La variación global o local del clima, por razones naturales o derivadas de la conducta humana, es lo que se denomina “cambio climático”, condición que representa un gran desafío ambiental, económico y político, en razón de que sus efectos plantean una grave amenaza que incide expansivamente en el desarrollo de las naciones. Según estudios de la NASA, los primeros 11 meses del año 2014 han sido los más calientes desde que se tienen registros de medición.
Desde la década de los 70s, la comunidad internacional ha impulsado diversas iniciativas sobre el cambio climático, enfatizando en sus causas y consecuencias para el planeta, las cuales se han recogido en múltiples instrumentos que, en una primera etapa, han procurado hacer conciencia global de la responsabilidad y el daño ambiental, situación que de no prestársele la debida atención por parte los países, afectaría gravemente el desarrollo económico.
La ONU, en el año 1983, conformo la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas y en el año 1992, promueve la firma de la Convención Marco sobre Cambio Climático durante la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, la cual entró en vigor el 21 de marzo de 1994 y ha sido ratificada, a la fecha, por 195 países. El texto define la problemática ambiental como un “cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”. (Art. 1)
Posteriormente, en el año 1997, se revisa la Convención Marco y se firma un Protocolo en la ciudad de Kyoto, Japón, que entra en vigencia en el año 2005. El Protocolo de Kyoto (PK) pone en práctica la Convención, comprometiendo a los países desarrollados a estabilizar y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), los que al condensarse, calientan la atmosfera.
El PK se estructuro con objetivos y metas vinculantes de reducción de las emisiones de GEI para 37 países industrializados y la Unión Europea, reconociendo que éstos eran los principales responsables de los elevados niveles de emisiones y que son el resultado de quemar combustibles fósiles durante más de 150 años.
En estos momentos, al arribarse al primer decenio de aplicación del PK (2005-2015), la comunidad internacional ha impulsado una revisión profunda de la Convención Marco y su protocolo, para propiciar un nuevo instrumento internacional que mitigue a mediano y largo plazos los efectos y vulnerabilidad que genera el cambio climático.
De acuerdo al documento “Cambio climático 2014. Impactos, adaptación y vulnerabilidad”, correspondiente al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (ECC), en los últimos decenios, los cambios en el clima han causado impactos en los sistemas naturales y humanos en todos los continentes, lo que ha afectado los sistemas hidrológicos, reduciendo los recursos hídricos en términos de calidad y cantidad, afectando la calidad de vida de la población y las posibilidades de incremento de la producción bajo riego, lo que reduce el rendimiento de los cultivos como el trigo, maíz, arroz y soja, afectando la seguridad alimentaria a nivel mundial, sobre todo en los países con menores recursos económicos.
Otro aspecto negativo establecido en el Informe y que impacta la salud, se refiere a que los cambios en la temperatura y la precipitación han incrementado la proliferación de enfermedades transmitidas por el agua y vectores, como el dengue, la malaria y el paludismo, entre otras.
En diciembre de 2014, se celebró en Lima, Perú, la XX Conferencia Internacional sobre Cambio Climático.
En la Conferencia, los Estados partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su Protocolo resaltaron su compromiso de llegar a un ambicioso acuerdo para el 2015, que reflejase el principio común de mitigar los efectos del cambio climático, pero con “responsabilidades diferenciadas respecto a las distintas capacidades y circunstancias particulares de las naciones”.
Este principio, ya incorporado en la Convención Marco (1992) y en el PK (1997), fue el punto nodal de las negociaciones con miras a la agenda post 2015.
En este sentido, Martin Khor, representante de la ONU en la indicada Conferencia, indico que las negociaciones fueron intensas y se focalizaron en la ratificación del Principio de las Responsabilidades Diferenciadas, y al respecto señaló: “Los países en desarrollo que conforman el G-77 quieren preservar el principio sin cambios. Pero los EE.UU., la UE y otros países industrializados del Grupo, argumentan que las estructuras de poder global han cambiado y se deben incluir contribuciones a la protección del clima de las economías emergentes como China, India y Brasil”.
Es evidente que se requieren medidas urgentes e inmediatas para detener el impacto del cambio climático, muy especialmente, el uso de los derivados del consumo de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) que producen los gases con efecto invernadero. Por ejemplo, la ONU, proyecta que, en atención a los acuerdos de los Estados Partes sobre el cambio climático, estas emisiones deben reducirse, al menos en un 70% para el 2050, y 100%, a finales de este siglo.
¿Qué dice la Estrategia Nacional de Desarrollo de Republica Dominicana al respecto?
El Art. 10, correspondiente al Cuarto Eje, consagra el siguiente objetivo: “Lograr una sociedad con cultura de producción y consumo sostenible, que gestione con equidad y eficacia los riesgos y la protección del medio ambiente y los recursos naturales y promueve una adecuada adaptación al cambio climático”.
Las líneas de acción correspondientes establecen la necesidad de desarrollar estudios de impactos ambientales y sus consecuencias; el fortalecimiento, en coordinación con el poder local, de sistemas de mitigación a los efectos climáticos, y la obligación de fomentar la “descarbonización de la economía”, promoviendo el desarrollo y la transferencia de tecnologías para fuentes renovables de energía, el desarrollo del mercado de biocombustibles, con el ahorro y eficiencia energética y un transporte eficiente y limpio, entre otras ejecutorias.
El cambio climático es uno de los problemas ambientales más graves al que se enfrenta la humanidad. La responsabilidad política y ciudadana deben conjugar esfuerzos para un mejor futuro con acciones inmediatas, pues como dijo Martin Luther King: “Si supiera que el mundo se ha de acabar mañana, yo hoy aún plantaría un árbol”. Contribuir con la reducción del daño ambiental, es un inversión rentable, que beneficia las economías y la calidad de vida de los ciudadanos.