«Te escogerá de entre la multitud, te desarmara con sus palabras y te controlara con su presencia. A ti te encantaran su ingenio y sus planes. Te lo hará pasar bien, pero piensa que después te pasará factura. Te sonreirá y te engañará, y luego, te atemorizara con su mirada. Y cuando haya acabado contigo, y ten por seguro que lo hará, te abandonará llevándose consigo tu inocencia y tu orgullo. Te dejará más triste, pero más sabio y durante mucho tiempo te preguntarás qué pasó y qué hiciste mal. Y después sí otra persona así llama a tu puerta, abrirás?»
Escrito firmado por un psicópata en la cárcel.
Los psicópatas viven entre nosotros. Cuando hablamos de psicopatía, tendemos a equivocarnos y usar este término de una forma poco adecuada. Popularmente denominamos «psicópatas» a aquellos criminales cuyos actos son especialmente horrendos e inhumanos.
Los medios nos han ayudado a tener esta imagen. Las grandes series norteamericanas han sido las principales precursoras, como CSI, Criminal Minds, y otras. Sin embargo estas características no son en absoluto relevantes para el conocimiento del psicópata desde el punto de vista científico.
En realidad la psicopatía es un trastorno de la personalidad que se define por una serie de conductas y rasgos característicos, que afectan al terreno de las emociones y los afectos y repercuten sobre el comportamiento, siendo mal vistos por la sociedad. Los individuos afectados de este trastorno presentan una nula empatía. Ningún remordimiento por sus acciones. Baja capacidad para entablar relaciones personales. Marcada crueldad en sus actos y gran poder de manipulación guiados solamente por sus propios intereses. Sí en las características anteriores ha sido capaz de encuadrar a alguna persona conocida, no trate de hacerse el héroe. Mantengase tan lejos como le sea posible y evitara daños colaterales.
Simplemente para hacernos una idea podemos mencionar que en Estados Unidos hay al menos dos millones de psicópatas, de los cuales cien mil habitan en la ciudad de Nueva York. Podría ser incluso alguno de sus vecinos, compañeros de trabajo o pareja casual en algún momento. Eso nos lleva a pensar que la psicopatía no es un problema aislado. Diversas investigaciones han dado como resultado que la prevalencia de la psicopatía es tan elevada como la esquizofrenia, siendo los resultados de la primera mucho más sangrientos. Nos sorprendería ver la cantidad de individuos que con esta patología. Se manejan con gran soltura en la sociedad, gracias a su encanto, habilidades camaleónicas e inteligencia. Son personas que violan continuamente las normas sociales. No se guían por la restricciones que nos impone la conciencia, que no es más que lo que nos permite vivir en armonía social.
El psiquiatra Phillippe Pinel, fue el primero en tratar el concepto de psicopatía en el siglo XIX. La denominó «mania sans delire» locura sin delirio -este término caracterizaba a individuos con una marcada falta de moralidad y control de su comportamiento, sin que mostraran síntomas psicóticos o algún déficit en sus funciones intelectuales.
El psicópata solo posee un interés, el suyo y buscará su propio beneficio, utilizando cualquier persona o cosa para lograr su objetivo, desechándolo cuando deja de ser útil. Hablamos de utilitarismo y pragmatismo. Esto nos da una idea de la apariencia tan normal que pueden presentar. El psicopatólogo Hervey Cleckey, llamó a la psicopatía «The mask of sanity» el disfraz de la cordura.
Cleckey estableció a mediados del siglo XX, 16 criterios característicos de los psicópatas: individuos egoístas, dominantes, manipuladores, irresponsables, temerarios, escurridizos, faltos de empatía y remordimientos y con una exacerbada callosidad moral que facilitaba una trayectoria vital delictiva.
La buena noticia es que no todos los psicópatas son delincuentes. No están locos desde el punto de vista legal y psiquiátrico, sino que poseen una racionalidad calculadora combinada con una escalofriante incapacidad para tratar a los demás como seres humanos. Manifiestan una conducta amoral, aunque aparezcan como personas normales. Lograrán asombrarnos e incluso atemorizarnos. La mala es la alta vulnerabilidad de los psicópatas para cometer actos delictivos.
Ya en el siglo XX David Likken (1957) presenta la Teoría del Bajo Temor, donde se sientan realmente las bases para el estudio científico de la psicopatía, cuya formulación completa vendría más tarde, 1995, siendo la teoría dominante hoy en día.
Es el modelo explicativo sobre la psicopatía antisocial y la psicopatía socializada, lo cual ha permitido que no se restrinja solo a individuos antisociales, sino que abarcaría a individuos exitosos, que interactúan adecuadamente en la sociedad. Es decir, la psicopatía como tal, no conduce necesariamente al delito. Sin embargo, esto no implica que el tipo de comportamiento que los caracteriza no dañe a los demás.
Estudios recientes muestran que aunque la transgresión de las normas sociales tiende a ser una constante en la conducta psicopática, esta no suele ser lo suficientemente grave como para ser catalogarla de conducta delictiva, por lo que rara vez ingresan en el sistema penitenciario o en el judicial. Tendríamos un claro ejemplo en los llamados “Psicópatas de cuello blanco”. En su estudio sobre este tipo de psicópatas socializados, se les define como individuos que presentan comportamiento psicopáticos característicos, suelen ocupar posiciones de poder, poseen un alto status socioeconómico, además de Cociente Intelectual por encima de la media. Sus comportamientos son dañinos, no toman en cuenta el daño que ocasionan en los otros. Manipulan para obtener ventajas económicas o de poder, entre otras. Es decir, producen daño y víctimas, pero sus acciones no son necesariamente de carácter delictivo.
En conclusión, el psicópata que no llega a cometer actos delictivos, puede pasar su vida sin ser diagnosticado con este trastorno, pero si presentando un comportamiento nocivo y perjudicial para las personas de su entorno. Alguien del cual nos sentiremos victimas en algún momento sin sabernos explicar muy bien porque. Quizá nos sintamos inconscientemente atraídos hacia este tipo de personas. Qué puede decir eso de nosotros? Es necesario una profunda reflexión.