Opinión

En los últimos 23 años (1990-2013), la migración se ha incrementado en un 66%, al pasar de 154 millones en 1990 a 232 millones en el año 2013. Así lo revela un comunicado de las Naciones Unidas, publicado en el marco de la celebración del Segundo Dialogo de Alto Nivel sobre la Migración internacional, en octubre de 2013.

La migración es un factor que impacta el desarrollo de los países y es, por tanto, un elemento sustancial a tomar en consideración en los procesos de planificación.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) la define como un “Movimiento de población hacia el territorio de otro Estado o dentro del mismo que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas”.

Los flujos migratorios son dos caras de una misma moneda; por un lado está la emigración, es decir, la salida de personas de un lugar o país para establecerse en otro, y la inmigración, que comprende la entrada a un país o región de personas que nacieron o proceden de otro lugar. El elemento básico de estos flujos migratorios es la búsqueda de mejores condiciones de vida por parte de quienes se trasladan de un lugar a otro: mientras menos favorables sean las condiciones para lograr los objetivos de desarrollo de las personas, mayores serán las probabilidades de migracion hacia lugares que ofrezcan mejores oportunidades.

Esto ha llevado a considerar la migración como algo negativo que afecta el desarrollo socioeconómico, por la salida de mano de obra de trabajadores calificados. Sin embargo, en su informe sobre “Las migraciones en el mundo 2013”, la IOM ha establecido que “Actualmente hay un reconocimiento cada vez más generalizado de que una migración encauzada y gestionada eficazmente por los encargados de la formulación de políticas puede contribuir al desarrollo.”

En los últimos años, la migración y sus vínculos con el desarrollo se han ido convirtiendo en una cuestión política de alto interés.

En el 2006, se celebró el primer Diálogo de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre la migración internacional y el desarrollo, en el cual se estableció sólidamente la migración en la Agenda para el Desarrollo de los Pueblos y creó el Foro Mundial sobre la Migración y el Desarrollo (FMMD), en el año 2007.

En un primer diálogo, los participantes afirmaron que la migración era un fenómeno cada vez más importante, tanto por su alcance como por su complejidad, y coincidieron en que “podía ser una fuerza positiva para el desarrollo, tanto en los países de origen como en los de destino, siempre que fuera acompañada de políticas apropiadas”, sobre todo tomando en cuenta la globalización como proceso de integración mundial de aspectos económicos, sociales, tecnológicos y culturales.

De conformidad con el documento “Las Migraciones Internacionales: Análisis y perspectivas para una Política Migratoria”, publicado en Chile por la OIM, “el proceso migratorio cobra una importancia sin igual en este marco de globalización y por tanto se debe abordar con una perspectiva renovada, viéndolo ya no como un proceso residual, sino como fundamental para el desarrollo del país; y se plantea la necesidad de los Estados para definir una política pública alrededor del proceso migratorio, de manera que no se contraponga los intereses de los Estados con los reales patrones existentes dentro del modelo aplicado de integración, desarrollo y cooperación regional.”

En el país, la situación migratoria con Haití, es un tema delicado que en los últimos años ha puesto de relieve la imperiosa necesidad de establecer una política migratoria unificada, coherente y, sobre todo, apegada al principio de continuidad. Es decir, debe ser una política del Estado dominicano, no de un gobierno en particular.

Lo anterior cobra especial relevancia cuando vemos cifras como las presentadas en el documento “Dominicana en cifras 2014”, de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en el que se evidencia el aumento de la cantidad de personas que entran y salen del país por vía terrestre a través de los puestos fronterizos: en 2009 se registró una entrada de 57,917 y una salida de 42,279 personas; en 2011 las cifras fueron de 106,038 entradas y 85,882 salidas; y en 2013 entraron 237,147 y salieron 163,382 personas por la frontera. Esto significa que en esos años ingresaron 401,102 personas y salieron 291,543. Esto es, se quedaron en el país 109,559 personas.

En este tenor, la END 2030, trata el tema migratorio en el segundo eje estratégico, que procura una sociedad con igualdad de derechos y oportunidades. El objetivo específico 2.3.7 demanda que el Estado ordene “los flujos migratorios conforme a las necesidades del desarrollo nacional”, y para lograr esto establece 6 líneas de acción: reordenar y modernizar el marco legal e institucional, con fines de fortalecer el sistema de registro, gestión y control de los flujos migratorios; regularizar la situación de la población extranjera; establecer un sistema de cuotas y/o incentivos para permiso temporal o de residencia, según las demandas del desarrollo nacional; fortalecer mecanismos de prevención y sanción contra la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes; y asegurar el cumplimiento de las disposiciones legales en la materia y el respeto a los derechos humanos de la población inmigrante.

La END estableció, igualmente, en el artículo 29, numeral 9, como una de las reformas asociadas al primer eje estratégico, la obligación de reordenar y modernizar el marco legal e institucional en materia migratoria en un plazo no mayor de 2 años.

Es en este sentido, que urge revisar integralmente la Ley General de Migración, No. 285-04 del 15 de agosto de 2004, para que se convierta en un instrumento de apoyo a la política migratoria eficiente que respete los principios de justicia, igualdad, solidaridad, integración a la sociedad y la no discriminación.

El Plan Nacional de Regularización de extranjeros en situación migratoria irregular y la Ley 169-14, del 21 de mayo de 2014, que establece un régimen especial para personas nacidas en el territorio nacional inscritas irregularmente en el Registro Civil dominicano, son parte de un proceso complejo que debe abordarse responsablemente para solucionar el tema migratorio de la frontera domínico-haitiana.

Los últimos acontecimientos de violencia y caos en la frontera y las recientes declaraciones del Ministro de Interior y Policía, proponiendo cambios importantes al Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, evidencian la necesidad de asumir una política migratoria que permita al país lograr un desarrollo con planificación.

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