La riqueza mundial cada vez más se concentra en manos de una pequeña élite, que ha creado y mantenido su vasta fortuna gracias a las actividades de sectores económicos importantes, como el financiero, el farmacéutico y de atención sanitaria.
Esas empresas destinan millones de dólares cada año al lobby de un entorno normativo que proteja y fortalezca aún más sus intereses. La mayoría de las diligencias realizadas en Estados Unidos procura influir sobre recursos públicos que deberían orientarse al beneficio de la ciudadanía, y no de representados por los poderosos lobistas.
En su más reciente informe, Oxfam explica la metodología y las fuentes de datos que utiliza, y actualiza las estadísticas principales sobre la desigualdad, como el dato ampliamente citado de 2014 de que “las 85 personas más ricas del mundo tienen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial”.
El próximo año la riqueza del 1% más rico del mundo superará la del restante 99% de la población del planeta a menos que se revierta la actual tendencia de concentración de riqueza y desigualdad, ha advertido la organización internacional, a pocos días de la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos.
La entidad, cuya directora ejecutiva, Winnie Byanyima, co presidirá este año la reunión en Davos, sostiene que el aumento descontrolado de la desigualdad está lastrando la lucha contra la pobreza a nivel mundial, cuando al día de hoy, una de cada nueve personas carece de suficiente comida y más de mil millones aún viven con menos de 1,25 dólares al día.
Byanyima aprovechará la reunión en Davos para pedir medidas urgentes que frenen el aumento de la desigualdad, empezando por poner fin a la evasión y elusión de impuestos por parte de grandes empresas, e impulsar un acuerdo global contra el cambio climático.
Riqueza: tenerlo todo y querer más.
La investigación de Oxfam, muestra cómo se ha incrementado la riqueza acumulada por el 1% más rico de la población, pasando de un 44% en 2009 a un 48% en 2014, a un ritmo que, para el año 2016 habrá alcanzado el 50%. En 2014, los selectos miembros de esta élite del 1% mundial tenían de media una riqueza de 2,7 millones de dólares por adulto.
Del 52% restante de la riqueza mundial, la mayor parte (el 46%) está en manos del 20% más rico. El 80% restante de la población comparte tan solo el 5,5% de la riqueza mundial: 3,851 dólares por adulto en promedio, lo que equivale a 1/700 parte de la riqueza media del 1% más rico de la población mundial.
«¿De verdad queremos vivir en un mundo en el que solo un 1% de la población posea tanta riqueza como el resto de nosotros? La magnitud de la desigualdad a nivel global es impactante y, a pesar de todos los problemas que dominan la agenda internacional, debemos tener en cuenta que la brecha entre ricos y pobres se está acrecentando a gran velocidad», ha apuntado Byanyima para agregar:
«En los últimos doce meses hemos visto como líderes mundiales de la talla del presidente Obama o Christine Lagarde han hablado sobre combatir la desigualdad extrema, pero aún estamos esperando que muchos de ellos prediquen con el ejemplo. Ha llegado el momento de que nuestros líderes se enfrenten a los intereses creados que impiden lograr un mundo más justo y próspero».
«Que la élite más poderosa siga actuando como hasta ahora es una opción que supone un elevado coste para el resto. Si no combatimos la desigualdad, la lucha contra la pobreza podría retroceder décadas. El aumento de la desigualdad perjudica doblemente a las personas pobres: no sólo tienen menos, sino que hay menos que repartir puesto que la desigualdad extrema frena el crecimiento mundial».
Lady Lynn Forester de Rothschild, directora ejecutiva de E.L. Rothschild y presidenta de Coalition for Inclusive Capitalism, participante en un evento sobre desigualdad organizado conjuntamente por Oxfam y la Universidad de Oxford, ha hecho un llamamiento a los líderes empresariales presentes en Davos a que asuman su responsabilidad en la lucha contra la desigualdad extrema y señalado:
«El informe de Oxfam es solo la última de la evidencias que muestran como la desigualdad ha alcanzado extremos preocupantes y continúa aumentando. Es hora de que los líderes mundiales en esta era del capitalismo moderno trabajen junto a todos los Gobiernos para cambiar el sistema y hacerlo más inclusivo, equitativo y sostenible».
«La desigualdad extrema no es solo moralmente condenable sino que, también, mina el crecimiento económico y, por tanto, supone una amenaza para la actividad empresarial. Todos los participantes en Davos que ambicionen un mundo más estable y próspero deben hacer de la lucha contra la desigualdad su principal prioridad».
El pasado año, durante el Foro Económico Mundial, Oxfam denunció que las 85 personas más ricas del mundo poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, 3.500 millones de personas.
La cifra es ahora de tan solo 80 personas; una disminución impresionante tomando en cuenta que en 2010 eran 388 personas las que concentraban la misma riqueza que la mitad más pobre. En términos netos, la fortuna de las 80 personas más ricas se ha duplicado entre 2009 y 2014.
La organización internacional ha hecho un llamado a los Gobiernos a adoptar un plan para luchar contra la desigualdad, de siete puntos:
– Frenar la evasión y la elusión fiscal por parte de grandes empresas y los más ricos.
– Invertir en servicios públicos gratuitos y universales, como la educación o la sanidad.
– Distribuir el esfuerzo fiscal de forma justa y equitativa, trasladando la carga tributaria del trabajo y el consumo al patrimonio, el capital y las rentas.
– Fijar un salario mínimo que permita a todos los trabajadores un nivel de vida digno.
– Lograr la igualdad salarial y promover políticas económicas a favor de las mujeres.
– Garantizar sistemas de protección social adecuados para las personas más pobres, incluido un sistema de garantía de ingresos mínimos.
– Hacer de la lucha contra la desigualdad un objetivo internacional.
El informe, publicado en el marco de la campaña internacional Iguales, de Oxfam, lanzada el pasado mes de octubre, evidencia cómo la riqueza extrema se transmite de generación en generación y cómo las élites dedican enormes recursos y esfuerzos a que los estándares globales se diseñen a su favor.
Más de un tercio de los 1.645 milmillonarios incluidos en la lista Forbes heredaron gran parte o toda su fortuna.
El 20% de los milmillonarios tiene intereses en los sectores financiero y de seguros, y vieron cómo su riqueza (en efectivo) aumentó un 11% en los doce meses anteriores a marzo de 2014. En 2013, estos sectores de actividad emplearon 550 millones de dólares en financiar ejércitos de lobistas para influir sobre las políticas que se deciden desde Washington y Bruselas.
Durante el periodo electoral de 2012 en Estados Unidos, el sector financiero realizó contribuciones por valor de 571 millones de dólares a las campañas políticas.
El valor neto de la riqueza de los milmillonarios con intereses en los sectores farmacéutico y sanitario aumentó un 47%.
Oxfam muestra su preocupación por que el poder de los grupos de presión de estos sectores puede suponer una barrera significativa para reformar el sistema fiscal internacional y garantizar que las leyes de propiedad intelectual no impidan el acceso de las personas más pobres del mundo a medicamentos vitales.
Existen cada vez más evidencias, tanto del Fondo Monetario Internacional como de otros organismos, de que la desigualdad extrema no sólo perjudica a los más pobres, sino que también daña el crecimiento económico.
Oxfam celebra junto con la Universidad de Oxford un simposio bajo el título Rising Inequality in the Global South (El aumento de la desigualdad en los países del sur, en su traducción al español). Entre los ponentes se incluyen el presidente del Banco Africano de Desarrollo, Donald Kaberuka, y Lady Lynn Forester de Rothschild.