Hablan los hechos

Mario Holguin2

Por la frecuencia con que ocurren, los incidentes de tránsito con masivas víctimas se han convertido en rutina en las carreteras de la República Dominicana.

Desde el año 2010 se vienen produciendo casos alarmantes de este tipo, aunque no habían superado el ocurrido la tarde de este jueves 11 de junio, en la Carretera Santo Domingo-Samaná a la altura de la Provincia de Monte Plata, cuando pasada las 4:00 de la tarde impactaron un minibús y un camión.

La mayoría de los afectados son residentes de la ciudad costera de Las Terrenas, al noroeste del país. El saldo trágico se reduce en las estadísticas oficiales como de 13 fallecidos y 24 lesionados, sin que haya tiempo para averiguaciones concluyentes de las causas.

Las circunstancias en que se produjo este acontecimiento ha de investigarse con profundidad para tomar decisiones serías en cuanto al tema de la seguridad vial.

Entre tanto, los registros de víctimas masivas en nuestra red viaria continuarán llenando los cementerios y de angustia nuestros hogares.

La consternación en la sociedad se hace pasajera, pero también la frecuencia en que suceden estas tragedias nos convierten en indiferentes como si fueron cosas inevitables.

Ya en tiempos anteriores los siniestros con víctimas masivas fueron olvidados; sin embargo, nos vemos obligados a precisar algunos de ellos:

– Dos casos en el 2010 con 17 víctimas fatales en total, siendo el más relevante el ocurrido en Las Américas cuando un minibús cae al Mar Caribe.

– Dos casos suscitados en el 2011 donde perecieron 12 personas en total. El Más relevante sucedió en Villa Mella entre Hacienda Estrella y Haras Nacionales. En ese momento pierden la vida niños de 13 a 18 años.

– Tres incidentes trágicos ocurridos en el 2012. Tenemos que destacar en esta ocasión el atropellamiento por un jeep de 6 jóvenes en Ranchito, la Vega.

– Otros tres casos se produjeron en el 2013 con un saldo total de 23 fallecimientos. El más trascendente fue el de la Carretera Imbert-Puerto Plata
con 9 víctimas mortales reportadas.

– En el 2014 se generaron tres percances con víctimas masivas, que sumaron 22 vidas perdidas, en las sonadas tragedias de Azua – Barahona y el del tramo Verón- Higuey.

Ninguno de estos casos llegó a reportar 13 decesos in situ de forma individual como el más reciente anotado en las estadísticas.

Se ameritan auditorías de seguridad vial en las carreteras de nuestro país, realizadas con métodos científicos, para determinar las causas relacionadas con el entorno porque observamos la mayoría de los percances se concentran en tramos peligrosos.

República Dominicana requiere de políticas oficiales eficientes y eficaces, debidamente legisladas, proceso al que debemos entrar más temprano que tarde porque las circunstancias lo demandan, tanto por los altos costos sociales y económicos para el Estado y la colectividad nacional.

Es a partir de datos científicos que se toman las decisiones correctas en cualquier lugar del mundo para conjurar la epidemia que representa la siniestralidad viaria; otra forma de violencia que no hemos podido enfrentar, ni mucho menos entender.

Contar muertos y heridos no es seguridad vial. Es mucho más que eso. Es transformar el comportamiento de la sociedad en cuanto al uso de las vías públicas a fin de que sea sostenible y sustentable, para lo que se ameritan tres cosas simultáneas:

1) Una plataforma estructural.
2) Recursos técnicos, llámese tecnológicos, de última generación y, por supuesto, Recursos Humanos debidamente calificados.
3) Una fuente de financiamiento permanente.

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