palestinos, también ha servido para cohesionar alrededor de las ideas religiosas sobretodo a los países y movimientos árabes que reclaman en los foros internacionales, y con acciones terroristas, la destrucción del estado judío.
Pero además, los gobiernos laicos en los países islámicos son la representación de la pobreza y el atraso ancestral que es característico en estas naciones, antes que progreso material, a pesar de los enormes ingresos derivados del petróleo, los jóvenes, que es la mayoría de la población en esos países, expresan su frustración con la falta de oportunidades de sus sociedades, adhiriéndose a grupos radicales que tienen como denominador común la creencia religiosa.
Es decir, el resurgir de los movimientos religiosos en el mundo islámico a partir del ejemplo dado por irán en 1979, es mas el resultado de la exclusión, la desigualdad y la pobreza, antes que en un fortalecimiento en las creencias que predicó Mahoma.
¿Guerra de civilizaciones?
En 1993 el escritor y analista norteamericano Samuel Huntington escribió un artículo, que después amplió los conceptos en un libro, donde planteaba que el final de la Guerra Fría era al mismo tiempo el límite que había tenido la lucha ideológica y que eso sería sustituido por conflictos entre civilizaciones, las cuáles podían ser identificadas por sus creencias religiosas.
Lo cierto es que la religión se ha puesto de moda, como motivo de lucha política, a partir de la década de los noventa, como si los seres humanos necesitáramos una causa permanente por la cual luchar y dividirnos.
Han surgido movimientos integristas islamicos, judíos y cristianos que han desplazado la discusión ideológica hacia ámbitos mágico religiosos donde el dogma y el enfrentamiento es inevitable.
Sin embargo, de todos, el movimiento islámico integrista es el mas visible y el que tiene mayor fuerza política real, ya que ha sido capaz de, en unos casos, imponerse por la fuerza y en otros ganar elecciones participando en procesos democráticos.
Ahora no hablamos de movimientos terroristas o que hacen culto de la muerte de los que no se adhieren a sus creencias, esos son extremistas que pueden existir en cualquier movimiento religioso o político, sino de grupos organizados alrededor de la cultura heredada a través de una creencia común que homogeniza sociedades dispersas, donde la mayoría de la población subsiste en medio de la miseria y las necesidades.
El movimiento islámico en su forma mas pura es principalmente político e ideológico, además de que funciona como una referencia histórica a estados nacionales que hasta hace muy poco tiempo habían sido víctimas del colonialismo occidental.
La mayoría de los estados donde el islamismo es la religión mayoritaria, son parte del mundo subdesarrollado, donde el Islam es la forma mas culta e integradora de toda la sociedad hacia metas específicas de desarrollo.
Es lo que ocurre en Turquía, probablemente el país con mayor grado de desarrollo de todo el mundo islámico, que recurre a la sustitución, por medio de unas elecciones, de un gobierno laico, para votar a un partido que propone una vuelta a rasgos teocráticos de gobierno, como una forma de mantener la unidad de las etnias que conforman ese estado nacional.
El fenómeno de la globalización del comercio, la movilidad de las poblaciones, la expansión de la internet y otros fenómenos propios del siglo XXI, han provocado en muchas sociedades movimientos de protección ante la evidente tendencia hacia la occidentalización de sus costumbres y culturas.
El islam recurre al fundamentalismo para protegerse del cristianismo, los cristianos se hacen mas fundamentales y creyentes como protección contra el islamismo, el hinduísmo y otras religiones orientales, y así sucesivamente.
Lo cierto es que los países islámicos han encontrado en el fundamentalismo religioso la respuesta ante el fracaso de los distintos modelos de desarrollo al que han apostado durante años.
Fracasó el modelo nacionalista que planteó Gamal Abdel Nasser en Egipto, también fracasaron los intentos de implantar el modelo socialista soviético en varios países árabes y persisten los problemas de salud, vivienda, empleo, pobreza y necesidades, sin que haya un modelo económico que represente una salida.
Por eso surgen estos movimientos nacionales religiosos que buscan respuesta a una situación estática que antes que abrirlas, cierra las puertas del desarrollo y del progreso.