Hablan los hechos

Según el Papa Francisco, “vivimos en un mundo en guerra por todas partes”. Su santidad está convencido, incluso, de que la tercera guerra mundial ya comenzó, caracterizándola como un conflicto planetario “de extremismos y terrorismos”.

“En otros tiempos fueron primero los judíos los que sufrieron salvajes ataques mientras el mundo permanecía en silencio. Ahora los cristianos están siendo masacrados y el mundo dice muy poco al respecto”, ha destacado el Sumo Pontífice.

Ciertamente, en el mundo existen actualmente más de diez conflictos bélicos importantes. Y aunque no se puede decir que se trate de guerras religiosas estrictamente hablando, en varios de ellos los cristianos figuran entre las principales víctimas.

Los pronunciamientos del jefe de la Iglesia Católica nos traen a la mente lo que actualmente acontece en Nigeria, la nación más poblada (175 millones de habitantes) y de mayor dinamismo económico del continente africano, con un crecimiento del PIB de más de un 7 % proyectado para el presente año, si bien el descenso brusco en los precios del petróleo, su principal producto de exportación, ha reducido las expectativas de crecimiento a un 5%.

En este país del África occidental opera desde el año 2002 una organización fundamentalista islámica popularmente conocida como Boko Haram, que se ha propuesto convertir a Nigeria, un país dividido entre una mayoría musulmana en el norte y una mayoría cristiana en el sur, en un estado islámico regido por la sharia o ley musulmana. A este grupo se le señala como responsable del asesinato de más de 13 mil personas y de haber provocado el desplazamiento de otras 600 mil desde el 2009, año en el que comenzó a protagonizar acciones violentas a gran escala.

Aunque el nombre oficial de esta organización es Yama´atu Ahlis Sunna Lidda´auati wal-Yihad, que en árabe significa “Grupo del Pueblo de la Suna para la Predicación y la Yihad”, la gente la bautizó como Boko Haram (que en hausa o idioma local significa la “educación occidental es pecado”) por su oposición radical a cualquier forma de educación occidental o a cualquier expresión de progreso.

El grupo yihadista fue fundado por el clérigo Mohammed Yusuf en Maiduguri, la capital de Borno, un estado del nordeste nigeriano que tiene una extensión de 70,898 kilómetros cuadrados y una población de cerca de un millón 200 mil personas.

Yusuf, que estudió Teología en la Universidad de Medina (Arabia Saudita), se confesó profundamente decepcionado porque la Sharia, que fue adoptada oficialmente en el año 2000 en el norte nigeriano, solo tenía un valor formal y era aprovechada por políticos corruptos para chantajear al gobierno central y conseguir favores.

De ahí la decisión de este carismático líder espiritual de fundar la organización que concibió como herramienta para promover la creación de una verdadera sharia. En sus inicios, Boko Harám funcionó como una entidad religiosa dedicada a la prédica del Corán y a la realización de actividades caritativas (la pobreza en Nigeria alcanza el 70 por ciento de la población y se concentra fundamentalmente en el nordeste del país). Contaba con un complejo de edificios donde funcionaban una mezquita y una escuela islámica, que devino en centro de formación de integristas radicales que pronto comenzaron a perpetrar actos terroristas diversos, provistos de armas rudimentarias y explosivos de fabricación casera.

A finales de 2008 Yusuf y algunos seguidores fueron apresados por la policía y trasladados a Abuja, la capital del país, donde se le sometió a la justicia por incitación a la violencia a través de la prédica. Sin embargo, un juez de la Suprema Corte de Justicia nigeriana le concedió la libertad bajo fianza en enero del año siguiente.

En julio de 2009 el clérigo fue reapresado en el marco de una ofensiva del ejército con miras a contener los actos terroristas desatados por Boko Haram contra puestos policiales y oficinas públicas de Maiduguri. Yusuf fue transferido a la policía, donde resultó muerto en un hecho aún no esclarecido. La policía dijo que el líder religioso perdió la vida mientras intentaba escapar.

Desde entonces Boko Haram, bajo la conducción de Abubakar Shekau, un hombre calificado de escurridizo y muy astuto, ha radicalizado su lucha para la instauración de juna versión pura de la ley islámica y el derrocamiento del gobierno central.

Para conseguir esos objetivos, Boko Haram ha bombardeado escuelas, iglesias y mezquitas; ha secuestrado mujeres y niños, y ha masacrado pueblos e incendiado aldeas enteras. Sin miramiento alguno esta organización extremista asesina a políticos y líderes religiosos por igual, llegando al extremo de convertir niños y niñas en bombas vivientes.

Boko Haram en Nigeria es sinónimo de sangre y miedo. Su influencia se ha extendido por todo el nordeste del país, a tal punto que las autoridades se vieron precisadas a posponer para el 28 de marzo las elecciones que estaban pautadas para el 14 de febrero, una contienda en la que se disputan el poder el actual presidente, Goodluck Jonathan, cristiano de 57 años, y el aspirante por una coalición opositora, general retirado y expresidente Muhammadu Buhari, musulmán del norte del país que ya cuenta 72 años, quien promete acabar con la violencia islámica en dos meses.

Aunque Estados Unidos le ha puesto a la cabeza de Shekau el precio de 7 millones de dólares y ha incluido a Boko Haram en la lista de las organizaciones terroristas más peligrosas, con nexos con Al Qaeda, ha reaccionado con mucha cautela frente al pedido de ayuda en armas hecho por el gobierno nigeriano. El gobierno de Estados Unidos no esconde su temor de que las armas no ayuden a la defensa de la población civil y que terminen en manos de los fundamentalistas islámicos, pero hay quienes dicen que el poco interés mostrado hasta ahora por Washington tiene que ver con el hecho de que ya el petróleo nigeriano no le resulta tan necesario a la gran potencia del norte de América, que actualmente produce en casa los más de un millón de barriles al día que importaba en el 2006 desde el país africano, que hoy es un gran socio comercial de China.

Reticente hasta hace poco, el gobierno de Jonathan se ha abierto a la colaboración en materia de seguridad con los estados vecinos en el nordeste (Níger, Camerún y Chad), con los que ha conformado una coalición para lanzar una ofensiva contra el fundamentalismo islámico, fruto de la cual fue la reciente recuperación de 10 ciudades que estaban en manos de Boko Haram en el nordeste nigeriano. La lucha continúa.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas