Washington, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) Autoridades estadounidenses acusaron formalmente a otro policía blanco que mató a tiros a un afroamericano desarmado en el condado de Tulsa, estado de Oklahoma (centro-sur).
De acuerdo con el fiscal Stephen Kunzweiler, el agente reservista Robert Bates enfrentará cargos por la muerte el 2 de abril último de Eric Courtney Harris, de 44 años.
El señor Bates está acusado de homicidio en segundo grado, que implica negligencia culpable, informó el funcionario público.
Supuestamente, Bates sufrió un «lapsus o confusión automatizada» mientras arrestaba a la víctima, pues afirma haber creído que usaba una pistola eléctrica («taser») y no su arma reglamentaria (con balas).
La policía local dio a conocer un vídeo que muestra el encuentro de Harris con el vigilante blanco, quien -junto a otros colegas- lo persigue y derriba para detenerlo (con el argumento de que el afroamericano trataba de vender un arma ilegal a un agente encubierto).
Cuando el oficial intentaba inmovilizar en el suelo a Harris, se escuchó un disparo y la voz de alguien que dice: «Oh, le disparé, lo siento».
A continuación, la víctima se queja («Oh Dios. Oh, me ha disparado») y uno de los policías responde: «Al diablo tu respiración».
El video fue grabado con dos cámaras que los oficiales portaban en sus gafas y fue difundido a petición de la familia de Harris, indicó la oficina del sheriff.
Tal hecho ha trascendido luego de que la semana pasada el departamento de Policía de North Charleston, Carolina del Sur, despidiera al oficial Michael Thomas Slager, quien disparó ocho veces por la espalda contra otro ciudadano negro inerme, Walter Lamer Scott, de 50 años.
El suceso también fue captado en una grabación que avivó la polémica respecto a la persistente uso excesivo de la fuerza policial contra la comunidad negra estadounidense.
La muerte de Scott generó en diferentes partes de Estados Unidos protestas que replicaron la gran ola de manifestaciones producidas el año anterior tras sucesos similares como los que segaron la vida del adolescente Michael Brown, en Ferguson, Missouri, y de Eric Garner, en Nueva York.