Opinión

El embajador de los Estados Unidos de América en la República Dominicana, James (Wally) Brewster, continua tirado al medio de la calle (o la calle al medio) junto a sus colaboradores nativos y foráneos buscando informaciones y opiniones de diversos sectores de la sociedad dominicana.

Pocas veces en la historia de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones se había visto tanto dinamismo e interés en un funcionario de esa categoría en conocer a fondo la dinámica de cada sector social, económico, político y judicial del país.

Este embajador, que es oriundo de Lindale, Texas, en su dinámica y agitada agenda y en tan corto tiempo, ha hecho contactos con sectores políticos, de la oposición, del gobierno, profesionales, hombres de negocios, sociedad civil, periodistas, entre otros.

El embajador estadunidense acreditado en el país, que fue Vice Presidente Nacional del Consejo de Liderazgo, LGBT, del Comité Nacional Demócrata durante la campaña de Obama en el 2012, está trabajando tanto y tan aprisa, que es justo decir que es merecedor de un sueldo extra por la labor que está realizando para el Departamento de Estado Norteamericano.

Parecería que, ese levantamiento de información, pronunciamientos y visitas constantes a diferentes instancias públicas y privadas del diplomático de los Estados Unidos es para comprobar cara a cara la real situación de la República Dominicana y así captar el sentir más profundo de nuestro pueblo.

No sé si estas reflexiones que estoy haciendo es debido a la paranoia que nos han creado los intereses geopolíticos norteamericanos con sus intervenciones en el pasado, que la actuación de “míster” Brewster resulta tan sospechosa por el interés tan marcado por saber lo que sucede en este pedazo de isla. Pero no hay un plan en marcha.

Incluso, para que ustedes comprendan lo planteado hay algunos dirigentes políticos de la oposición y del peledeismo gobernante y otros representantes de la vida social e institucional del país con los cuales he hablado y que han sido abordados por el funcionario extranjero y sus colaboradores de la embajada americana me contaron que se han extrañado del conocimiento que éstos tienen de la realidad nacional.

“El que habló conmigo sabe más de la República Dominicana y de los dominicanos que yo”, me dijo uno.
Creemos que esa intensa actividad del embajador de la Embajada América responde a un plan que debe estar preocupando a muchos peledeìstas que hoy están “borracho de poder” y al parecer, esa condición de embriaguez no le está permitiendo descifrar la estrategia que se está llevando a cabo.

Parece ser, hasta muestra en contrario, que a los militantes y dirigentes más importantes del partido de la estrella amarilla les inquieta poco que el Departamento de Estado de los Estados Unidos probablemente, haya concluido y comprobado mediante los mecanismos arriba mencionados que la reelección del presidente Medina no es posible y que el retorno al poder de doctor Leonel Fernández en el 2016 no les agrada. Mientras tanto hay que preguntarse: ¿Qué les pasa a los norteamericanos con el PLD?

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