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Washington, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) El informe presentado hoy en el Senado estadounidense acerca de los programas de torturas de la CIA, superó los cálculos de quienes esperaban escuchar testimonios desagradables sobre los métodos de esa agencia de espionaje para obtener información.

Al leer una versión pública del reporte, la legisladora demócrata Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, señaló que los interrogatorios fueron más brutales de lo previsto y constituyen una mancha «en los valores de los estadounidenses».

Poco después de conocerse el informe, un editorial publicado en el sitio digital del diario The New York Times afirmó que la denuncia «es una muestra de depravación difícil de comprender y mucho más difícil de digerir».

Según el rotativo, esto sucede a pesar de que el mundo conoce hace tiempo que el Gobierno de Estados Unidos detuvo ilegalmente y torturó prisioneros tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y que mintió al Congreso y al mundo sobre ese tema.

La pesquisa mostró que, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y con la anuencia del entonces jefe de la Casa Blanca, George W. Bush, la CIA mantuvo a más de un centenar de prisioneros en centros clandestinos, quienes fueron sometidos a crueles formas de interpelación.

Los republicanos han hecho todo lo posible por dilatar la publicación de este documento, con el pretexto de que su contenido pudiera estimular acciones terroristas contra ciudadanos e intereses norteamericanos en ultramar.

La investigación comenzó en 2009 y tres años después los responsables de la indagación emitieron un informe de seis mil 300 páginas y más de 35 mil notas al pie, pero las presiones de directivos de la comunidad de inteligencia hicieron que finalmente solo se hiciera público un resumen ejecutivo con muchas partes censuradas.

Durante el desarrollo del proceso investigativo, la CIA estableció un centro, con sus propias computadoras, en las instalaciones del Senado para que los asistentes de los legisladores revisaran de forma segura más de seis millones de páginas de documentos secretos relacionados con el escándalo.

Esta medida provocó nuevas dilaciones en la terminación del reporte, pues varios senadores demócratas, incluyendo la propia Feinstein, denunciaron que empleados de la CIA accedieron sin permiso a las computadoras de quienes participaban en la pesquisa.

Al mismo tiempo, algunos republicanos miembros del Comité de Inteligencia de la Cámara alta se retiraron de la investigación en protesta por supuestas interferencias del Departamento de Justicia.

En diciembre de 2012 los investigadores concluyeron su trabajo y solicitaron los puntos de vista de la Casa Blanca y la CIA al respecto, pero esta última demoró más de seis meses en dar su versión, y en junio de 2013 envió un memorando que ponía en evidencia partes importantes del texto senatorial.

El documento parecía estar listo para su divulgación en agosto pasado, pero la dirección de esa entidad de espionaje solicitó la exclusión de algunas partes con el pretexto de proteger la identidad de algunos de sus oficiales cuyos nombres salieron hoy a la luz pública.

En las últimas semanas, varios exmiembros de la CIA realizaron una campaña en diversos medios de prensa para desacreditar los argumentos presentados por Feinstein, incluso sin conocer detalles del texto, en un intento desesperado por impedir el acceso del público a los hechos.

A juicio de la edición digital del diario The Hill, el informe del Comité de Inteligencia del Senado sobre la tortura, puso en evidencia un profundo abismo en la confianza entre la comunidad de inteligencia y los miembros del Congreso.

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