La desigualdad social que ahora se observa en naciones que fueron campeonas del neoliberalismo como Estados Unidos, Inglaterra y Chile y la añoranza por el estado de “bienestar social” que desmontó buena parte de los estados europeos, obliga a que casi 20 años después deba revisarse, hasta ajustarlo a los nuevos tiempos, el proceso de capitalización de empresas públicas de la República Dominicana.
Desde el 1996, cuando se consolida la apertura del mercado interno y el país opera la estrategia para globalizar la economía, nadie duda que hemos crecido promedio anual más del 6% del PIB, aún sumando el desastroso período 2000-2004, pero ha sido con inequidad social, lo que mantiene todavía muy alta la desigualdad.
La cautela con que la sociedad política con capacidad de decisión PLD, PRD y PRSC asumió la capitalización a finales del siglo pasado (debe recordarse que el PRD era ampliamente mayoritario en el Congreso) dejándose arrastrar por la ola privatizadora que todavía, aunque ya en la antesala del agotamiento, imperaba en toda la región, ha venido a justificarse hoy en día.
De haber sido extrema la privatización, la venta total de activos al sector privado, hoy no habría posibilidad de enrumbar de nuevo infraestructuras productivas que una vez fueron eficientes, y que pudieran hoy, con una nueva orientación, volver a serlo para reducir la desigualdad social.
Cercado por el cierre de fuentes de capital de los organismos multilaterales BM,BID y los Eximbank de sus principales socios Estados Unidos, España, Inglaterra, Japón y otros países y por el colapso de su industria azucarera, del sub sector eléctrico y de todas las empresas de CORDE, y agotada su capacidad de producción de oro y plata en yacimientos oxidados de Rosario Dominicanas, además de la presión de esos países abanderados del neoliberalismo, el Estado Dominicano se vio precisado adoptar una etapa intermedia, la capitalización.
A pesar de la falta de previsión con que se asumió la decisión de compartir en partes iguales la propiedad de la estructura de generación y distribución eléctrica y de las empresas de CORDE y de la concesión en arrendamiento de los ingenios azucareros y de los aeropuertos, el Estado preserva la mayoría accionaria de casi la totalidad de esos enclaves productivos y la propiedad total de las tierras e ingenios azucareros y de los aeropuertos.
La búsqueda de socios en el mercado local e internacional por parte de un Estado con inmenso patrimonioheredado de Trujillo, convirtió al país en el más importante destino de inversión de la región centroamericana y caribeña. Posición que todavía hoymantiene por otros atributos que se le han agregado, a despecho del BID que hoy asocia esa condición a la debilidad que le atribuye al modelo económico dominicano.
(En un reciente estudio sobre la economía dominicana realizado por expertos del BID, dado a conocer por su representante local, se afirma que el modelo dominicano basado en los últimos años en la atracción de inversión extranjera directa a través de incentivos fiscales y zonas francas, si bien genera tasas de crecimiento por encima de la media de Latinoamérica, no proporciona suficientes empleos de calidad que reduzca en forma considerable la pobreza y la desigualdad).
Si se analiza por sectores, se verá que con la capitalización se inició el traslado al país de grandes capitales en búsqueda de inversión en zonas que ya había sido probadas comoproductivas pero que habían caído en crisis de imposible recuperación con las fuentes crediticias internacionales oportunamente cerradas para forzar la privatización. Los resultados de toda la acción de asociación con el capital privado nacional y extranjero se pueden calificar de “agridulces”, pues si bien liberaron al Estado de una carga financiera de subsidios e inversión fuera de su alcance sin la ayuda internacional y atrajeron algunas inversiones que hoy son emblemáticas, incrementaron el desempleo y, por extensión, la desigualdad.
Recordamos que el sector azucarero estatal disponía de 11 ingenios y de más de cuatro millones de tareas y centenares de kilómetros de vías férreas. En algún momento de su máxima eficiencia, llegó a producir más de 830 mil toneladas. De esos ingenios, menos de la mitad estaban en producción y entre todos en 1995 entregaron menos de 150 mil toneladas métricas de azúcar, resultando que el financiamiento de las zafras por parte del Estado era mucho mayor que lo producido por las ventas de azúcar y melazas. El cuadro se repitió por tres años más hasta el arrendamiento de todos ellos, y todavía hoy persiste, aunque uno sólo de esos ingenios, el Barahona arrendado a un grupo norteamericano-guatemalteco-dominicano produce casi latotalidad de lo que producía toda la industria azucarera estatal de entonces. Entre arrendamientos pagados y participación de beneficios sólo en el ingenio Barahona, los ingresos superan los US$100 millones, aunque a costa de una mayor depredación de esas estructuras productivas y masiva pérdida de empleos.
En el sector eléctrico de propiedad estatal, la capacidad de generación operaba en un 50% con casi total deterioro de los grandes parques de Haina e Itabo (en Haina operaban tres plantas de las cinco existentes, gracias a que dos de ellas se desguazaban para mantener las otras tres, y las dos Itabos de 125 megavatios cada una generaban el 40% ). Las pérdidas de la energía servida con notable déficit respecto a la demanda, también sobrepasaban el 50% por fallas de facturación y cobro y por sustracción de grandes, medianos y pequeños usuarios. La capitalización se operó en generación y distribución. En generación se ha registrado más de US$2,000 millones de inversión, que se mantienen operando pero que han resultado insuficientes para afrontar la demanda y la eficiencia exigida. En distribución, donde se invirtió unos US$500 millones, el fiasco ha sido descomunal, pues no sólo hubo que devolver el capital invertido a Unión Fenosa y a los socios heredados de AES Corporation, sino que también completar unaconsiderable inversión que aquellas apenas iniciaron.
En lo que respecta a la manufactura, ninguna de las empresas de CORDE era eficiente o generaba beneficios al momento de la capitalización. Desde la época de los 10 años anteriores de Balaguer en el poder, todo el conjunto de industrias estatales tenía que ser subsidiado, incluyendo la Compañía Anónima Tabacalera que de monopolio cigarrillero pasó a ser minoritario. Hoy la mayoría de más de unadocena de esas empresas desaparecieron por inanición afectadas de una mezcla de incapacidad gerencial y también de recursos de capital o por la más evidente de todas las fallas: atraso tecnológico y deterioro de sus maquinarias e infraestructuras. Sólo para preservar la honra empresarial de los capitalizadores, que hoy seatreven a dar lecciones de capacidad de gestión, no obstante su manifiesta mala selección de los socios nacionales y extranjeros capitalizadores, sólo brilla de esas empresas públicas Molinos Dominicanos, que año por año reparte beneficios en partes iguales con el Estado. El capital atraído es de unos cuantos centenares de millones de dólares que no alcanzan para enjugar el sinsabor de la, en gran medida, frustrada experiencia.
En Chile todo se privatizó, desde las hidroeléctricas que es su principal fuente energética y las redes de alta tensión hasta el sistema de pensiones, menos los ricos yacimientos de cobre y sus plantas extractoras, convirtiendo a esa nación en paradigma de la privatización con su gurú Milton Friedman como principal asesor de todo el proceso. Hoy el Financial Times confiesa que existe preocupación en todo elmundo capitalista, puesto que Chile se había instituido en una especie de laboratorio del mercado libre, pronto a superar el estado de subdesarrollo y pasar a ser una nación capitalista.
“La razón de su preocupación es la administración de Michelle Bachelet, la presidenta de centro-izquierda. Durante los últimos ocho meses, ha promulgado 70 reformas, incluyendo un aumento de impuestos por $8 mil millones para apoyar una reforma educativa que busca expurgar incentivos de mercado de las escuelas estatales y eventualmente del cuidado de la salud y las pensiones también.
“El objetivo es crear el primer estado de bienestar social posneoliberal”, dice Fernando Atria, coautor de ‘The Other Model’ y un intelectual cercano al gobierno. “Es un sistema que reconoce los problemas del viejo estado de bienestar social, pero también el precio que se paga por corregir eso con soluciones neoliberales, como la desigualdad”.
“Conforme se ha vuelto una prioridad para el mundo desarrollado el equilibrar la prosperidad con la desigualdad, el último experimento económico de Chile sigue siendo de interés global, a pesar de que la economía del país es de solamente $350 mil millones y la población de apenas 17 millones,” dice la publicación del Financial Times.
Como se ha visto en este trabajo, los dominicanos no llegamos tan lejos como los chilenos que se nosadelantaron más de 30 años con la privatización, y por lo mismo estamos en condición inigualable para aprovechar sus experiencias.
Aquí la desigualdad social se refleja en hechos que son incontrastables como que el salario mínimo promedio nacional en 2011 era de US$148 mensuales, contra US$262 que era la media latinoamericana, lo que se agrava con una cada vez más numerosa población migrante haitiana que ofrece su fuerza de trabajo de manera informal en loscampos y ciudades.
De hecho, tenemos a las puertas las discusiones de dos indiscutibles reformas, los pactos eléctrico y fiscal, que deben abordarse sin más dilación, donde podríamos poner en ejecución un plan de acción que combate la desigualdad.
En primer lugar, está claro que debe aprovecharse el “pacto para la reforma del sector eléctrico” para no sólo consensuar un programa de expansión de generación, transmisión y distribución con participación aún más activa y específica en proyectos delsector privado en generación, sino también para modificar y actualizar, dándole más participación en las decisiones de las empresas de generación y a sus instrumentos reguladores, la Ley General de Electricidad.
En segundo lugar, el Estado preserva enormes cantidades de tierras con vocación cañera, que muy bien pudiera ponerlas en explotación si interesa a las dos grandes empresas nativas, Central Romana y Grupo Vicini, asociarse para su explotación racional y segura, aprovechando los accesos preferenciales a los mercados del azúcar y melazas de Estados Unidos y la Unión Europea. La demostrada incompetencia estatal, no aconseja proyectos propios, como intenta el CEA, que termina pagando el presupuesto público. En todo caso, también está abierta la posibilidad de atraer inversión extranjera calificada, cuidándose de no caer en los errores del pasado.
En cuanto al sector manufacturero relacionado con la antigua CORDE, todavía hay franquicias que se pueden aprovechar, destacando entre ellas las enormes reservas de yeso, salmineral y calizas de Barahona y Pedernales (Sal y Yeso Dominicanos) identificada como fuente ideal para un clúster minero no metálico con mercados que representarían miles de millones de dólares. Lo mismo otros pequeños clúster relacionados con mármol y piedra caliza en otras localidades del sur (El Pomier) y del Este.
En cuanto a los aeropuertos, numerosas denuncias relacionadas con sus formas operativas apuntan a una necesaria revisión de los contratos de arrendamiento, garantizando que se hagan las necesarias inversiones puntuales que nos mantenga como un destino seguro de visitantes, a una nación de demostrada vocación turística.
En estos últimos casos, debe revisarse el régimen de incentivos contenidos en la estructura fiscal del país, que para el año próximo superará los RD$200,000 millones, de tal manera de reducirlos a lo racionalmente aceptables y reorientarlos hacia estructuras productivas que incrementen el empleo y reduzcan la desigualdad.