Hablan los hechos

La madurez y responsabilidad pública de los principales medios de comunicación tradicionales del país, seguida por una puntual prudencia de quienes dirigen el Estado representado por su gobierno y de la solidez del liderato del partido oficial, pudieron imponerse y evitar que la narco-política desestabilizara a la nación.

El destape de señalados mentores de la oposición que se refugian en contados medios de comunicación, que a la vez sirven de soporte a una agresiva sociedad civil, enemigos jurados del doctor Leonel Fernández, no deja lugar a dudas de que se agotaron las últimas municiones, tan sólo para dejar constancia de que cumplieron su compromiso.

La ingobernabilidad que desgasta y deslegitima estructuras partidarias tradicionales para conducir por buen rumbo al Estado, como acontece en México y parte de su traspatio centroamericano, era lo que se procuraba, sin importar que con ello se perdiera la autonomía para diseñar y ejecutar políticas públicas de interés nacional, y se expusiera dejar esos Estados a expensas de intereses foráneos, destino que se resisten aceptar.

La democracia dominicana de esta época, que el año próximo cumple 50 años, ha sido puesta a prueba y atacada con intenciones de desaparecerla muchas veces en ese lapso, pero como en esta ocasión el liderazgo político de figuras como Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez pudieron sobreponerse a sus diferencias y propiciar su continuidad, hasta hacerla más definida y vigorosa, como lo está hoy.

Algunos despistados quieren reducir el objetivo de la maledicencia a destronar al principal cabeza del PLD, el doctor Leonel Fernández, pasando inadvertido que se hacía coincidir con los espasmos de la división reeleccionista, para de carambola anular también a Danilo Medina y desterrar al PLD del poder.

Pero la mutual Fernández-Medina, abrevando en historia contemporánea, le cerraron el paso a la aventura desestabilizadora con un apretón de brazos.

Enriquecedora experiencia de la prensa

La prensa tradicional dominicana tiene acumulada una rica experiencia en eso de colocar los intereses perdurables de las instituciones por encima de los coyunturales de los políticos más desvergonzados y aventureros, que también existen junto a los responsables y con visión de historia y permanencia.

Y aunque hoy se ha diversificado de escrita a electrónica, sigue siendo la primera la que marca el paso en la creación de opinión pública.

Recordemos la vigorosa postura de don Rafael Herrera y el Listín Diario posterior al golpe de Estado de 1963, de la segunda intervención armada de los Estados Unidos en 1965, de la persecución a sangre y fuego de los constitucionalistas denunciadas por este diario y los que se fraguaron para entonces, El Nacional y Ultima Hora y luego La Noticia, así como los inolvidables Radio Mil Informando, Noti-Tiempo de Radio Comercial y el informativo de Radio Popular.

Pero el estallido de medios electrónicos ha traído consigo la improvisación de informadores y hacedores de opinión de todo jaez y ralea, que no hicieron “centro” y mucho menos escuela, algunos de ellos provenientes de partidos políticos que les dificultan el ascenso y encuentran en estos medios la manera de trascender, así sea a costa de las buenas costumbres y de la ética política que le enseñaron. Por eso, son los peores servidores de opinión.

Ejemplos hay de estructuras mediáticas electrónicas de largo alcance que por ello se creen rectoras del interés nacional y toman partido por opciones políticas previamente seleccionadas para ofrecerle su respaldo y llevarlas al poder. Los dominicanos, que conocen bien de imposturas en gobiernos, le han propinado cinco derrotas consecutivas, y van camino a la sexta.

La prensa tradicional supo interponer un valladar al peligro que afrontaba toda la sociedad, reduciendo la inquina a los buscadores de fortunas que se han colado en las nuevas ofertas electrónicas, los que conviven en esos medios con flores de loto y tulipanes que no marchitan, aunque expuestos al quemante sol.

Y para aleccionar acerca de cómo se hace buen periodismo, mantienen abiertas sus páginas para los que debieron ser buenos alumnos de Don Rafael planteen lisonjas y malquerencias que se equiparan a los que hoy como siempre no paran mientes en destilar celos generacionales que los consumen en sus frustraciones que datan de casi 20 años. El propósito real es agotar su prestancia para que se mantenga viva la maledicencia.

El Gobierno en defensa del Estado

El Estado con todos sus poderes constituyen el basamento de la democracia, y los gobiernos los protectores de su pureza contra toda ruindad.

El gobierno que preside Danilo Medina se ha mantenido incólume ante la pérfida marejada que pretendía arrastrarlo a la turbulencia de los dimes y diretes que consumiera la autoridad de sus bien estructuradas columnas de la Ley y de la Justicia. Con tiempo, advirtió que no caería en el cieno que aquí llamamos “légamo” por su putrefacto hedor.

Y si bien son muchos y diversos los ramales que lo componen, de donde quizá algún desaprensivo ha hecho galas de sus malas artes, la mala yerba ha quedado aislada en su productivo huerto.

Ni por la cabeza de los responsables del Gobierno ha pasado la idea de sujetar la libertad de prensa, como acontece en varios de sus pares latinoamericanos que no acaban de entender que esos son los dolores que aquejan a la democracia y con los cuales tiene que convivir. Además, porque demasiados y frondosos frutos políticos ha cosechado el PLD para echar por la borda una de sus principales conquistas. Que desbarren cuenta quieran los que abusan de la libertad de prensa, que el pueblo les cobra siempre su cobarde osadía.

Imperturbable liderazgo del PLD

Ante tanta iniquidad, el liderazgo del PLD se ha mantenido imperturbable.

El doctor Fernández, su principal objetivo, se sabe poseedor de la verdad y de tantos logros económicos, sociales e institucionales, que ya lo acreditan para situarse al lado de los tres grandes.

Pero igual de maduro, sagaz y paciente el resto de la alta dirigencia peledeísta ha sabido comportarse a la altura de los acontecimientos.

Es mucho y muy trascendente lo que está en juego.

La nación que bajo la dirección del PLD ha multiplicado por tres el Producto Interno Bruto, que ha liberado al pueblo de la dependencia alimentaria de ultramar, que le salió al frente a la pobreza con programas que son objeto de reconocimientos de organismos mundialistas, que sustenta en los cuatro grandes pilares (agropecuaria con agroindustria, manufactura con zonas francas, turismo con servicios y una poderosa minería) su inconmovible modelo de desarrollo y que defiende con hidalguía su soberanía e integridad territorial blindado con una institucionalidad a toda prueba, no puede dejarse sustraer con tratativas de quienes ni siquiera tienen idea de la solidez de la nación en que están enclavados.

Será mejor que se aferren a la larga espera, y sean pacientes con la democracia, que quizá el tiempo los reditúe.

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