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La Habana (PL) El primer ministro japonés, Shinzo Abe, continúa en sus planes de modificar leyes de seguridad nacional que permitan la intervención de tropas niponas en conflictos internacionales, pese al rechazo popular.

Se trata de un cambio radical en la Constitución japonesa, pues si se materializa, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial (SGM) ese país realizará incursiones militares en el extranjero.

La gran mayoría de la población se opone a las implicaciones del proyecto e incluso muchos juristas opinan que se cometerán ilegalidades constitucionales.

El Gobierno presiona por la aprobación en las sesiones actuales del Parlamento, pero ante la fuerte oposición de la opinión pública, los diputados decidieron aplazar el debate.

Para bajar el tono a un cambio tan radical de uno de los capítulos correspondientes a la Carta Magna, el nueve, Abe prometió que la vida de las tropas japonesas no estarán en peligro de muerte si esa reforma entra en funciones.

La población nipona expresa sus temores y hay confusión respecto a la manera de interpretar las modificaciones legislativas sugeridas por el primer ministro.

Las leyes que pretende adoptar el gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD), con dos tercios de correligionarios en las dos cámaras de la Dieta (parlamento), forman parte de una estrategia diseñada para reforzar los vínculos entre Tokio y Washington.

En julio de 2014, el gabinete de Abe aprobó una resolución que reinterpreta la Carta Magna pacifista y obvia una prohibición establecida al término de la SGM que impide la participación de este país asiático en conflictos bélicos extrafronteras.

Se anticipa que los cambios en la legislación pasarán sin problemas por la parte alta y baja del parlamento.

De tal manera que el denominado ejercicio de derecho a legítima defensa colectiva, la designación con que el Gobierno presenta su propuesta, anulará la imagen del Japón pacífico que surgió de las cenizas de la última guerra mundial.

Durante una visita en abril pasado a Estados Unidos, el primer ministro prometió ante el Congreso del país norteño la promulgación de la ley este verano, un episodio que causó total rechazo en los partidos opositores.

Una encuesta de la cadena televisiva NHK mostró que 49 por ciento de los votantes no entendía con claridad los cambios legislativos, mientras que 50 por ciento rechazaba la ampliación del papel militar que Estados Unidos asignará a Japón.

El periódico Nikkei apuntó en un editorial que la ley no prevé cuándo ni en qué medida habrá un despliegue de las Fuerzas de Autodefensa del país del Sol Naciente.

Según el espíritu y la letra de lo que propone Abe, la nación asiática apoyará con militares si ocurre un ataque a un país amigo, al tiempo que también permitirá, sin aprobación especial, ayuda logística a las fuerzas extranjeras bajo mandato de la ONU.

Otro cambio se refiere a la ampliación de los límites geográficos que hoy día solo alcanzan a contingencias en la península coreana, pero ahora llegarán a cualquiera de los escenarios donde esté presente el Pentágono.

El proyecto de revisión de la Constitución, diseñado por el Partido Liberal Demócrata, establece que no denominar ejército a las Fuerzas de Autodefensa de Japón significa ignorar una realidad vista y comprobada.

Otro de los objetivos de Abe se refiere a la modificación del artículo 96, el cual regula la realización de enmiendas a la Carta Magna y requiere disponer de más de dos tercios de los votos de la Dieta.

La formación gobernante nipona no tendrá problemas para avanzar su proyecto en el hemiciclo, aunque la decisión final quedará en manos de los japoneses mediante referéndum. Abe insiste en variar lo estipulado por el artículo 96 y reducir a 50 por ciento el requisito de los sufragios parlamentarios.

De esa manera prepararía un escenario favorable dado el caso en que la mitad de los japoneses apoye una revisión constitucional que no es posible por ahora bajo la actual legislación.
No es nuevo el intento por revisar la Constitución nipona, aunque ésta es la primera en que la posibilidad es real.

Shinzo Abe se jugará la joya de su Gobierno ante un pueblo que conoció en carne propia las miserias de la guerra.

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