Opinión

Como citamos en un artículo anterior, la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), ha publicado el Panorama Social de América Latina 2014, donde se alerta del congelamiento de la reducción de pobreza en la región, al igual que de un ligero aumento de la indigencia, que se produce en un preocupante “contexto de estancamiento económico.”

Dicho organismo de las Naciones Unidas, encargado de evaluar el desempeño económico y social de la región a la que pertenecemos, ha llamado la atención de los Estados hacia la necesidad de fortalecer las políticas sociales, abordar los cambios estructurales que requieren nuestras economías y elevar los niveles de recaudación de los Gobiernos, para poder aumentar la inversión social.

En la reciente Cumbre de la CELAC, Alicia Bárcenas, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, rememoraba el llamado del presidente Raúl Castro, a la sazón Presidente pro témpore de la CELAC, para que todos los países de la región se comprometieran con la erradicación de la pobreza extrema y el hambre.

A pesar de este compromiso, Bárcenas, al presentar ante la Cumbre las cifras del crecimiento económico de la región, ha presentado el pobre desempeño de la región en el 2014 y ha previsto un año difícil para este 2015.

Sin embargo, al analizar los datos de pobreza que demuestran el estancamiento de la reducción de la misma, la misma Secretaria Ejecutiva afirma que la medición realizada “en términos de ingresos monetarios” es una medida “poco exigente”. Es por ello que la mayoría de nuestros Gobiernos hemos transitado hacia medidas de pobreza multidimensional, que también son incluidas dentro del informe de CEPAL, y que reflejan con mayor fidelidad, el desarrollo equitativo de los ciudadanos.

En un mundo que se prepara para pasar balance a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los cuales vencen en este 2015 y que, en su mayoría, no han sido cumplidos por la comunidad internacional, debido a innumerables razones; debemos trabajar la Agenda post-2015 como una agenda hacia la igualdad social, que no se puede medir en términos de ingresos monetarios.

La CEPAL afirma en su informe “Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible” que lo que se requiere es “asegurar los logros sociales alcanzados en estos años y evitarnos otro período de restricciones y penurias, es preciso promover, mediante un conjunto renovado de reformas institucionales y de política, una nueva senda de crecimiento sostenible con crecientes grados de igualdad”.

Varios países de América Latina, y especialmente la República Dominicana, han logrado avances en la reducción de la pobreza y la indigencia, como mismo plantea la CEPAL en su publicación cuando afirma que en Ecuador, Paraguay y República Dominicana se “produjeron disminuciones muy importantes de la pobreza (de entre -3% y -6% por año).”

Al tomar la interesante medida multidimensional de la pobreza para medir los avances de cada país, se pueden evaluar las políticas públicas específicas que se van implementando para abordar las problemáticas de cada país, lo que refleja aún mayores avances en nuestro país, especialmente en educación, salud y acceso a servicios públicos.

Los indicadores de medida multidimensional, como la vivienda, la precariedad de los materiales de vivienda, el hacinamiento, los servicios básicos, el estándar de vida, la carencia de energía eléctrica, la educación, la empleabilidad y la protección social; muestran importantes avances en la República Dominicana, lo que demuestra una mejor distribución de los ingresos, que es transitar hacia la igualdad social.

Es en el mismo informe de la CEPAL donde se afirma que la República Dominicana ha ido mejorando en la igualdad de distribución de los recursos, especialmente en el período 2008-2013, donde la polarización en la distribución del ingreso se ha ido reduciendo.

Se ha alegado, por igual, que ha aumentado la indigencia entre las mujeres dominicanas, según la publicación del anuario estadístico de la CEPAL, donde el índice de feminidad de la indigencia y la pobreza ha pasado de 129.4 en el 2002 a 152.2 en el 2013, lo cual es el fruto de la elevada tasa de madres que son jefas de hogar en nuestro país, que rondan el 60% de las familias pobres de país. De igual manera, son la consecuencia de problemáticas sociales que enfrenta la mujer, como la violencia de género y los embarazos en las adolescentes, acciones que las condenan a la pobreza.

Ante esa situación, es preciso continuar con los proyectos de capacitación y generación de ingresos para mujeres que hemos emprendido desde Progresando con Solidaridad, que buscan dotar a las mujeres dominicanas de herramientas para su desarrollo, porque donde hay mujeres empoderadas, las sociedades progresan. El éxito de estas políticas se refleja en el aumento sostenido de la tasa global de participación de las mujeres en el mercado laboral, que según el Banco Central, ha pasado de un 40% en el 2001 a un 46.1% en el 2014.

Es injusto enfocar el interesante informe de la CEPAL sobre el panorama social de América Latina, sólo al ligero aumento de la pobreza y la indigencia en la región, cuando el mismo informe plantea grandes avances en distintas áreas del desarrollo social.

No hay dudas de que nuestra región ha avanzado decididamente en el diseño y ejecución de políticas sociales que atenúan el impacto de la pobreza y la indigencia en los ciudadanos. Al complementar estas políticas con una intervención integral enfocada hacia la generación de ingresos, la productividad y el acceso a microcréditos – como ha hecho la República Dominicana – nos mantenemos en el camino certero del progreso y la reducción de las brechas sociales.

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