Habíamos transitado una etapa, la de la formulación y difusión de una iniciativa institucional, novedosa, de hecho revolucionaria y, consecuentemente, inaceptable para ciertos sectores del país.
Pensábamos ingenuamente que cuando iniciáramos el examen del proyecto en uno de los salones de trabajo del Senado, cámara apoderada del conocimiento de la iniciativa, la aprobación se iba a lograr sin los mayores contratiempos.
La realidad fue bien distinta. En una primera reunión bastante concurrida, allá en el mes de marzo de 2010, en la que estaban presentes los industriales y delegados de los distintos ministerios y direcciones gubernamentales, oímos atentamente la introducción que hiciera el Senador Charles Mariotti, presidente de la Comisión de Industria, Comercio y Zonas Francas del Senado, la cual tenía la responsabilidad del conocimiento del proyecto de ley.
Esa intervención fue para mí y mis acompañantes una grata sorpresa. Con pleno dominio de un tema tan técnico, Mariotti apuntó a las cuestiones nodales del Proyecto y planteó de inmediato una apretada agenda de trabajo para los meses próximos.
El alto sentido de la responsabilidad para con el Proyecto de parte de Mariotti, sus enérgicas y siempre oportunas intervenciones, y su marcado interés en profundizar en los detalles que engañosamente parecían fútiles, cambió de forma positiva la percepción general, bastante negativa, que yo tenía de los legisladores dominicanos.
No solo se limitó a conocer el documento a fondo, sino que organizó un viaje personal a varios países de la región con el único confeso propósito de conocer los modelos de IC que varios países estaban experimentando. Creo que en ese viaje conoció a Clemens Sanetra que en ese tiempo viajaba por la región, entre otros distinguidos especialistas en el tema.
En aquella primera reunión, Andrés van der Horst Álvarez, a la sazón director ejecutivo del CNC, le siguió en la palabra a Mariotti e hizo una presentación sucinta pero decididamente acertada del documento, resaltando su carácter eminentemente técnico, la importancia de sus contenidos y su conexión con los esfuerzos oficiales enfocados al fortalecimiento de la posición competitiva del país en los mercados internacionales.
Van der Horst, un abanderado de la idea del SIDOCAL desde el momento mismo de su gestación, hizo especial hincapié en el SIDOCAL como uno de los pilares “ocultos” del Plan Nacional de Competitividad Sistémica, una de las tantas iniciativas laudables del CNC en el período 2004-2012.
Luego de esos dos enjundiosos discursos, el autor de este libro hizo una breve presentación del sistema propuesto apuntando a lo que de antemano sabía que serían los temas más neurálgicos de las futuras discusiones, muchos de los cuales ya habían sido señalados por el Senador Mariotti y van der Horst, a saber: entendimiento desacertado del sistema como suma de componentes estáticos; competencias en materia de reglamentos técnicos; sanciones; cobertura de la representatividad sectorial en el Consejo Directivo y simplificación de la estructura propuesta, entre muchos otros aspectos tocados.
Los equipos de la DIGENOR y del CNC allí presentes, unidos monolíticamente por la convicción profunda de la necesidad nacional del SIDOCAL y apoyados por la AEIH, se percataron inmediatamente de que se avecinaban largas jornadas de discusiones, contrapropuestas y oposiciones veladas con críticas sin fundamentos técnicos y a menudo cargadas de malicia y pesimismo.
Nuestra percepción inicial de que el conocimiento y aprobación de la nueva pieza legislativa iba a resultar relativamente fácil y que no tendría oposiciones importantes, resultó engañosa, alejada de la realidad que comenzamos a vivir en los primeros meses de 2010.
Reinhard y Sanetra ya nos habían advertido varias veces que no pensáramos en una aceptación fácil y mucho menos en una aprobación congresual rápida.
Realmente minimizamos la magnitud del trabajo que nos esperaba. En efecto, hasta el 15 de julio de 2011, es decir, transcurridos 18 meses desde la introducción del Proyecto al Senado por el Presidente de la República (10 de febrero de 2010), se realizaron 18 reuniones formales con la participación de los principales stakeholders de la Nación, lo que arroja un encuentro mensual.
En la última reunión se arribó a la sexta versión del documento y, bajo la conducción del senador Mariotti, las sabias recomendaciones del experto español Félix Gutiérrez y mis intervenciones directas, pudieron ser cerradas todas las diferencias.
En las últimas reuniones se acordó por unanimidad que todos los cambios propuestos fueran introducidos al proyecto por el autor de estas líneas, lo cual nos permitió en todo momento salvaguardar la integridad y los principios básicos del sistema sugerido.
Fueron realmente encomiables las largas y productivas jornadas de trabajo, luego de concluidas las reuniones en el Congreso, celebradas en las oficinas de la DIGENOR o del CNC. En esos lugares se diseñaban los planes de acción en el Congreso, las respuestas a las oposiciones y señalamientos críticos y las estrategias de divulgación en las asociaciones empresariales y otros sectores.
Se propusieron tres modelos de infraestructura de la calidad desde la versión original (ver Fig. 2) que resumieron seis versiones de texto diferentes.
La versión original, además de estar contenida en el Anteproyecto de Ley sometido por el Ejecutivo, fue divulgada por la DIGENOR en un folleto titulado “Anteproyecto de Ley del Sistema Dominicano para la Calidad (SIDOCAL)”, cuya portada se reproduce en estas páginas. Al mismo tiempo, el número 3 de la revista Hablemos de Calidad, fue dedicado in extenso a la difusión del texto original del Proyecto de Ley.
Veamos los tres modelos de acuerdo con la información de los archivos del autor:
Tanto el texto de ley que corresponde a este primer modelo como todas las demás versiones trabajadas posteriormente, se redactaron en las oficinas de la DIGENOR.
Comentario a la Fig.2. El sistema comenzó con 16 miembros titulares del Consejo Dominicano para la Calidad (CODOCA), siete menos que la versión finalmente aprobada. Como órgano vinculante del Consejo Dominicano para la Calidad (CODOCA) se propuso una Coordinación Técnica Nacional, presidida por un Secretario Técnico. Esta Secretaría Técnica fungía como punto de contacto y autoridad de notificación en materia de reglamentos técnicos y medidas sanitarias y fitosanitarias; en tal virtud, sus funciones se conectan con los ministerios del Estado dominicano a través de la primera instancia que aparece en el extremo izquierdo, la Comisión Dominicana de Reglamentación Técnica (CODORTEC), la cual garantizaría que estos documentos tutelen realmente los Objetivos Legítimos del Estado y fueran compatibles con las recomendaciones OMC. Su trabajo ocurre, pues, respetando las reglas del comercio multilateral en materia OTC y MSF.
Luego le siguen tres institutos interdependientes:
El de Normalización, llamado en ese momento Instituto Dominicano de Normas Técnicas (INDONORT) con las funciones de formular, adoptar, adaptar, armonizar y difundir las Normas, dar soporte en materia Normativa a la metrología y a la acreditación, y, al margen, ofrecer asistencia a la Comisión de Reglamentación Técnica.
El Instituto Dominicano de Metrología (INDOMET) como entidad encargada de custodiar y conservar los patrones nacionales de medición y diseminar la exactitud de las unidades de medida hacia los laboratorios de calibración y de ensayo, los organismos evaluadores de la conformidad, las industrias y los patrones de trabajo de la metrología legal, en fin, hasta la medición más simple en la industria, el comercio y usos oficiales, estableciendo las cadenas de trazabilidad metrológica hasta los patrones internacionales de medida. También posee el encargo de gestionar la metrología legal en el país estableciendo las políticas, procedimientos y base técnico material para ello.
Finalmente, el Instituto Dominicano de Acreditación (ODAC) que induce, a través de sus actividades de reconocimiento de las competencias técnicas -según Normas de consenso internacional- de los organismos evaluadores de la conformidad, la confianza en el sistema todo.
Cada uno de estos componentes tienen sus outputs (salidas, resultados) específicos, pero interrelacionados: CODORTEC, reglamentos técnicos, llamados a tutelar los Objetivos Legítimos del Estado en materia de salud humana, animal y vegetal, seguridad medioambiental y prevención de prácticas que puedan inducir a error a los consumidores.
Estos reglamentos deben ser fundamentados, siempre que sea posible, en Normas o reglamentos armonizados; INDONORT, Normas, sin las cuales no son posibles, en el marco del sistema, las tareas de la metrología, los procesos de acreditación y de reglamentación técnica; INDOMET, diseminación de la unidad de medida de cada magnitud metrológica, garantizando en cada momento la exactitud requerida, sin lo cual no son posibles las calibraciones confiables ni los ensayos de laboratorios creíbles ni la comprobación de los aspectos asociados a las mediciones contempladas en distintos documentos.
Otros outputs del INDOMET serían las certificaciones de aprobaciones de modelo y verificaciones de instrumentos de medida. Finalmente, ODAC, acreditaciones, las cuales tienen como propósito decisivo garantizar que los resultados de las evaluaciones de la conformidad contra normas y reglamentos sean reconocidos en cualquier campo de juego, de cualquier lugar en los que se enfrentan pacíficamente los actores del comercio global.
Antes de llegar al segundo modelo de la IC nacional se agotaron cinco versiones del texto original. Estas guardaban diferencias entre sí debido a ciertas mejoras en la redacción de algunos artículos, el esfuerzo por simplificar la estructura original, la inclusión de la temática de los recursos contra las decisiones; así como, las disposiciones relativas a la vigilancia e inspección del mercado y el régimen de sanciones, entre muchos otros aspectos tocados.
Todas estas temáticas, como se ha destacado, fueron redactadas por el autor de estas líneas que, gracias al trabajo y aportes de otros colegas, repetimos, logró preservar la integridad del concepto originalmente discutido con el PTB y algunos organismos especializados de la región.
Por otro lado, los ánimos se apaciguaron cuando presentamos el texto sobre las sanciones, un tópico que es realmente difícil contemplarlo en el marco de una IC moderna. Ese texto redactado por nosotros, que hoy es parte consustancial de la ley aprobada, enfoca las sanciones más bien fuera del sistema (que es lo correcto y recomendable), como una atribución de las autoridades gubernamentales conforme a las disposiciones sobre el particular de la ley del SIDOCAL, sus propias leyes y las leyes sectoriales que apliquen.
Explicación Fig. 3. Las funciones de los institutos se conservan, tal y como han sido descritas en el modelo anterior. En medio de las discusiones en torno al tema de la simplificación y expuesto el argumento de que el Gobierno no promulgaría la ley si advertía una excesiva sobrecarga financiera, quien escribe propuso como fórmula la concentración de las competencias del INDOMET y del INDONORT en un solo instituto, el cual finalmente convenimos en denominar Instituto de Normalización y Metrología de la República Dominicana (INMERD). Se convenció a los presentes de que la fórmula de la fusión no implicaba en ningún sentido conflictos de intereses entre la Normalización y la Metrología. La función de la Reglamentación Técnica seguía quedando fuera de las atribuciones del INMERD, cuestión que para el equipo DIGENOR-CNC era innegociable.
Cuando se disponía de una sexta versión del texto, modificado fundamentalmente en cuestiones de forma, con la excepción de la simplificación de la estructura (que sí tocaba fondo), se arribó a un tercer modelo, el cual, para los fines de aprobación en el Senado, fue considerado definitivo. Este modelo se presenta esquemáticamente en la Fig. No. 4.
Explicación de la Fig. 4. Como puede observarse, la CONARTEC, entidad que se había previsto como competente en el ámbito de la reglamentación técnica, se eliminó de la estructura del SIDOCAL, conviniéndose que todo lo relativo a la elaboración, adopción, adaptación y armonización de estos documentos quedara bajo la sombrilla de los ministerios del Estado Dominicano. Sin embargo, nos cuidamos de asegurar que la ejecución de esas atribuciones de los ministerios (a través de comités técnicos formalmente organizados a tales fines), fuera asesorada por el Instituto Dominicano para la Calidad (INDOCAL). El objetivo de este asesoramiento es asegurar el cumplimiento de los compromisos internacionales (OMC) e implantar buenas prácticas en materia de reglamentación. El Párrafo Único del Art. 54 de la Ley así lo establece:
“La participación del INDOCAL en los comités de reglamentación técnica debe garantizar que los mismos sean elaborados partiendo de información científica y técnica y tomando en cuenta las Normas y reglamentos técnicos nacionales e internacionales, de tal modo que cumplan con las exigencias del sistema de comercio multilateral y respondan efectivamente a los objetivos legítimos del Estado…”
En cuanto al sustituto del INMERD, el INDOCAL, no se verificaron cambios de fondo: se trató exclusivamente de un cambio de nombre, más ajustado a todas las demás denominaciones consensuadas, veamos: Sistema Dominicano para la Calidad; Consejo Dominicano para la Calidad (CODOCA), Instituto Dominicano para la Calidad y Organismo Dominicano de Acreditación. El nombre de INDOCAL surgió mientras el autor examinaba el proyecto junto a Sanetra en las oficinas de la DIGENOR.
Como se ilustra en la Fig. No. 5, el INDOCAL resultó finalmente en un instituto con tres cabezas, cada una con un peso técnico relativo. En efecto, esta entidad es:
El Instituto Nacional de Normalización (NMI nacional), de carácter gubernamental, único reconocido por el Estado en el territorio nacional.
Es también el Instituto Nacional de Metrología (NMI), el único reconocido por el Estado con atribuciones en todos los campos de la metrología en sentido general, incluida la metrología legal o reglamentaria.
Por último, la última cabeza del INDOCAL es la de entidad gubernamental de certificación, competencia que debe ser ganada por la única vía posible en un sistema nacional que pretenda alcanzar el reconocimiento internacional: la acreditación.
El INDOCAL es la garantía técnica del aseguramiento de la calidad de los bienes y servicios en el territorio nacional y fuera de él; el ODAC es la garantía de que ese aseguramiento de la calidad resulte creíble, que es lo mismo que decir aceptable, en cualquier parte del mundo.
Al final de la larga jornada de trabajo en torno a este proyecto, el Ministerio de Agricultura avanzó oportunamente el tema de la designación de la Autoridad Nacional de Notificación, que en todos los países es de carácter gubernamental y tiene la responsabilidad de poner en vigor los procedimientos de notificación de los reglamentos técnicos aprobados, remitiéndolos a las oficinas OTC y MSF de la OMC en Ginebra, y también del punto de contacto, llamado igualmente Servicio de Información sobre las mismas materias. Se introdujeron cambios en la ley al respecto y las responsabilidades y representaciones quedaron distribuidas como se indica en la Fig. No. 6.
Para una mejor comprensión de la dinámica e interrelaciones funcionales de una infraestructura de la calidad, la misma puede visualizarse desde la perspectiva de varios subsistemas. Veamos:
Subsistema rector, vinculante, coordinador que traza las políticas, elabora directrices, hace recomendaciones, emite resoluciones sobre temas relativos a la calidad, organiza y distribuye financiamientos externos y promueve el sistema. Las entidades eje aquí son el Consejo Nacional de la Calidad (CODOCA) y sus instancias apéndices: el Consejo Directivo, la Comisión Técnica de Expertos y la Secretaría General, ésta como componente ejecutivo del CODOCA.
Subsistema técnico que elabora, adopta, adapta y armoniza normas; ofrece asistencia a los ministerios en materia de reglamentación; conserva y custodia los patrones nacionales de medición; disemina la exactitud de las unidades de medida hacia los laboratorios de calibración y de ensayo, los organismos evaluadores de la conformidad, las industrias y los patrones de trabajo de la metrología legal; emite certificaciones contra normas y reglamentos técnicos; asesora y da asistencia a los reguladores gubernamentales; representa al país en todos los eventos internacionales vinculados a la normalización y la metrología, y forma recursos humanos en las áreas de la calidad, inocuidad, seguridad y buenas prácticas. La entidad eje aquí es el INDOCAL.
Subsistema técnico acreditable que reúne a los organismos de evaluación de la conformidad (OEC) competentes para realizar sus misiones respectivas. Al ser organismos acreditados, los resultados de sus evaluaciones resultarían aceptables fuera de las fronteras nacionales. El organismo eje aquí es el ODAC que, junto a los Organismos de Evaluación de la Conformidad (OEC: entidades de certificación, laboratorios de ensayo, laboratorios de calibración, organismos de inspección y personas), debe visualizarse como el subsistema más importante en términos del reconocimiento internacional del SIDOCAL. Representa la confianza en el Sistema.
Subsistema Regulador que haciendo uso de los procedimientos de evaluación de la conformidad, de los reglamentos técnicos y las normas, además de la asistencia técnica del INDOCAL, ejecuta la regulación, vigilancia e inspección en el mercado garantizando que los Objetivos Legítimos del Estado resulten debidamente tutelados y que los consumidores sean efectivamente protegidos contra prácticas engañosas o afectados con productos de calidad cuestionable. Las entidades eje aquí son Pro-Consumidor y los Ministerios de Salud Pública, Medioambiente, Obras Públicas, Industria y Comercio, y Energía y Minas (cuando sea finalmente creado y organizado este ministerio).
Estos subsistemas se presentan de forma esquematizada en la Fig. 7.
La Importancia del SIDOCAL en diferentes vertientes económicas, tecnológicas y sociales se podrá deducir en cada uno de los capítulos siguientes.
En el caso dominicano, el “sistema nacional de calidad” no ha funcionado bien quizás porque la clase política y el sector empresarial en general no percibieron durante muchos años su enorme valor estratégico para todo lo que en los últimos 30 años, paradójicamente, está presente en los contenidos de sus propios discursos: desarrollo sostenible y socialmente sustentable, competitividad, estrategias exportadoras, integración regional, modernización institucional, Estado eficiente y transparente, innovación e investigación.
Un buen ejemplo es la DIGENOR, una formidable institución de la que pocos conocían su enorme potencial en cuanto a comercio, desarrollo industrial, innovación y competitividad, exceptuando quizás a dos o tres de sus propios directores.
Sus casi tres décadas perdidas (1977-2004), hablan convincentemente de que nunca fue prioridad en las agendas políticas de los partidos gobernantes de la época.
Como las cuestiones técnicas estuvieron siempre al margen de las agendas y apremios de estos partidos y sus gobiernos, República Dominicana no cuenta hoy con la capacidad para influir en los resultados a nivel técnico no solo en los organismos internacionales de normalización, sino en ninguna otra entidad supranacional especializada en temas como salud, reglamentos técnicos y metrología.
Por otro lado, el hecho de que no hayamos honrado los pagos de nuestra membrecía al Buró Internacional de Pesas y Medidas (BIPM) desde el año 1962, pone en evidencia el escaso o nulo interés político por estas cuestiones.
En esta etapa de la vida nacional tenemos la esperanza de que la idea del SIDOCAL sea apropiadamente plasmada en los componentes institucionales contemplados en la ley y que con el apoyo gubernamental y privado, además del necesario soporte de la asistencia técnica internacional, el país pudiera contar en el mediano plazo con una robusta oferta de servicios técnicos asociados a la calidad, los cuales ahora más que nunca son requeridos por la estructura productiva, los consumidores, el comercio exterior y el mercado global.
La inexistencia de una infraestructura de calidad de clase mundial en el país anula o aleja toda posibilidad de que sus técnicos puedan participar en condiciones más o menos de igualdad en los grandes eventos donde se deciden las reglas del comercio mundial. Sin dudas, la participación activa y provechosa del país en tales eventos está supeditada a la existencia y funcionalidad de una IC nacional reconocida. Así lo confirma un estudio de casos del 2003 de la OMC, cuando apunta que
“… Al llevar a cabo estos estudios de casos, se reconoció que la capacidad de participación de los países en actividades de Normalización internacional está influenciada considerablemente por el progreso alcanzado a nivel nacional en el desarrollo de la infraestructura y el marco institucional necesarios para el desarrollo de actividades relacionadas con la Normalización y la evaluación de la conformidad” (negritas y cursivas mías, JS).
En otras palabras, nuestra influencia real en tales actividades dependerá de las capacidades que logremos desarrollar y afianzar para consolidar las instituciones de normalización, metrología, acreditación y ensayo con competencias técnicas comprobables en todo momento. En este sentido, es necesario apuntar que la creación formal, mediante ley, de tales instituciones, es solo un primer paso fundamental.
El siguiente esfuerzo, luego de la organización del SIDOCAL en estricta conformidad con las recomendaciones y directrices de consenso internacional, consistiría en lograr que sea reconocida la competencia técnica de los dos institutos (INDOCAL y ODAC) para que sus servicios resulten intercambiables con los de los socios comerciales de nuestro país.
Este es un hecho cardinal, decisivo, que facilitaría, sin lugar a dudas, la amplitud y el alcance de las estrategias de penetración y posicionamiento de nuestras empresas en los mercados internacionales, además de que contribuiría a cambiar radicalmente la imagen dominicana en los grandes foros y eventos internacionales en los que anualmente se ventilan los asuntos relativos a las funciones técnicas de una infraestructura de la calidad.
Muchos señalaban, con las mejores intenciones, al grupo que promovía la idea del SIDOCAL como soñadores y hasta cierto punto chiflados.
Yo, entonces me refugiaba en una frase de uno de los escritores preferidos en mi temprana juventud, el norteamericano Mark Twain:
“Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa”.
O en una de Zorrilla de San Martín:
“Lo importante no es tener muchas ideas, sino la idea oportuna en cada caso”.
La “idea oportuna” se “la robamos gentilmente” a Hugo Rivera, con las ventajas evidentes de que el contexto sociopolítico y económico de 2004-2011 era mucho más favorable para el desarrollo y aprobación política de la idea que el del período 1996-2000. Luego, como se ha indicado, el libro de Sanetra y otra abundante literatura citada en este trabajo, fortalecieron la convicción en torno a la necesidad de trabajar intensamente, como de hecho lo hicimos junto a otros colegas, el concepto de la IC.
Ciertamente, para la República Dominicana la idea del SIDOCAL es absolutamente nueva dadas las dimensiones y el enfoque en que se la presenta, y a la vez muy oportuna, tomando en consideración el interés creciente de los sectores público-privado de hacer de la calidad de nuestros productos una verdadera fuente de bienestar y prestigio para los dominicanos.
Si me preguntaran qué pienso del futuro del SIDOCAL, respondería que todo va a depender de la calidad, eficiencia, eficacia y transparencia de su gestión, del respeto a la independencia de sus instituciones y del apoyo eficaz, privado y gubernamental, a su desarrollo.
Las designaciones de funcionarios de alto nivel distanciados de los conceptos técnicos involucrados, sin ninguna experiencia en el ámbito de la calidad, carentes de la capacidad de razonamiento técnico, y motivadas por razones puramente clientelistas, es uno de los peligros de más envergadura que debe enfrentar el futuro del SIDOCAL y, de manera muy particular, del INDOCAL.
Como se puede observar en la Fig. No. 9, el Gobierno carga con el peso de las más importantes responsabilidades, en diferentes niveles:
Nacional, como principal promotor y coordinador de la formación de los recursos humanos.
Macro, definiendo y perfeccionando el marco normativo para incentivar la competitividad y modernización de las empresas, y asegurar la eficacia de realización de sus Objetivos Legítimos (protección de la salud humana, animal y vegetal, y del medioambiente).
Micro, motivando a los demás stakeholders a respaldar el Sistema y asegurando la implementación de normas y el cumplimiento de los reglamentos técnicos, avanzando iniciativas de proyectos sectoriales y estimulando el espíritu asociativo de los productores.
Por último, en el nivel internacional, asegurando las membrecías en los organismos internacionales vinculados a los temas de la IC, apoyando la participación en los eventos internacionales relacionados, trabajando por el reconocimiento de las competencias técnicas de los organismos involucrados, comprometiéndose junto a los organismos del SIDOCAL en Acuerdos de Reconocimiento Mutuo y Multilateral (ARM, MLA) y respetando los acuerdos multilaterales (OMC).
Sin dudas, el éxito del SIDOCAL está indisolublemente atado a la superación radical de una cierta y relativamente arraigada visión conforme a la cual muchas instituciones y organismos públicos son vistos como simples herramientas de preservación de inauditos privilegios sectoriales en las mismas anacrónicas condiciones de décadas pasadas.
Cuando el entorno internacional deja atrás las concepciones viejas y sugiere cambios drásticos en los modelos conceptuales y en las prácticas ineficientes habituales, la única salida al progreso es la sintonía de la mentalidad empresarial y gubernamental con la dinámica externa, global.
El SIDOCAL no sólo es hoy Ley promulgada, sino también una nueva institucionalidad que da sus primeros tímidos pasos.
No importó que ciertamente una parte del personal fuera detrás de todas las iniciativas a regañadientes y, lo que es peor, sin saber concretamente hacia donde iba, quizás por ese desinterés -peligroso y casi habitual- por los asuntos de trascendencia nacional. Esas actitudes zombis provocaban en mí mucho desconsuelo y a veces cansancio. Quizá porque, con Mario Benedetti,
“… Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad”.
Hacia finales de 2013, cuando inicié las primeras líneas de este trabajo, al revisar la página web de la antigua DIGENOR, me encontré con el Instituto Dominicano para la Calidad (INDOCAL). Entonces comprendí que nuestros sueños, al decir de Benedetti, se estaban apoderando de la realidad.