Hace algunos años estuve en la fronteriza provincia de Dajabón y fui testigo de un desordenado esfuerzo por mejorar las condiciones de vida de los pobladores dominicanos y haitianos que viven en los alrededores de la imaginaria línea que separa a la República Dominicana y a Haití. El esfuerzo se concentraba en un improvisado mercado en el que vendedores y compradores se tomaban, literalmente, cada pulgada de calles y aceras para demandar y ofertar toda suerte de productos y servicios sin el más elemental sentido del orden, la higiene y dignidad humana.
El mercado me mostró que la imaginaria línea fronteriza, tenía sin embargo, candados para las vías Este/Oeste y marcos sin puertas para el camino opuesto, lo que vi agravarse años después cuando el terremoto que sacudió a Haití, que vino a empeorar las condiciones surrealistas en que vive aquel pueblo como consecuencia de la explotación a que ha sido sometido por depredadores nacionales y ultramarinos, creó estampidas que hincharon las entradas hacia la patria del cada vez más caricaturizado Juan Pablo Duarte; joven de sueños que quieren hacer lucir como desfasados proyectos que se pudren en el anacronismo de una soberanía oxidada.
En aquel mercado, el peso y el gourde, las pacas de las donaciones y los productos agrícolas e industrializados de República Dominicana, se conjugaban con el castellano, el criollo haitiano y un coctel de olores desagradables, solo superados por los que detalla Patrick Süskind en su novela “El perfume”, cuando describe el lugar donde nació Jean-Baptiste Grenouille, personaje central de su historia. Pero la realidad de aquel culto al subdesarrollo la vi diferente en un documental producido, escrito y dirigido por Walkiria Almonte.
Almonte, quien es directora de World Television y profesional de alto nivel, nos entera con su documental de los cambios que se produjeron en aquel mercado, gracias a la intervención de la UE. Ya las calles no son escenario de desorden, pues la construcción de una estructura acorde con las necesidades propias de un gran centro de abasto, trajeron cierta tranquilidad al pueblo, realidad palpable, independientemente de que se reclame que el mercado funcione del lado haitiano.
El documental mereció el premio “DEVCO comunication Awards 2013” que otorga la UE. De acuerdo al periódico Diario Libre, hubo una “preselección por parte de los funcionarios europeos en la sede y las delegaciones representadas por los 130 países participantes, escogieron el documental dominicano: «Mercado Binacional», que ganó la primera ronda del premio de América Latina y el Caribe, para pasar luego a la competencia final, participando con documentales de Egipto, India, Senegal, Indonesia, Namibia, Filipinas, Ucrania y otros, obteniendo el máximo galardón.”
Conociendo las condiciones profesionales de Almonte, no me sorprendió el galardón por un documental que te toma de la mano hundiéndote en el contexto socioeconómico, cultural y político que separan a ambas naciones, para llevarte, sin desperdicio, entre voz en off, música e imágenes, hacia el objetivo de mostrarnos el cambio, siempre con respeto a la dignidad de ambos pueblos.