En ocasión de la Primera Semana Global de la Seguridad Vial celebrada en Ginebra, Suiza, en abril de 2007, recibimos la invitación formal de Naciones Unidas, para participar como observador de la Asamblea Mundial de la Juventud sobre Seguridad Vial, donde compartimos con una amplia representación de más de 100 países para la aprobación de lo que se llamó: “Declaración de los jóvenes sobre seguridad vial”.
Los firmantes nos comprometimos a trabajar en la implementación de medidas para la mejora de la seguridad vial, así́ como para influir que se trabaje en nuestros respectivos países en este asunto fundamental de salud pública.
Por su parte, los delegados prometieron también hacer uso de cinturones de seguridad y de cascos protectores de motocicleta, a no superar la velocidad indicada y a no manejar bajo la influencia de bebidas alcohólicas.
En tal sentido, el documento contiene un llamado a todos los jóvenes del mundo a que se integren a programas y campañas nacionales por la seguridad vial. La declaración también solicita una mayor acción y compromiso por parte del liderazgo político en respuesta a los trabajos pendientes en materia de seguridad vial.
La declaración anima a las escuelas y universidades a enseñar los aspectos relativos a la seguridad vial; a los empleados de bares, a servir alcohol responsablemente; a los medios de comunicación, a informar más sobre estos temas y a los famosos de la industria del entretenimiento a que no proyecten una idea errónea de la velocidad y promuevan también el uso de cinturones y de cascos.
A más de siete años de promulgada esta declaración sus articulados tienen igual fuerza, puesto que los objetivos fundamentales no se han logrado. Por esta razón, hacemos participes a los lectores de un acontecimiento inusual en los salones solemnes de las Naciones Unidas, a fin de que se le ponga interés político a un tema tan crucial para el desarrollo de la sociedad y el progreso y bienestar de nuestros países, en especial, los llamados de economía creciente.
Comparto parte de este poco conocido documento, a fin de crear conciencia social y política en la República Dominicana.
En todo el mundo, los traumatismos causados por el tránsito son la segunda causa de muerte, en orden de importancia, de los jóvenes de 10 a 24 años de edad. De los 1,2 millones de personas que anualmente pierden la vida en accidentes de tráfico, casi la tercera parte son jóvenes menores de 25 años.
Más del 90% de los accidentes mortales ocurren en países de ingresos bajos y medianos, donde las personas que con mayor frecuencia se ven afectadas son peatones, ciclistas, motociclistas y pasajeros, mientras que en los países de altos ingresos las víctimas son mayoritariamente conductores de automóviles.
Se estima que en los países de ingresos bajos y medianos el costo de las lesiones por accidentes de tráfico es de alrededor del 1%-1,5% del producto nacional bruto y que en los de altos ingresos llega al 2%. Si no se toman medidas, se prevé que las muertes por esta causa aumentarán exponencialmente en los próximos años.
Ante esta situación, nosotros, los jóvenes del mundo, futuros dirigentes y esperanza del mañana, nos hemos reunido en Ginebra, Suiza, los días 23 y 24 de abril de 2007, en la Asamblea Mundial de los Jóvenes sobre Seguridad Vial. Hemos redactado y aprobado esta Declaración para que todos los jóvenes del mundo tomen conciencia del problema que plantean los traumatismos causados por el tránsito en el mundo, para demostrar nuestra voluntad de enfrentar este problema y para instar a tomar medidas para prevenir los accidentes de tráfico.
Ya no podemos aceptar que nuestros amigos y familares pierdan absurdamente la vida. Como los traumatismos y las muertes por accidentes de tráfico se pueden predecir y, por lo tanto, prevenir, el mundo tiene la obligación de detenerlos.
Como víctimas potenciales de accidentes de tráfico, nosotros, los jóvenes del mundo, alzamos la voz para reclamar el derecho a viajar sin riesgo por las rutas del mundo. Como somos jóvenes y utilizamos con frecuencia las carreteras, sabemos cómo piensan nuestros compañeros, qué les gusta y qué rechazan, y el tipo de mensajes al que serán receptivos. Por lo tanto, debemos ser escuchados cuando se elaboren y apliquen iniciativas en materia de seguridad vial.
Nosotros, los jóvenes del mundo, respetamos la vida. Como se trata de algo tan frágil, debemos hacer todo lo posible por vivirla de un modo seguro y alentar a otros a que hagan lo mismo. Entendemos que la seguirdad vial tiene tanta relación con un entorno vial seguro como con el comportamiento prudente de los conductores.
Concretamente, y en lo atinente a seguridad vial en particular, somos consientes de lo importante que es la participación de los jóvenes para hacerla realidad.
Llamamos a todos los jóvenes a tomar conciencia del alto riesgo que corren de verse involucrados en accidentes de tráfico. Los exhortamos a que se conviertan en modelos de conducta y promuevan la seguridad vial entre amigos y familiares, en especial entre los hermanos y hermanas menores.
Específicamente, pedimos a todos los jóvenes que no conduzcan bajo los efectos del alcohol o las drogas, que eviten las altas velocidades, que no se comporten agresivamente en las carreteras, que usen casco cuando vayan en bicicleta o en moto, que se pongan el cinturón de seguridad en los automóviles, y que se cercioren de ser bien visibles cuando caminen o circulen en bicicleta por las carreteras. Además, los llamamos a pasar a la acción y participar en las campañas y los programas de seguridad vial nacionales e internacionales. Como jóvenes dirigentes, es nuestra responsabilidad alzar la voz y cumplir el papel que nos corresponde para exigir seguridad en las carreteras de todo el mundo.
Sin embargo, nuestro esfuerzo aislado no basta. Por eso, hacemos un llamamiento a nuestros padres y tutores, a las escuelas y universidades, a las comunidades en las que residimos, a quienes elaboran las políticas de gobierno en los países, a las organizaciones comunitarias que se ocupan de la seguridad vial, a las empresas privadas, a los medios de comunicación, a las personalidades y al mundo del espectáculo, para que asuman su responsabilidad y colaboren con nosotros.
Nosotros, los jóvenes del mundo, recordamos a nuestros padres y tutores que el riesgo de morir en la carretera es muy alto para nosotros. De vosotros dependemos absolutamente cuando somos pequeños. No sois sólo nuestros padres y tutores, sino nuestros mentores y héroes. Os exhortamos a crear un entorno seguro para nosotros cuando viajemos por las carreteras, y a erigiros en modelos de comportamiento prudente en la carretera. A que enseñéis las normas de tránsito y las buenas prácticas de seguridad vial a nuestros hermanos y hermanas pequeñas, y a que cuando los llevéis en coche uséis los sistemas de protección para niños.
Os pedimos que nos alertéis sobre nuestra vulnerabilidad como peatones y ciclistas desde pequeños, insistiendo en que usemos cinturones de seguridad, luces y cascos. Os pedimos que nos ayudéis cuando estemos aprendiendo a conducir y nos superviséis para que podamos adquirir experiencia en la conducción por carretera en diferentes situaciones (con lluvia, de noche, con tráfico). Os llamamos a colaborar para educar a una generación de usuarios responsables de las carreteras.
Nosotros, los jóvenes del mundo, consideramos que las instituciones educativas son muy importantes. En ellas adquirimos los conocimientos y habilidades necesarios para una vida feliz, sana y productiva. Por consiguiente, pedimos a las autoridades escolares y a los maestros que incluyan la seguridad vial en los programas de estudio desde los primeros cursos; que garanticen la seguridad en los caminos que llevan a la escuela y sus alrededores y en los autobuses escolares.
Los instamos a que organicen periódicamente actividades relacionadas con la seguridad vial en las escuelas y nos den la oportunidad de participar en programas de seguridad vial. También llamamos a las autoridades universitarias a promover y elaborar cursos y programas de seguridad vial, y a realizar y publicar más investigaciones sobre la prevención de los traumatismos causados por el tránsito.
Nosotros, los jóvenes del mundo, apelamos a los dirigentes comunitarios para que creen comunidades seguras para todos. Creemos que el papel de las autoridades locales es fundamental para garantizar la seguridad vial y apoyar a los grupos que la promueven.
Pedimos que no olviden a los supervivientes de accidentes de tráfico, que trabajen por mejorar la atención y los servicios para ellos, y que los involucren en campañas de sensibilización y otras iniciativas de seguridad vial. También los exhortamos a que fomenten la participación de los jóvenes en grupos e iniciativas de promoción de la seguridad vial en la comunidad. A los propietarios y encargados de bares, clubes y discotecas los exhortamos a servir alcohol de forma responsable.
Nosotros, los jóvenes del mundo, pedimos a los gobiernos que reconozcan que los traumatismos causados por el tránsito son un problema importante de salud pública y desarrollo y que en las agendas políticas otorguen prioridad a la seguridad vial.
Pedimos que lideren las iniciativas para garantizar la seguridad y la calidad de la infraestructura vial. En este sentido, los llamamos a proveer medios de transporte público seguros y asequibles, para que sea una opción al alcance de todos.
También les exigimos que elaboren un plan nacional de seguridad vial y creen un organismo con funcionarios responsables de su coordinación y aplicación. Los exhortamos a promulgar normas de tránsito y garantizar su cumplimiento, y a aumentar los recursos financieros para mejorar la seguridad de las carreteras.
Les exigimos que velen porque las víctimas puedan acceder a la atención de emergencia y los servicios de salud a un costo razonable. Además, los instamos a que reconozcan la importancia de la participación de los jóvenes en la formulación de políticas viales y en su aplicación, y a que colaboren con otras jurisdicciones y organizaciones que trabajan por la seguridad vial.