París, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) El hallazgo el jueves de la segunda caja negra del avión estrellado el 24 de marzo último en los Alpes franceses, debe aportar nuevos elementos a la investigación en marcha.
El aparato, un Airbus 320 de la compañía alemana Germanwings, con 150 personas a bordo (seis de la tripulación), se estrelló cuando realizaba el trayecto entre Barcelona, España, y Düsseldorf, Alemania.
Brice Robin, fiscal de la ciudad de Marsella, fue quien anunció el descubrimiento de la segunda caja, la cual graba los parámetros del vuelo segundo por segundo, informó la prensa local.
La primera, que registra los sonidos y conversaciones en la cabina de pilotaje, fue hallada el mismo día de la tragedia.
A inicio de esta semana concluyó la recuperación de los cuerpos de las víctimas. La apertura de una vía terrestre aceleró las labores de recuperación de los restos, precisó la gendarmería francesa.
El presidente François Hollande prometió una identificación rápida de las víctimas. Sin embargo, hace apenas unos días fuentes cercanas a las pesquisas dijeron que este proceso podría tardar varios meses.
También trascendió que militares alpinistas guiarán la recuperación de los efectos personales, los cuales pueden contribuir a la identificación. Si bien no se han determinado las causas de lo ocurrido, no se descarta ninguna teoría: avería técnica, error de pilotaje, atentado terrorista. El avión perdió casi diez kilómetros de altitud en ocho minutos, sin que se emitiera en ese tiempo ninguna señal de socorro.
Los investigadores creen que el copiloto, cuando estuvo sólo en la cabina, accionó voluntariamente el botón para que la nave descendiera y se estrellara. Dicha teoría es vista como la más probable, por el momento.
Mientras, continúan las revelaciones divulgadas por medios de prensa sobre la personalidad del copiloto alemán Andreas Lubitz, de 28 años.
Los datos más recientes indican que sufría de depresión y crisis de angustia. Además deseaba que su nombre fuera conocido por todos y recibió tratamiento psicoterapéutico por tendencias suicidas antes de obtener la licencia como piloto.
La compañía Lufthansa, de la que Germanwings es subsidiaria, admitió que el joven les informó en 2009 de un episodio grave de depresión, motivo por el cual interrumpió su formación durante varios meses en la escuela de pilotaje de la empresa.