Los logros del presidente Leonel Fernández en sus doce años de Gobierno están ahí. Son reveladores. El que quiera verlos que tome un carro y recorra las principales provincias del país. El que no quiera verlo que simplemente cierre los ojos.
Después de tantos años desempeñando el puesto más importante de la nación yo, tal vez, hubiera comprado una finquita cerca de la capital y me hubiera retirado a contemplar la naturaleza. Y si eso me resultara inútil y aburrido, haría, entonces, lo que está haciendo Leonel Fernández desde la Funglode, en beneficio de muchos jóvenes que aspiran a una educación de excelencia.
¿Qué impulsa a un hombre que tiene un espacio bien ganado en el parnaso histórico de la República Dominicana a seguir aspirando a la presidencia?
¿Ambición desmedida de poder? ¿Falta de voluntad para enfrentarse con los grupos de poder y las masas que hoy lo empujan a lanzar una candidatura, que en lo más íntimo de su convicción, quizás no sea lo que realmente desee en estos momentos? ¿Aspiración a romper el récord de Buenaventura Báez y de Joaquín Balaguer y convertirse en el dominicano que más veces ha estado en la presidencia de la República?
No es dinero, porque me consta que la acumulación de dinero no está dentro de las metas a lograr por un hombre cuya vocación siempre ha sido la academia. Tampoco es debilidad de carácter ni miedo.
Encontrar una respuesta a esas preguntas trasciende al psicoanálisis y a la metafísica. Por lo que preferiría dejársela a la imaginación de mis lectores.
Danilo Medina ha hecho un Gobierno que por la razón que sea le ha permitido alcanzar unos niveles de aceptación y simpatía popular sin precedentes. El 77% quiere que siga en el poder. Es la primera vez que el pueblo dominicano se manifiesta de manera tan abierta en favor de la reelección de un presidente. Y eso lo ha logrado Danilo sin apelar a las malas artes o a los elementos de manipulación de conciencia muy propios de la política tradicional dominicana.
Ironía de la vida. El PLD es el único obstáculo para que esa aspiración popular se pueda materializar. Y lo peor de todo es que no es por problema de principios políticos ni por pruritos legales con relación al tema de la reelección.
Cuando ese partido consideró que Leonel Fernández merecía ser reelecto, todos peledeístas nos unificamos para que fuera así, dando de esa manera un reconocimiento explícito a lo que fue su obra de Gobierno.
¿Por qué ahora no hacer lo mismo con Danilo Medina que, para el beneficio de su causa, no enfrenta una oposición convincente ni siquiera desde los litorales de los opositores más activos del PLD? ¿Es Leonel que no quiere? Me atrevo a asegurar no es Leonel. La madurez y sensatez de un hombre que ha sido tres veces presidente de la República deja fuera de duda cualquier obstinación irracional por el poder.
Y sabiendo que hay PLD para mucho tiempo, tal vez por 20 años más, como él mismo ha pronosticado, estoy seguro que posponer sus aspiraciones para otra oportunidad no es su mayor preocupación en estos momentos.
Leonel Fernández no ha dudado un instante en decir que si el pueblo se manifiesta en favor de una reelección del presidente Danilo Medina, el la apoyaría sin reservas.
Lo que planteo en este artículo no lo he hecho por que piense que una candidatura de Leonel Fernández sería como caer en un precipicio o en un matadero electoral para el PLD. Al contrario, un candidato como el, campeón de peso completo, le ganaría sin dudas a cualquier opositor que se le presente en el 2016. Lo que sugiero lo hago porque, en primer lugar, entiendo que Danilo Medina se merece el apoyo del PLD y del pueblo en estas circunstancias tan especiales que vive la nación. Y, en segundo lugar, porque considero que una modificación constitucional nos llevaría a adoptar, de nuevo, un esquema que nunca debió ser sustituido. El modelo norteamericano de reelección es el único sistema con el que se puede desterrar, de una vez y para siempre, el espíritu caudillista que los dominicanos hemos heredado del Trujillato.
No se puede hablar de fábrica de presidentes en el PLD y evitar dejar caer en los labios una sonrisa cínica y burlona, a menos que no se establezcan las condiciones institucionales para que los nuevos líderes y aspirantes surjan en el escenario electoral de manera libre, sin verse opacados y reducido por la sombra intimidante de un expresidente.
Los precandidatos debutantes del PLD libran hoy una lucha desigual e injusta, donde el único destino que les espera es el despeñadero y la frustración. La reelección de Danilo Medina, una vez y no más, se justifica dentro del marco de ese principio de alternabilidad del liderazgo político, primero, porque estaríamos dándole la oportunidad de terminar una obra de Gobierno que por su tamaño y complejidad amerita de más tiempo y, segundo, porque el cambio de sistema político electoral abrirá las puertas al inicio de una nueva etapa en manera de hacer la política de la República Dominicana.
Hay muchas maneras de hacerlo. Ramón Ventura Camejo presentó una. Que se discuta en el Comité Político el tema. La organización de un plebiscito a lo interno del PLD es otra. El factor más importante, sin embargo, es lo que piensa y opine la población. A este respecto, todas las encuestas están hablando. ¿Qué se espera, entonces? La voluntad política entre los actores.
Las leyes solo tiene significados cuando existe un conglomerado dispuesto a acatarlas y respetarlas. Por lo que de nada serviría la decisión fría del Comité Político del PLD o el resultado abrumador de un plebiscito.
La clave para abordar el problema es más humana que política: desprendimiento, racionalidad y buena voluntad de los actores. Ojalá se entienda y nos pongamos todos de acuerdo.