Opinión

La declaratoria del año 2015 como “Año de la Atención Integral a la Primera Infancia” habla bien de nuestro norte como país y como sociedad. Es una señal inequívoca de que estamos concentrando nuestros esfuerzos en construir un futuro promisorio para nuestro país, donde las personas inician su desarrollo cognoscitivo y físico desde temprana edad.

Los beneficios de iniciar la educación desde temprana edad y del uso de técnicas terapéuticas para el desarrollo motriz y psicológico, están más que demostrados. La UNESCO ha planteado en sus informes que la atención en primera infancia resulta en un cociente intelectual mayor, una tasa más elevada de terminación del ciclo de educación de secundaria y una obtención de ingresos más altos en la edad adulta.

Otros estudios resaltan la relación costo-beneficio de los programas de atención a primera infancia, donde a mayor inversión en la primera infancia, los resultados hacia la sociedad son, por igual, mayores.

Las mujeres somos las más beneficiadas con el enfoque de atención integral a la primera infancia, en tanto permite que la mujer dedique mayor tiempo a actividades de capacitación y generación de ingresos, lo cual resulta importante en un país como el nuestro, donde más del 60% de las madres son Jefas de Familia.

Por igual, la atención en primera infancia es vital para la erradicación de la desnutrición infantil, que afecta 7 millones de niños menores de 5 años en América Latina, lo que redunda en un menor gasto futuro para el Estado en materia de salud.

Igual impacto se registra en cuanto a la disminución de anemia, la cual impacta a 22,3 millones de niños preescolares, 33 millones de mujeres en edad fértil y 3,6 millones de embarazadas en la región de América Latina. En el caso nuestro, los proyectos que hemos iniciado con la FAO y con el PMA han resultado en una disminución de un 50% en la anemia en niños de 0 a 5 años en todo el país.

Es por ello que expertos del Banco Mundial afirman que “todo lo que podamos hacer para reducir la desnutrición en los niños se verá recompensado económicamente en el largo plazo…”

La atención integral en primera infancia ha evolucionado en el tiempo, pasando del concepto de “preescolar” hace 35 años al concepto de “educación inicial” en los años 90; y ahora a un concepto que engloba una intervención completa de los aspectos que impactan a la primera infancia, es decir, educación, salud, nutrición, desarrollo de inteligencias múltiples, salud mental y demás.

Los resultados de estas inversiones son palpables. Desde nuestra gestión en el Despacho de la Primera Dama, promovimos los “Espacios de Esperanza” como centros de atención a primera infancia ubicados en los Centros Tecnológicos Comunitarios (CTC), permitiendo a sus madres asistir a las clases que se otorgan en dichos Centros. El beneficio económico para estas comunidades y familias es innegable, a la vez que se aprecia cómo los niños que asisten a los EPES tienen un mayor desempeño académico cuando inician su asistencia al sistema educativo.

La atención integral a la primera infancia tiene, a la vez, un sustento científico interesante. Los estudios neurológicos realizados en distintas universidades del mundo demuestran el impacto de las interacciones de los niños con sus familiares y demás adultos, desarrollando áreas del cerebro que luego son vitales para las inteligencias múltiples.

Es en esta etapa de la vida donde se forjan los valores que formaran parte de la vida de nuestros niños y adolescentes, los cuales se consolidan en nuestra juventud. No es casualidad que Ghandi afirmara que “para alcanzar la verdadera paz en el mundo debemos comenzar con los niños.”

Como ha afirmado UNICEF: “para la construcción del desarrollo humano es necesario garantizar un buen comienzo a la vida de los niños y niñas dominicanos, pues es en este periodo donde ocurren los cambios que determinan el crecimiento y el desarrollo de los mecanismos neuro-sensoriales, hasta una etapa en la que ya están plenamente establecidas ciertas capacidades cognitivas y muchos de los rasgos de personalidad de los niños y niñas.”

La apuesta que hace nuestro Gobierno hacia este tema, es una inversión segura para el futuro del país, que asegure ciudadanos y ciudadanas en óptimas condiciones para trabajar por el desarrollo productivo y sostenible del país.

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