Esta columna planteó que la crisis del Robert Read, la primavera árabe en el sector salud, fue la oportunidad aprovechada para adoptar las medidas pertinentes que harían posible continuar el proceso de construcción de un nuevo paradigma en salud, en el que los hospitales se transformarían en Empresas Sociales de Estado.
Apenas ha transcurrido algo más de dos meses y las reacciones a las primeras medidas tomadas por la Ministra de Salud, Dra. Altagracia Guzmán Marcelino, así lo evidencia.
Para demostrarlo tenemos que “unir los puntos hacia atrás”, como aconsejó Steve Jobs, la expresión más elevada de los emprendedores de la postmodernidad, pues, es imposible hacerlo mirando hacia el futuro y más, cuando las medidas afectan a personas, como son la de excluir individu@s de alguna valía para incluir otr@s de igual valor, con el móvil conformar el equipo de su confianza para acompañarla en tan ardua tarea o, también, las disposiciones dadas para hacer más eficiente el uso de los recursos humanos destinados a prestar servicios de salud.
Para evaluar las medidas es determinante tener en cuenta algunos supuestos.
En los últimos once años se ha efectuado de forma sostenida la mayor inversión en adecuación, construcción y equipamiento de hospitales y, sin embargo, la misma no se ha traducido en aumento de la calidad de servicio de salud a la población. Cuando en el mismo tiempo se ha elevado la cobertura de la población en salud vía la Seguridad Social en un 52.6% de la misma.
Quiere decir que en la presente gestión de gobierno estamos obligados a variar la calidad de servicios de salud en el corto periodo de año y medio, para no dejar la sensación de estafa y que persista la esperanza en las bondades del Sistema Dominicano de Seguridad Social, la principal obra realizada por las administraciones del Estado del Partido de la Liberación Dominicana.
Para el tiempo que falta la Ministra ha sido ambiciosa en sus objetivos, enmarcándolos dentro de la Reorganización de los Servicios Sanitarios, quinta línea estratégica adoptada en la Primera Conferencia Internacional de Promoción de la Salud, entre las prioridades se encuentran: optimizar recursos para mejorar los servicios, pues, el modelo de atención no se puede desarrollar sobre la base de financiar el desperdicio; implementar el sistema de gestión clínica, sobre la base de la experiencia adquirida; implementar el primer nivel de atención, con la capacidad resolutiva adecuada para resolver el 80% de los problemas de salud cerca del hogar de los demandantes; desarrollar las emergencias en los hospitales de la red, para garantizar una adecuada atención a las personas que entren en un estado crítico de salud y, como es natural, mejorar los servicios de salud materna-infantil.
Siendo coherente con estás prioridades, ha tomado medidas como: la emisión de la resolución ministerial que habilita de forma transitoria todos los hospitales de la red para que puedan obtener recursos financieros frescos por venta de servicios; ha introducido en el Congreso Nacional el anteproyecto de ley que elimina la pasantía médica e iniciado el nombramiento de médicos familiares y generales en el primer nivel de atención; ha iniciado la organización e implementación del Sistema de Gestión Clínica.
Además, está saneando el Programa Protegido y dotándolo de políticas que permitan ampliar la cobertura garantizando la debida transparencia; ajustando el Cuadro Básico de Medicamentos al perfil epidemiológico de la población.
Claro está, continua con la inversión en la remodelación de los 78 hospitales de mayor demanda de la red, la construcción de cincuenta centro diagnostico de alta capacidad resolutiva y la medida que mayor impacto va a producir en la cultura del ejercicio del profesional médico, la introducción de la Medicina Basada en la Evidencia en el abordaje de los problemas de salud de los pacientes, que será tratada en otra entrega.
En medio de las emociones emanadas por los aspectos que tocan al recurso humano de salud, se debe comprender a quienes plantean que en vez de una revolución sanitaria se está proporcionando más de lo mismo, pero hay suficiente evidencias para concluir que se está realizando una gestión diferente y, que la misma, sienta las bases para un cambio paradigmático en el cuatrienio 2016-2020, en el que la salud más que un asunto de derecho humano se convierta en un elemento de desarrollo de personas.
Es como si en el invierno de su existencia y con la conciencia de la brevedad del tiempo, la Ministra, ha hecho suya la reflexión de Steve Jobs, cuando aconsejaba a los graduandos de la Universidad de Stanford en el año 2005, “La muerte es muy probablemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Elimina lo viejo para dar paso a lo nuevo”. Desde esta perspectiva, es un imperativo contextualizar con ella y desde fuera de su espacio apostólico, en el lugar que nos encontremos proporcionarle el espaldarazo apropiado para seguir empujando la Reforma del Sistema de Salud.