La contundente respuesta dada al crimen organizado por el expresidente de nuestro país, doctor Leonel Fernández Reyna, arrojó enormes luces sobre las tinieblas en las que se ha estado ocultando la ignominiosa campaña de descredito que en el fondo procura el desvertebramiento del Partido de la Liberación Dominicana y el arrojo de esta entidad política del poder en la República Dominicana.
Creo que se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con el gobernante Fernández, pero hay que admitir que en sus gestiones de gobierno nuestra nación se afianzó en gran modo en la consolidación de su vida democrática, en la creación de modernas infraestructuras de desarrollo, al tiempo que experimentó un sólido crecimiento en su Producto Interno Bruto, que sentó las bases para que el actual Presidente Danilo Medina echara a andar con éxitos rotundos la Revolución de la enseñanza.
La sucia campaña que empieza a desmontarse empezó justo en el momento en que el exmandatario salió del gobierno tras darle paso a su compañero de siempre, Danilo Medina Sánchez, para dirigir la cosa pública.
El interés primario era crear un sisma enorme e irreconciliable entre ambos líderes peledeístas. Para ello el argumento esencial fue que Danilo había llegado al gobierno con las manos atadas y que, simultáneamente, había encontrado las arcas del Estado vacías, vía el denominado déficits fiscal.
Por ese déficit fiscal pedían que el Presidente Danilo llevara a la justicia al entonces saliente mandatario.
Esa demanda repetida a coro desde el Este hasta el Oeste y, desde el Sur hasta el Norte de la tierra dominicana buscaba presentar al doctor Leonel Fernández como responsable del déficit referido y, por lo que era merecedor de pasar a residir cual reo común, entre las ergástulas.
Los orquestadores de aquella primera campaña no se percataron de que a causa de la gran crisis económica mundial, la mayor parte de las naciones de la humanidad y sus gobiernos entraron en déficit fiscal y que, pese a ello, ningún mandatario fue a parar a la cárcel.
Sin embargo, fue de ese modo que los auspiciadores de la división del PLD, trataron obsesivamente de desacreditar a Fernández, al tiempo de distanciarlo de Danilo Medina.
En su empecinamiento absurdo, le montaron un espectáculo penoso y de mal gusto en la ciudad de New York, le aplicaron la vieja táctica del Cóndor Desplumado de la cual, en su tiempo, fue víctima el más grande e idóneo de los organizadores políticos del continente, profesor Juan Bosch.
No satisfechos con sus tropelías fragmentarias, recurrieron al conocido narcotraficante, Quirino Ernesto Paulino Castillo para que intentara echar sobre su honor las aguas negras de todas las alcantarillas de la existencia.
Sus bajas pasiones les hicieron creer que el líder del PLD había sido liquidado por la andanada corrosiva del quirinismo narcótico.
Quedaron atónitos, con el respaldo recibido y, sobretodo, por la contundente y reflexiva respuesta dada por Leonel a la peregrina acusación infundada hecha por el dolido traficante, y a quienes lo aúpan y se aventuran a apostar al desvertebramiento del Partido de la Liberación Dominicana.