En los escenarios mundiales del comercio, está muy en boga el termino manipulación cambiaria y sus efectos sobre el libre intercambio transfronterizo de bienes y servicios. Este fenómeno denominado manipulación cambiaria ocurre cuando las entidades responsables del manejo de la moneda interfieren sobre el tipo de cambio de dicha moneda al comprar o vender otras monedas de reserva y libre convertibilidad, o imprimiendo mas moneda propia. El objetivo que persigue este tipo de manipulación es hacer la moneda nacional más débil (barata) o hacerla más fuerte (cara). Una moneda más débil hace que otros países querrán los bienes y servicios de la economía de moneda debilitada, porque con ello se abaratan, mientras que si fuese lo contrario, mas fuerte, se encarecerían las importaciones, desestimulando el consumo de las mismas.
Se supone que teóricamente los tipos de cambios se ajusten por sí mismos, acorde con el movimiento comercial del país, de manera que si un país está vendiendo mas de lo que importa, le resulta un superávit comercial, lo cual supone que su moneda se encarecerá aumentando su valor. Por igual, acontece un déficit comercial, cuando las importaciones exceden las exportaciones y baja el valor de la moneda ya que se está adquiriendo más de lo que se vende a terceros países, lo cual abarata el valor de la moneda que cada vez es menos apetecida en el mercado mundial. Por ende, la denominada manipulación cambiaria sucede cuando por intervención de las autoridades se producen fluctuaciones en el tipo de cambio mas allá de lo que señalan las fuerzas del mercado.
Estos movimientos afectan seriamente el comercio global ya que los países con monedas fortalecidas ven eventualmente sus exportaciones disminuir, mientras que aquellos con tipos de cambio mas baratos ven sus exportaciones incrementados; todo ello debido al flujo de las fuerzas del mercado que tiende a querer mas bienes baratos, que caros, siempre que sean de calidades similares.
El gran escenario de la manipulación cambiaria se presenta actualmente en las relaciones comerciales entre la Republica Popular China y los Estados Unidos de Norteamérica, donde el segundo alega que el primero mantiene su moneda artificialmente débil como mecanismo para estimular el incremento de sus exportaciones, de las cuales los Estados Unidos es su destino principal.
Aunque una moneda debilitada encarece las importaciones de terceros países, como hidrocarburos, alimentos, bienes terminados o de consumo, etc., este impedimento es menos problema para China que para sus competidores por cuanto su población vive un nivel de consumo relativo más bajo, hay un mayor control político, y sin un prolongado crecimiento no habría forma de que ese país alcance mayor bienestar para sus ciudadanos.
China ha logrado mantener su moneda débil acumulando enormes reservas de dólares que actualmente lo ha convertido en el primer tenedor de dólares en el mundo, con unas reservas que exceden los 4 millones de billones (4 trillones – 18 ceros). Si hubiese decisión de vender una parte importante de estas reservas, le moneda china, el yuan o renminbi (abreviado como RMB), aumentaría drásticamente de valor, encareciendo sus exportaciones, lo cual sería una fuerte estocada a sus cada vez mayores aspiraciones de un crecimiento económico sostenido.
Tanto es la creciente preocupación por las consecuencias de la manipulación cambiaria, que muchas voces en el escenario comercial globalizado están reclamando el que esa práctica sea revestida de fuertes sanciones en contra de aquellos países que así lo practican. Entre esos reclamos están las de las de las mayores autoridades políticas norteamericanas.
Muy recientemente, la Gobernadora del Banco Central Estadounidense, Janet Yellen (Chairwoman del Board of Governors del Federal Reserve System), recién declaró que la manipulación cambiaria no debe sancionarse en los acuerdos comerciales debido a que tal disposición podría lastimar la conducción apropiada de las políticas monetarias. Sus declaraciones, que vinieron a ser una especie de freno a las ambiciones populistas de políticos, ha servido como seria advertencia, ya que adujo que tal tipo de sanción podría inclusive lesionar la capacidad de su país conducir una política monetaria apropiada.
Por suerte en nuestro país, este fenómeno cambiario no es tema ya que las autoridades de nuestro Banco Central llevan a cabo una especie de deslizamiento o flotación sucia, administrando el tipo de cambio con sus intervenciones de compra o venta (como la acontecida a principios de febrero). Es importante mencionar, que si bien la terminología “flotación sucia” nos hace parecer que fuese un mal para la economía, en realidad no lo es siempre que sea utilizada con responsabilidad y con el objeto de mantener un mercado interno y un sistema productivo en crecimiento, como sucede en Republica Dominicana.
Ello es así porque ocasiones los mercados son intervenidos por fuerzas exógenas como la especulación, actividad caracterizada por niveles inusuales de actividad que persiguen variar el tipo de cambio en provecho propio del especulador. Así mismo, en alguna ocasión un marcado interés también podría insertarse en el movimiento natural del mercado con el objetivo de producir fluctuaciones que influyan en determinada preferencia o rechazo político. Frente a fenómenos como este, la autoridad monetaria se ve compelida a intervenir en los mercados para asegurar que estas intervenciones inusables no desestabilicen el funcionamiento normal y adecuado de los mismos.
No obstante, en la medida en que este tema se siga convirtiendo en el eje central de las futuras conversaciones y negociaciones del comercio global, debemos mantenernos atentos para no dejar entrampar nuestras políticas con las consecuencias de las grandes guerras comerciales de las cuales prácticamente somos ajenos.