Quito, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) El presidente de Ecuador, Rafael Correa, abogó aquí por crear un sistema latinoamericano de derechos humanos donde participen sólo los países que ratificaron la Convención de las Américas sobre la materia.
Es hora de tener un Sistema Latinoamericano de Derechos Humanos, aseveró el mandatario durante la presentación de su Informe Anual a la nación este domingo en la sede de la Asamblea Nacional.
Al inicio de su discurso ante las máximas autoridades gubernamentales, legislativas, judiciales y militares del país, y radiotelevisado en cadena nacional, Correa reiteró sus críticas a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y la consideró innecesaria, pues ya existe, dijo, una Corte Interamericana, con sede en Costa Rica.
En ese sentido, consideró inadmisible que la CIDH, adscrita a la Organización de Estados Americanos (OEA), tenga su sede en Estados Unidos, país que no ha ratificado el Pacto de San José, como también se conoce a la Convención de las Américas sobre Derechos Humanos.
Debemos entender que las Américas al norte y al sur del río Bravo son diferentes, aseveró Correa, quien consideró además que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) debe reemplazar a la OEA, la cual, dijo, debe quedar solamente como un foro donde se procesen las diferencias entre el bloque regional, Estados Unidos y Canadá.
Durante su intervención, interrumpida constantemente por los aplausos de los asistentes al solemne acto, Correa resaltó los avances democráticos logrados en Suramérica después de las sangrientas dictaduras militares impuestas por Washington en la mayoría de los países de la región hasta mediados de los años 80 del siglo pasado.
Advirtió, no obstante, que pese a esos avances, las oligarquías, las fuerzas conservadoras y los poderes fácticos tratan por todos los medios de derrocar a los gobiernos progresistas actuales.
Suramérica todavía no puede excluir los golpes, incluso los tradicionales, alertó Correa, quien recordó los intentos desestabilizadores contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y la intentona golpista que él mismo sufrió en carne propia el 30 de septiembre de 2010.
También advirtió sobre las maniobras opositoras para imponer una democracia de consenso, la cual, apuntó, es una posición profundamente conservadora.
Nos quieren vender la paz del coloniaje, la unidad de la claudicación, y responderemos con mas revolución, sentenció el mandatario en la presentación de su octavo Informe Anual a la Nación desde su llegada al poder en enero de 2007.