En atención a lo establecido en el Acápite 1, del Artículo 121 de la Constitución de la República Dominicana proclamada el 26 de enero de 2010, el Congreso Nacional, constituido en Reunión Conjunta, recibe del Señor Presidente de la República su mensaje, la rendición de cuentas de su administración, así como las memorias de los ministerios, correspondientes al año 2014.
Bienvenido sea, Señor Presidente, gracias por el privilegio de su compañía.
De manera muy complacida damos también la más cordial salutación a las muy distinguidas personalidades que nos acompañan en esta hermosa mañana. ¡Enhorabuena!
Sea nuestro primer pensamiento, en un día tan importante como este, para nuestros héroes de la Independencia, hombres y mujeres que luego de una larga lucha libertaria nos legaron el más grande y caro patrimonio que debemos resguardar y exhibir con orgullo los dominicanos y las dominicanas: La Patria Independiente, libre y soberana.
Demos gracias, en esta memorable ocasión, a los ilustres ciudadanos de la República, Padres de la Patria, Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, quienes constituyen en conjunto el mejor modelo a seguir, como los más altos referentes del esfuerzo, la entrega y el sacrificio.
Ante ellos nos inclinamos reverentes y obligados en este ciento setenta y un aniversario de la Proclamación de la Independencia Nacional de nuestra amada República Dominicana, epopeya que se inició aquel martes 27 de febrero de 1844 y que puso fin a los 22 años, en los que toda la isla La Española estuvo dominada por el horror y la vergüenza de un gobierno abusivo, usurpado e ignominioso.
Todavía se estremecen las paredes de la conciencia nacional ante el Trabucazo de Matías Ramón Mella y la voz alta y sonora de “Viva la República” de Francisco del Rosario Sánchez en aquella noche imperecedera.
Recordemos también, desde lo más profundo de nuestro corazón, la expresión de nuestra María Trinidad Sánchez, heroína también de la Independencia, esta vez el 27 de febrero de 1845, al cumplirse el primer aniversario de la fundación de la República, cuando, camino desde la Fortaleza Ozama hasta el cementerio, donde sería fusilada, y al pasar por la Puerta del Conde exclamó: «Dios mío, cúmplase en mí tu voluntad y sálvese la República”…
¡Loor a la valentía de la mujer dominicana!
Elevamos nuestra gratitud hasta la Gloria donde se encuentran y evocamos la memoria de nuestros hombres y mujeres que nos mostraron que es posible transformar los sueños en realidades, con unidad, con trabajo y con generosidad.
Invocamos también en esta ocasión la memoria de un virtuoso defensor de los principios de nuestra dominicanidad, quien ha sido imprescindible en el pensamiento e inspiración en los momentos gloriosos y en los difíciles, un hermoso ser que ha influido positivamente en el curso de nuestra historia de manera decisiva: Que vaya nuestro recuerdo eterno a nuestro líder, maestro y guía, el Profesor Juan Bosch.
Dentro de la obligada brevedad de estas palabras, es inevitable referirnos, a procesos trascendentales y sin precedentes que vive la nación dominicana y que por su notable importancia histórica no pueden ser pasados por alto en esta singular ocasión.
Asistimos a momentos estelares y auténticamente positivos.
Los acontecimientos que se suceden ante la mirada aprobatoria de la inmensa mayoría de la población se inscriben, de manera indeleble, en los más extraordinarios capítulos de los últimos, ya casi, dos siglos.
Estamos en medio de una verdadera revolución con nuevas armas, pero con los mismos buenos y viejos sentimientos.
Hablamos de la revolución de los iletrados que ya no lo son, que han visto sus vidas transformadas; de los niños en las escuelas; de los maestros y maestras; de las madres; de los emprendores.
Vivimos en una nueva y hermosa revolución de hombres y mujeres con más y mejores expectativas, con una nueva visión del porvenir, pues viendo resultados palmarios se incorporan a luchar con fe y esperanza por la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
No nos cabe la menor duda que estamos transitando el camino correcto. El sueño dominicano se realiza.
Lo que sucede en nuestro país es el resultado de una extraordinaria visión que se ha convertido en modelo y vía expedita para que transiten los grandes sueños económicos y sociales del pueblo.
Esta forma tan particular de gobernar también se ha tornado en referente de otras naciones que generosamente han tomado en cuenta nuestro proceso.
Gracias Compañero Presidente, Lic. Danilo Medina, por estas realizaciones. La historia lo recordará.
Gracias por construir esta nueva forma de comunicación entre el Ejecutivo y la gente sencilla y buena de nuestro pueblo. Su estilo es una puntual interpretación de la enseñanza que se deduce en el libro sagrado de nuestra fe, específicamente en Lucas, Capitulo 5 y que la podemos decir de esta manera:
“Si quieres conocer el corazón de la tormenta, rema mar adentro y lo encontrarás”.
Nuestra República Dominicana vive un nuevo pensamiento, un nuevo estado de cosas que debemos continuar y que no debemos detener. Para ello se requiere del concurso de todos y de todas.
El Congreso Nacional ha estado y seguirá estando presente, consciente del papel que le toca jugar en este portentoso proceso de desarrollo que vive el país.
Seguiremos trabajando, junto a los demás Poderes del Estado, en las soluciones que amerite cada escenario; siempre con buen juicio, consenso, prudencia y valentía.
En todos los países democráticos del planeta se reconoce la necesidad de que sean las legislaciones, junto con las políticas y voluntades de los gobiernos y de todos los sectores pro activos de cada nación, la fuerza capaz de deshacer la pobreza, el hambre y la exclusión.
Los que hemos tenido el privilegio de vivir de cerca y con toda intensidad la política social y económica de esta etapa de nuestra historia, sabemos bien cuán ciertas son la actitud y voluntad presentes para resolver los problemas que afectan nuestra población.
El Congreso Nacional, un cuerpo compacto y maduro, continuará al servicio de los nobles anhelos de paz, bienestar y prosperidad de los hijos e hijas de esta tierra nuestra.
Para concluir, con su venia, resulta ineludible resaltar la manera como la mujer dominicana viene asumiendo más y mayores responsabilidades en la vida pública y privada del país.
Alienta a millones de dominicanas, junto a mujeres de todo el mundo que nos observan a lo largo y ancho del Planeta, esta singular ocasión, en que por vez primera, en los ciento setenta y un años de vida republicana de nuestra nación, se le confiere a una mujer la muy alta distinción de dirigir esta columna tan significativa de nuestra democracia que es el Senado de la República y con ello esta Reunión Conjunta, lo cual nos convoca a la gratitud a quienes hicieron posible esta realización y al compromiso por lograr un mundo más justo, más humano y más equilibrado, en donde la mujer sea empoderada de los derechos inherentes que le corresponden.
“No hay satisfacción ni premio mayor que cumplir con el deber”.
Grande es aun la deuda con la mujer.
Comprendemos nuestro compromiso a pie juntillas y asumimos este como cada reto con humildad.
Gracias a todos y a todas.
Gracias del alma.
¡Que vivan los héroes de nuestra independencia!
¡Que vivan los héroes de la restauración!
¡Que viva la República Dominicana!
¡Que Dios les Bendiga!