Opinión

La tipificación penal de la interrupción del embarazo en el nuevo código procesal penal y la posterior observación por parte del poder ejecutivo han traído a la opinión pública un tema que debió discutirse hace mucho tiempo.

En las discusiones para crear la constitución del 26 de enero del 2010 se hizo un ensayo de la discusión a la cual nos referimos, pero la iglesia de forma terca, irracional y hasta anticristiana impuso la postergación del debate y logro incluir un artículo en dicha constitución, que bien podría interpretarse como contrarío al aborto terapéutico.

Y es que según cuenta la Biblia, Jesús no vino al mundo a imponer la salvación, sino, a sacrificarse por nosotros para que los seres humanos puedan salvarse. En pocas palabras Dios enseña los caminos, pero la elección es nuestra.

Y entonces yo me pregunto: ¿Si Dios no impone la salvación, por qué la iglesia quiere imponer su posición en torno al aborto?

Es muy importante que la iglesia se exprese y diga los motivos por los cuales entiende que el aborto no es de cristianos, pero más importante aún es, que los congresistas y el gobierno garanticen la libre discusión de este tema y no permitan que su discusión racional, sin pasiones, se vuelva a postergar.

Que se cuantifique el impacto para la economía de los embarazos en adolescentes; el impacto emocional de las criaturas de madres violadas, el impacto emocional de esas madres; la cantidad de abortos caseros y la cantidad de abortos practicados por inexpertos.

Luego que se cuantifique todo eso, entonces que tomen una decisión sin pasión.

Y de seguro los que son cristianos, igual que yo, seguirán en desacuerdo con el aborto pero no obligarán a los demás a pensar como ellos.

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