Tras diez meses de guerra y más de cinco mil muertos, acaba de lograrse un alto el fuego en Ucrania que pone de manifiesto el dramático cambio que se ha producido en la situación que se vive en el sureste de este país.
Los antecedentes de este conflicto ya fueron objeto de nuestro análisis en trabajos anteriores y pueden resumirse de la siguiente manera:
1.- La Unión Europea hizo a Ucrania una propuesta de asociación económica como condición para acceder a una ayuda financiera que le permitiría a este país euroasiático hacer frente a los vencimientos de su deuda, oferta que fue rechazada por el gobierno que encabezaba entonces Viktor Yanukóvich.
2.- Presintiendo que aquella negativa implicaba la aceptación tácita de otra oferta hecha por Rusia, miles de partidarios de la alianza con Europa se lanzaron a las calles a exigir la renuncia del presidente Yanukóvich, quien finalmente se vio obligado a abandonar el país.
3.- Siendo tan obvia la complicidad de Occidente con los sectores que provocaron la caída del gobierno y temerosa de que la salida de Ucrania de su tradicional zona de influencia completara el cerco militar que le ha venido tendiendo la OTAN desde la desintegración de la URSS, Rusia respondió respaldando a los ciudadanos que promovieron la reincorporación a su territorio mediante referéndum de la provincia de Crimea y la región de Sebastopol, una zona estratégica que alberga la flota rusa del Mar Negro.
4.- Paralelamente, Lugansk y Danetsk, dos regiones de cultura y lengua rusa conocidas como Donbass, se autoproclamaron como repúblicas independientes con el apoyo Rusia, inconformes con el golpe de Estado contra Yanukóvich y luego de que Kiev se negara a otorgarles autonomía y a reconocer el ruso como idioma oficial del país. En Donbass, que representa el 16 % del PIB de Ucrania, viven más de seis millones de habitantes.
5.- En respuesta a esta declaratoria de independencia, Kiev inicia acciones de represalia.
Pues bien, casi un año después de iniciadas las hostilidades, los separatistas prorrusos no solo han logrado mantener el control efectivo de la mayor parte del territorio de Lugansk y Danetsk, sino que recientemente le arrebataron Debáltseve a las tropas ucranianas, luego de cercarlas y causarles numerosas bajas.
Debáltseve es una ciudad estratégica, ubicada justo entre Lugansk (noreste) y Danetsk (sureste), que es la llave para la comunicación por carretera y ferrocarril entre ambas regiones.
Ante este giro dramático de la situación el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, envió al Congreso de su país una propuesta de base legal para armar a Ucrania.
Más que en Rusia, tal iniciativa tuvo seria repercusión en Europa. Preocupados por el curso que tomaban los acontecimientos y conscientes de que una decisión como esta podría extender la guerra a la totalidad del territorio de Ucrania y desatar un peligroso conflicto en corazón de Europa, susceptible de agudizar los de por sí serios problemas que afectan actualmente a la Unión Europea, e incluso de arrastrarle, la Canciller de Alemania, Ángela Merkel, y el presidente de Francia, François Hollande, se lanzaron tras la búsqueda de una solución negociada a la complicada situación del este de Ucrania.
Tras 16 horas de intensas negociaciones en Minsk, la capital de Bielorrusia, con los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Ucrania, Petro Poroshenko, se alcanzó un acuerdo de trece puntos, entre los cuales destacan: un alto el fuego inmediato y completo en zonas concretas de Danetsk y Lugansk; retirada del armamento pesado de ambas partes a una distancia equitativa con el fin de crear una zona de seguridad; seguimiento y verificación eficaz del alto el fuego y la retirada de las armas pesadas por parte de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE); retirada de todos los grupos armados extranjeros, e inicio de discusiones para la celebración de elecciones y la conformación de gobiernos locales con determinada autonomía.
Como puede apreciarse, los acuerdos reconocen la nueva realidad existente en Ucrania como consecuencia del discurrir de los enfrentamientos en el plano militar e impone límites a la injerencia extranjera en el conflicto.
En comparación con la situación prevaleciente en septiembre del año pasado cuando se pactó en Minsk el primer cese el fuego, que nunca se cumplió, las fuerzas separatistas se encuentran en una mucho mejor posición, pues lograron desde entonces aumentar en cerca de un cincuenta por ciento el tamaño del territorio bajo su control.
Aunque con mucha cautela, Estados Unidos ha aceptado como un mal menor lo pactado por Merkel y Hollande, que sin duda representa un triunfo contundente para Rusia y las fuerzas separatistas, cuyo avance, sin embargo, se detiene, al menos momentáneamente, brindándole a Kiev el respiro que necesitaba y a Occidente el tiempo necesario para repensar la situación.