Hablan los hechos

Los días 8 y 9 de enero pasados se celebró en Beijing la primera reunión ministerial del Foro China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), bajo el lema “Nueva plataforma, nuevo punto de partida, nueva oportunidad”.

Asistieron al evento los presidentes de China, Xi Jinping; Ecuador, Rafael Correa; Venezuela, Nicolás Maduro, y Costa Rica, Luis Guillermo Solís, además de una veintena de cancilleres y otros altos cargos.

La actividad también contó con la presencia de máximos responsables del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, entre otras organizaciones regionales.

La realización de este foro fue acordada por la CELAC en su II Cumbre celebrada en La Habana, ocasión en la que América Latina fue declarada zona de paz y se expresó un contundente apoyo al proceso de paz en Colombia.

Tras años de acercamiento entre china y los países latinoamericanos y caribeños de modo individual en forma de intercambio comercial, inversión y ayuda al desarrollo, la CELAC impulsa como bloque la asociación estratégica con el gigante asiático, auspiciando la cooperación en comercio, finanzas, tecnologías, recursos estratégicos, industria y agricultura en base a una agenda de largo plazo y con estricto apego a principios como el respeto entre los países, la pluralidad, el beneficio mutuo y la ganancia compartida.

Se trata de un paso trascendental con el que la región refuerza su posicionamiento geopolítico, apuntala el proceso de expansión de su autonomía, abre las puertas a nuevas oportunidades de intercambio y potencia un tipo de relaciones más justas y razonables, obviando los condicionamientos políticos.

Para nadie es un secreto que el intercambio con China es responsable en gran medida de los niveles de crecimiento alcanzados por la región en los últimos años, aun en medio de la crisis que estalló en el 2007. El volumen de ese intercambio, según la CEPAL, se multiplicó por 22 entre los años 2000 y 2013, al pasar de 10 mil millones de dólares a 257 mil millones de dólares.

Actualmente China es el destino del 10 por ciento del total de las exportaciones de América Latina, mientras que las importaciones desde el gigante asiático llegan al 16 por ciento del total.

Esto significa que China se ha convertido en el segundo proveedor de bienes de América Latina y en el segundo mayor mercado para las exportaciones regionales, reemplazando a la Unión Europea. Tomados individualmente, China es el principal socio comercial de algunos países latinoamericanos, como Brasil y Chile. El comercio entre este último país y el gigante asiático está actualmente en los 34 mil millones de dólares.

Conforme a las estimaciones de la CEPAL, a partir del 2010 también crecieron de manera pronunciada las inversiones directas chinas, hasta llegar a los 14 mil millones de dólares. Esta cifra equivale al 11 por ciento de la inversión extranjera directa llegada a la región.

El Plan de Cooperación 2015-2019 aprobado en el Foro prevé el incremento de los intercambios comerciales en los próximos 10 años hasta llevarlos a los 500 mil millones de dólares. Además, el país oriental se traza como meta elevar hasta los 250 mil millones de dólares el monto de sus inversiones directas en las naciones miembros de la CELAC en igual período.

Según se ha explicado, ya entraron o entrarán próximamente en operación los programas referidos al Crédito Especial para la Infraestructura de 20 mil millones de dólares, la línea de créditos preferenciales de otros 10 millones, el Fondo de Cooperación de cinco mil millones y el Fondo Especial para la Cooperación Agrícola por 50 millones.

La mayoría de los especialistas apuntan que existe una complementariedad que propicia un gran potencial de cooperación entre las partes. Así, mientras América Latina es rica en recursos naturales y su demanda en infraestructura es grande, el mercado chino es inmenso y necesita un gran volumen de importación de energía y materias primas, además de tener tecnología y capital.

Para la nación asiática las relaciones con la región tienen gran valor geopolítico, toda vez que la conexión entre el Atlántico y el Pacífico es vital para la expansión de su comercio con el resto del mundo. Es lo que en parte explica el empeño de la empresa china HKND en el proyecto de construcción del canal de Nicaragua, que inició en diciembre pasado y que contempla una inversión de 50 mil millones de dólares.

Además, al ampliar sus relaciones con América Latina y el Caribe, propiciando para ello la creación de mecanismos para discutir los asuntos políticos, económicos, culturales y ambientales, China fortalece y equilibra sus vínculos en el escenario mundial.

Para América Latina, como bien apuntó el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, al anunciar en Beijing que su país será la sede de la segunda versión del Foro en el 2019, China representa el horizonte del futuro.

El diplomático del país andino, empero, considera un reto mejorar la calidad de la relación con nuevas apuestas de inversión, poniendo énfasis en los ámbitos de la energía y la infraestructura.

En el mismo tenor se pronunció la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, para quien la “aproximación estratégica” a china debe tener como objetivo “conseguir mayores niveles de inversión extranjera directa, especialmente dirigida a mejorar la infraestructura, promover la diversificación productiva y exportadora y estimular alianzas empresariales”.

No cabe la menor duda de que al redimensionar sus relaciones con China, la región ampliará su abanico de posibilidades, lo que a su vez redundará en un mayor bienestar para la gente. La CELAC, pese a su diversidad, demuestra que la región puede pensar y actuar con espíritu de cuerpo, diversificando sus relaciones, afianzando su posicionamiento en el mundo y reforzando su independencia.

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