Cuando en 1986 el síndico Antonio Belarminio Bicel, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), lanzó la campaña de que el ayuntamiento de La Romana compraría los sacos de basura a 25 centavos a los munícipes, mucha gente pensó que Juan Bosch y los peledeístas se estaban volviendo locos; pero muy pocos se dieron cuenta de que en la República Dominicana se ponía en práctica una nueva visión sobre la gestión administrativa de las ciudades, que históricamente se usaban como oficinas para laborantismo político y “botellas” con el fin de mantener a los partidos o caudillos en el poder.
Han pasado 29 años de ese acontecimiento y hoy los municipios más importantes compran el servicio de recogida de desechos sólidos a empresas especializadas en este servicio, convirtiéndose en modalidades de negocios que involucra el empleo de muchos dominicanos, con amplias posibilidades de expansión y diversificación por el tema del medioambiente, reciclaje y demanda industrial de materias primas.
A medida que el PLD creció y logró ganar ayuntamientos más importantes, como el del Distrito Nacional, tuvo la oportunidad de implementar mejores y más modernos estilos de gestión municipal, por lo que en el año 2002 Roberto Salcedo introduce en la capital el proyecto de “Marca Ciudad”, logrando un relanzamiento de la capital para aumentar su valor frente a sus munícipes, los empresarios, instituciones gubernamentales, sociales, el turismo nacional e internacional. Para ello contrató técnicos dominicanos con experiencia en mercadeo de ciudades en grandes metrópolis como New York, además de contar con el respaldo de su plataforma administrativa y legislativa, especialmente la Sala Capitular, en cuya matrícula de regidores contábamos técnicos en marketing y publicidad municipal, que dimos todo el apoyo para su aprobación y aplicación.
¿Y de qué se trata eso?
Es muy simple. Cuando vemos una fotografía de una ciudad llena de agua con góndolas, inmediatamente pensamos en Venecia (sin investigar si es otro lugar); Si vemos un cristo de brazos abiertos nos viene a la mente Río de Janeiro, de Brasil, y como éstos podemos citar muchos ejemplos de ciudades que tienen su marca para colocarse –igual que una marca comercial de algún producto– en la mente de las personas. Es decir, que la ciudad tiene uno o varios elementos que le dan su marca para posicionarse. El ejemplo más reciente de una correcta y ponderosa aplicación de una Marca Ciudad la tenemos en la ciudad de Dubái, cuyo gobierno la desarrolla para tener un producto atractivo y de larga duración para cuando se les agote su principal fuente de riquezas: el petróleo. Sus inversiones han ido dirigidas a convertirla en la capital del lujo, creatividad, buena vida y la modernidad. El millonario que no ha visitado este paraíso está queda’o, como indica el pueblo.
El modelo desarrollado para la Marca Ciudad del Distrito Nacional inició con la identificación de sus utilidades de mejor explotación, por lo que el concepto mercadológico y conceptual se inició creando un logo de marca urbana basado en la imagen de nuestra ciudad colonial, sin abandonar el Escudo de la Ciudad, de origen colonial heráldico, que se mantiene como Marca Institucional. Ver manual.
Pero una Marca Ciudad no es un escudo o un logo bonitos (Imagen Institucional); es mucho más, porque involucra el concepto de Identidad Institucional, que implica los elementos turísticos de la ciudad, su medioambiente, recursos naturales, arquitectura, monumentos, educación ciudadana, filosofía de sus gobernantes y mercadeo de la misma.
Al Distrito Nacional le siguieron la iniciativa los ayuntamientos Santo Domingo Este y Norte en el año 2006, cuyos alcaldes iniciaron el desarrollo de programas de Marca Ciudad con el rediseño de sus escudos, que fueron creados por administraciones pasadas con criterios puramente artísticos, copiando modelos colonialistas existentes, sin tomar en cuenta que estos municipios eran del siglo XXI y con características históricas y culturales totalmente diferentes.
Como ejemplo de otras administraciones locales del PLD de ciudades pequeñas que han asumido este reto de citymarketing podemos citar a Samaná, que dirije el alcande Miguel Bezi, donde enfocan el proyecto hacia la explotación de su riqueza ecológica y el gran atractivo turístico de las ballenas jorobadas. En el Sur, Emil Volquez, alcalde del municipio de Duvergé, desarrolla igual proyecto en busca de hacer competente y autosuficiente esta pequeña ciudad, explotando su herencia cultural y su condición de territorio del entorno del Lago Enriquillo.
Pero esto no es una moda para lavar la cara de los gobiernos locales y hacerle campaña a sus funcionarios; es algo más serio porque las administraciones que han iniciado el proceso llevan años de aplicación, evaluación y corrección. Ningún proyecto de Marca Ciudad tendrá los resultados programados si no involucra la integración, preparación y participación de directores y empleados municipales, así como la integración de las entidades sociales que conectan a los ayuntamientos con la poblacación. Además, requiere de conexiones y cooperación de intituciones nacionales e internacionales que existan en estas ciudades, ya que los mecanismos de financiamiento municipal aún dependen mucho del gobierno central y la ayuda internacional.
Una de las principales gestiones de cooperación y participación se enfoca en el sistema de educación pública y privada en todos los niveles porque su verdadero éxito estará en la conciencia de los nuevos ciudadanos sobre el tema, su empoderamiento y su identificación con la misma, lo cual es la mejor promoción voluntaria.
Este proceso es lento y se desarrolla a la par de las transformaciones positivas de los ayuntamientos, la voluntad política de sus principales gestores y, sobre todo, si hay garantía de continuidad gubernamental en el tema, pués ya existe la experiencia negativa de alcaldes que lo han abandonado porque ha sido implementado por otro partido, como ocurrió con Santo Domingo Norte en el año 2010.
Es otra de las grandes cosas que no se ven en la transformación de la República Dominicana en su camino al desarrollo y la modernidad. El tema se expande, y desde hace tiempo estamos escuchando y mirando a senadores, funcionarios y al Poder Ejecutivo hablar de Marca Provincia y Marca País, iniciciativa peledeísta que arrancó desde los municipios para mercadear nuestro territorio, hacia la creación de una imagen nacional e internacional positiva, que trae como resultado mejores ciudadanos, turismo de calidad y aumento de riquezas, conservando nuestro patrimonio mediambiental y cultural.