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Se ha dicho que Pedro Martínez lanzó en la era de los bateadores. Pero lo real y objetivo es que durante el apogeo de su carrera, el dominicano silenciaba la ofensiva contraria.

Ese dominio de Martínez lo ha puesto en posición para recibir el honor más alto del béisbol-uno que podría ser el punto más brillante de su carrera. El derecho, quien en su mejor momento combinaba una recta de 94-96 millas por hora con un cambio de velocidad prácticamente imbateable, espera ser elegido al Salón de la Fama en su primera oportunidad. Los anuncios de las votaciones serán anunciadas el martes.

Siempre cómodo siendo el centro de atención, Martínez-ingresado al Salón de la Fama de los Medias Rojas en agosto– sin duda gozaría el honor de ser exaltado al Salón de la Fama.

Un candidato debe recibir el 75% de los votos de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica (BBWAA, por sus siglas en inglés) para ingresar a Cooperstown.

«Estoy anticipando eso», dijo Martínez durante los entrenamientos del 2014. «Pero no es tanto lo que puedo hacer. Por ahora, estoy como ustedes, esperando la oportunidad de llegar. Creo que deberé tener posibilidades, pero no depende de mí. Sólo puedo esperar».

Otros lanzadores que aspiran a ser elegido este año por primera vez son Randy Johnson (303 victorias y cinco premios Cy Young) y John Smoltz (213 triunfos y 154 juegos salvados).

Los números de Martínez-récord de 219-100, efectividad de 2.93 y 3,154 ponches-explican bastante lo brillante que fue el dominicano en su carrera.

Pero para valorar lo que fue Martínez en su mejor momento, hay que ver el trecho entre 1997 y el 2003.

En 199 aperturas durante ese período de siete temporadas, Martínez tuvo 118-36 con promedio de carreras limpias de 2.20. En 1,408 innings, registró 1,761 ponches y limitó a los oponentes a promedio de .198.

Esos números se pueden comparar con los de Sandy Koufax, quien entre 1961 y 1966 tuvo 129-47 con 2.19, 1,713 ponches y promedio en contra de .197.

A todo eso hay que agregarle el hecho de que Martínez lanzó en plena era de jonrones, haciendo desde 1998 sus aperturas como local en el Fenway Park y midiéndose a lineups con el bateador designado.

Martínez debutó en Grandes Ligas como compañero de equipo y hermano del derecho Ramón Martínez en los Dodgers de 1992.

Los Angeles, no sabiendo exactamente cómo sería el futuro del dominicano-lo veían con escepticismo por su falta de corpulencia-lo cambió a los Expos de Montreal por Delino DeShields el 19 de noviembre de 1993.

En 1997, Martínez se convirtió en una superestrella. Ganó el primero de sus tres Cy Young con récord de 17-8 con efectividad de 1.90.

Después de esa temporada, Martínez fue canjeado por Montreal a Boston, cuyo gerente general era Dan Duquette-el mismo que adquirió desde Los Ángeles al lanzador como GG de los Expos.

La «Nación Medias Rojas» gozó la proeza y el carisma de Martínez, quien en sus siete años en Boston tuvo marca de 117-37 con promedio de carreras limpias de 2.52.

Los otros dos Cy Young conquistados por Martínez fueron en 1999 y el 2000, dos temporadas sumamente dominantes de parte del oriundo de Manoguayabo, R.D. Se produjo una gran controversia cuando en 1999-año en que Pedro tuvo 23-4, EFE de 2.07 en 313 ponches-el boricua Iván Rodríguez fue elegido Jugador Más Valioso de la Liga Americana. En el 2000, Martínez terminó con 18-6 con efectividad de 1.74, la mejor de su carrera.

El último año de Martínez con los Medias Rojas fue el 2004, cuando el equipo ganó su primera Serie Mundial desde 1918.

«Ese desfile nunca sale de mi mente», dijo Martínez. «Fue un día mágico ver a tanta gente haciendo fila, por todo Boston».

Martínez recuerda el 2004 desde el punto de vista colectivo. Pero 1999 es cuando lanzó tres de sus juegos más memorables.

El primero fue el Juego de Estrellas en Boston, donde lanzó dos innings perfectos y ponchó a cinco de los seis bateadores que enfrentó.

El segundo fue el 10 de septiembre en el Yankee Stadium, donde el dominicano tiró juego de un hit con 17 ponches contra unos Yankees que estaban en medio de su época de gloria.

Y finalmente, un Martínez lesionado lanzó de manera brillante en el Juego 5 de la Serie Divisional en Cleveland, donde salió del bullpen y tiró 6.0 entradas sin hit para ayudar a los Medias Rojas a alcanzar la siguiente ronda de los playoffs.

«Desesperación», dijo Martínez acerca de aquella actuación. «Estaba desesperado por hacer lo que pudiera para ayudarnos a ganar. Puse en juego mi carrera y todos los problemas con mi hombro más adelante estuvieron relacionados con eso».

Pero no hubo lamentos. Esa noche en Cleveland fue sólo uno de muchos momentos que definieron la carrera de Martínez, quien espera aterrizar en Cooperstown en julio.

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