Opinión

Esta época del año es propicia para pasar balance al año que concluye, durante el cual, sin dudas, cada dominicano y dominicana ha enfrentado diversos retos y alcanzado importantes logros personales.

El país presenta importantes avances: una economía que mantiene un crecimiento constante e inclusivo, un Estado que aplica políticas de desarrollo para todos los sectores de la sociedad, especialmente para los más vulnerables, un sector privado que encuentra terreno fértil para las inversiones con responsabilidad social; y una población que aprovecha oportunidades de capacitación, empleo y generación de ingresos, para el desarrollo de la familia dominicana.

A nivel internacional las noticias también son halagüeñas. La caída de los precios del petróleo es el preludio de una reactivación decidida de la economía mundial, lo cual estimulará el consumo y, por ende, atraerá capitales a nuestro país. De igual forma, es de resaltar que este fin de año ha traído consigo una disminución en el tono bélico que generó la situación en Ucrania, Siria, Medio Oriente y otros países que están en conflictos.

Importante es resaltar, también, la decisión de los presidentes de Estados Unidos y Cuba, de iniciar un diálogo productivo que lleve al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, decisión que marca el inicio del fin de un capítulo nefasto en la historia del continente americano.

Estas noticias vienen acompañadas del dulce aroma de la esperanza, que nos invita a continuar transitando un camino de progreso, paz e inclusión social.

Este escenario nacional e internacional que se configura tenemos que impregnarlo de conceptos que promuevan los valores que tanto necesitan la República Dominicana y el mundo, porque así aseguramos el impacto en el tiempo de las acciones que emprendemos y que las mismas configuren una sociedad mejor.

Esta época es una invitación a propiciar la solidaridad, el respeto y la capacidad de concertación, claves para un mundo de mayor confraternidad, que es una aspiración nuestra para este año 2015. El diálogo constante debe ser herramienta obligatoria en la construcción del país que queremos y que hemos plasmado en la Estrategia Nacional de Desarrollo.

Este 2015 que iniciará en pocos días, es una oportunidad para permear de valores a la familia dominicana, en especial a los jóvenes, tal y como lo ha pedido el Papa Francisco, al invitarnos a transmitir a los jóvenes valores que “no sean materiales” y que los hagan “artífices de un mundo más justo, solidario y fraterno”.

Hagamos una advertencia a nuestros ciudadanos sobre la capacidad destructiva de aquellos que ponen por encima al dinero, el éxito, el poder y el placer, en detrimento de los valores que necesitamos promover, como la humildad, el respeto, el amor y la perseverancia. Solo el trabajo tesonero y honesto nos llevará al desarrollo que anhelamos.

La familia es, sin dudas, la base donde se construye un país de mayor igualdad social.

Esta celebración navideña es idónea para afianzar nuestra identidad, nuestro valor y nuestra estima personal y colectiva. Y es una ocasión extraordinaria que tenemos los adultos de mostrar a nuestros hijos la importancia de ser buenos ciudadanos.

La acción más importante de promoción de valores en el tiempo de Navidad, lo es la solidaridad. La navidad es dar. Es hacer de la actitud de ayudar a los demás, un ejercicio de humildad y entrega. Tenemos la responsabilidad de llevar una mano amiga a tantas personas que necesitan de la solidaridad de nuestro pueblo.

Es esa la enseñanza más importante que debe quedar en cada hogar dominicano en esta navidad.

¡Feliz Navidad y próspero año 2015!

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