Brasilia, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) Miles de personas protestaron ayer en las principales ciudades de una veintena de estados de Brasil en contra de las medidas de ajustes del gobierno y la corrupción en Petrobras.
Estas movilizaciones se registraron un mes después de las masivas manifestaciones ocurridas también en casi todo el país en contra de la política de la mandataria Dilma Rousseff, quien cumplió la víspera sus primeros 100 días de su segundo mandato al frente del país.
Convocados a través de las redes sociales por movimientos sociales y populares, las marchas y concentraciones se realizaron de manera pacífica y la mayoría de las personas vistió camisetas amarillas y verdes, colores de la bandera nacional.
La Policía Federal, que se encargó de velar por el orden en las vías, señaló que el número de protestantes fue menor al de marzo último, cuando se reclamó hasta la salida del gobierno de Rousseff.
Las manifestaciones se iniciaron en la mañana en las ciudades de Brasilia, Salvador, Sao Luis y Belem, pero después en la tarde se extendieron a Río de Janeiro, Sao Paulo y otras localidades de este territorio, el mayor de Suramérica.
En Brasilia, la capital federal, se concentraron unas 20 mil personas en las proximidades del Museo Nacional, desde donde marcharon hasta las afueras del Congreso Nacional.
En Río de Janeiro, los protestantes se desplegaron en un gran tramo de la avenida próxima a la playa de Copacabana, mientras en Sao Paulo, la mayor urbe brasileña, se congregaron unas 200 mil personas, según la Policía Federal.
Medios de prensa nacionales señalaron que la mandataria de la nación se mantuvo al tanto de estos acontecimientos reportados durante la jornada desde la residencia oficial en esta capital federal.
La gente está descontento con la gestión de la gobernante en este segundo mandato, por la subida de los impuestos, de la inflación y de las tarifa del agua y la electricidad, destacó un vocero de la marcha en Brasilia.
Medios políticos alertaron asimismo que el crecimiento económico cercano a cero, alcanzado en 2014, llevó al gobierno de Rousseff a impulsar una política de ajuste fiscal y de recortes presupuestarios, con miras a reanimar la industria y otros servicios.
Estas medidas se implementan sin afectar los programas sociales, como Bolsa de Familia y Mi casa Mi vida, que aseguran un mejor nivel de vida para millones de brasileños.
