Hay dos fuentes renovables de energía, la eólica y la energía solar, que poseen un potencial mucho mayor que las otras. Tanto la energía eólica como la energía solar son dos fuentes energéticas que están disponibles en una amplia zona de nuestro Planeta.
Basta ver el mapa solar para tomar conciencia de que son muchos los países que poseen un buen potencial solar, por lo que son muchos los países que podrían usar esta fuente de energía renovable para satisfacer sus necesidades energéticas. Esta amplia distribución geográfica supone una clara diferencia con respecto a los combustibles fósiles, pues estos se hallan disponibles en un número muy limitado de países.
Hay cifras que ponen claramente de manifiesto el enorme potencial que posee la energía solar para satisfacer nuestras necesidades energéticas;
– La energía correspondiente a la radiación solar que incide sobre la superficie de la Tierra es más de 3000 veces superior al consumo de energía primaria en la Tierra.
Si se instalaran centrales termosolares en el 1,5%-2% de la superficie desértica que hay actualmente en la Tierra se produciría suficiente electricidad como para abastecer la demanda mundial actual.
Así pues, podemos decir que la radiación solar supone prácticamente un recurso energético inmenso, renovable e inagotable, lo que le confiere un gran atractivo a la hora de analizar las posibles vías para lograr un mercado energético sostenible bajo en carbono.
Obviamente, el mero hecho de que la radiación solar suponga un enorme potencial no es en sí mismo condición suficiente para considerarla como una buena alternativa al actual problema energético y medioambiental, pues no nos serviría de nada dicho potencial si no disponemos de una tecnología adecuada para su aprovechamiento.
Y en este aspecto debemos tener presente que ya existe una amplia variedad de tecnologías para el aprovechamiento del recurso energético inherente a la radiación solar, como son: los sistemas fotovoltaicos, los sistemas de producción de agua caliente y las centrales termosolares.
Una de estas tecnologías, la fotovoltaica, ha alcanzado ya un nivel de costes muy competitivo, mientras que otra, los sistemas de agua caliente sanitaria, posee un coste bastante asequible actualmente, y otras, las centrales termosolares, aunque poseen aún un coste claramente superior al de los combustibles fósiles, muestran un alto potencial de reducción de costes que les posibilita llegar a ser plenamente competitivas en unos 10-15 años, lo que haría innecesarias las ayudas públicas actuales.
Si a lo expuesto anteriormente le añadimos la reducción de las emisiones de gases de efecto invernaderos que conllevan los sistemas solares, parece evidente que se dan los factores necesarios para que podamos considerar que la energía solar es realmente una alternativa válida para solucionar el problema energético actual.