Al cerrar el mes pasado de enero, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), hizo público su informe anual titulado Panorama Social de América Latina. Como bien explica en la presentación de dicho informe, su objetivo es: “presentar las mediciones de la CEPAL de la pobreza por ingresos y analizar la pobreza desde una perspectiva multidimensional. La aplicación de estos dos enfoques a los datos sobre los países de la región permite reforzar la idea de que, más allá de los avances logrados en la última década, la pobreza persiste como un fenómeno estructural que caracteriza a la sociedad latinoamericana. Con el objeto de contribuir a un diseño más integral de las políticas públicas para superar la pobreza y la desigualdad socioeconómica, además de examinarse las tendencias recientes del gasto social se profundiza en el análisis de brechas en tres ámbitos: juventud y desarrollo, desigualdad de género en el mercado laboral y segregación residencial urbana”.
Para la preparación de este informe, la CEPAL utiliza los resultados de la aplicación de un índice multidimensional de pobreza, que representa un avance respecto de las propuestas de medición presentadas en el Panorama Social de América Latina 2013. En este nuevo índice se integran aspectos monetarios y no monetarios del bienestar, se consideran privaciones en empleo, protección social y rezago escolar, y se utilizan nuevos umbrales de privación para algunos indicadores usualmente empleados en la medición de la pobreza, a fin de contar con estándares más actualizados de acuerdo con la realidad regional.
Al efecto, se presenta un cuadro titulado América Latina (18 países): personas en situación de pobreza e indigencia, alrededor de 2005 y de 2012, y 2013. Este nos señala que en nuestro país, al cierre del 2005, la pobreza alcanzaba el 47,5 % de la población y la indigencia a un 24.6%. Para el 2012, la pobreza afectaba al 41,2%, y la indigencia al 20,0%. Y al cierre del 2013, la pobreza representaba el 40,7% de la población y la indigencia al 20,2%.
Como se observa, la relación de los porcentajes de la población afectada por la pobreza y la indigencia apenas se modificó a lo largo de la serie de 9 años, a pesar de que en esos mismos años hemos experimentado un crecimiento sostenido de nuestro Producto Interno Bruto (PIB). En consecuencia, a todas luces se evidencia que el crecimiento económico en Republica Dominicana no cumple su rol primario de aportar los medios mediante los cuales la población ha de aumentar su calidad de vida.
Otras conclusiones, entre muchas que se derivan de la lectura y estudio del informe aludido, es el fenómeno de disminución de la pobreza y aumento de la indigencia en la República Dominicana entre el 2012 y 2013. Así mismo se observa que nuestro nivel de pobreza es solo superado por Paraguay y similar al de El Salvador, y por ende un nivel de pobreza encima de los demás países de América Latina.
Teniendo estas cifras y conclusiones como telón de fondo del escenario, nuestro presidente Danilo Medina recién dijo en Heredia, Costa Rica, al hablar en la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que la experiencia ha demostrado que no basta con que la economía de un país crezca, si los beneficios de la prosperidad no se traducen en mayor equidad y mejor calidad de vida para toda la ciudadanía.
El presidente Medina resaltó que corresponde a los Estados, al poder público, la responsabilidad de conducir los esfuerzos nacionales, mediante políticas públicas, para combatir a los grandes enemigos del desarrollo, que son la pobreza y la desigualdad. Dijo que hay que hacer todo lo posible para crecer más y mejor, pero que para eso, los gobiernos tienen que avanzar en un modelo de integración que cree mayores oportunidades para la juventud, los trabajadores, trabajadoras y emprendedores.
Al mismo tiempo que se celebra el CELAC en Costa Rica, en nuestra ciudad capital se celebraba el III Foro Internacional de Santo Domingo, bajo los auspicios de FUNGLODE, IDEA y PUCMM, bajo el lema “La hora de las reformas: ¿Qué debe hacer América Latina para convertirse en una región más democrática, próspera, equitativa y segura?”. Este encuentro, que encabezó el Dr. Leonel Fernández, ex presidente de la Republica y presidente de FUNGLODE, perseguía objetivos similares a los planteados en CELAC, pero sobre todo desde la perspectiva de quienes ostentaron las primeras magistraturas de sus países y que hoy se dedican más a la reflexión sobre estos temas que al activismo partidario.
Estas tres coincidencias, la de tan relevante organismo internacional como la CEPAL, junto a la de nuestro presidente actual y su antecesor, nos llena de optimismo, ya que ello podría significar un cambio en ciertas políticas, sobre todo aquellas más populistas e irracionales, por otras de estímulo a la creación de empleos, fomento del emprendimiento y nuevas empresas, incorporación a la economía formal a más de la mitad de la fuerza comercial del país y a la creación de oportunidades para mas y mayores inversiones.
La pobreza es el flagelo de la humanidad, y aun más acentuada cuando se desciende a la indigencia. El accionar económico en democracia no tendría justificación si ella no es capaz de proveer las condiciones para que la población pueda superar dicha condición y convertirse en ciudadanos auto sostenidos, capaz de cubrir al menos todas sus necesidades primarias, dentro de un ámbito de un estado social que les asista en los temas de la seguridad, salud y educación.