Naciones Unidas, (Servicios especiales de Vanguardia del Pueblo) El auge del terrorismo y de los llamados combatientes extranjeros en varias partes del mundo centraron aquí la atención del Consejo de Seguridad y de su comité encargado de abordar el flagelo.
Varios países de África y Asia sufren despiadados ataques de grupos extremistas como el Estado Islámico (EI), Boko Haram, Al Qaeda, Al Shabaab y otros, cuestión que genera preocupación y promueve una permanente búsqueda de alianzas y estrategias para enfrentar la amenaza.
En una reunión del Comité Anti-Terrorista, el secretario general Ban Ki-moon, pidió mayor atención de la comunidad internacional para fenómenos como el incremento de los combatientes extranjeros, después de que miles de ellos llegaran a Siria, Iraq y otras naciones para sembrar el terror.
Según Ban, si bien urgen respuestas militares, resulta clave no olvidar el respeto a los derechos humanos y el Estado de Derecho.
Cuando se violan las libertades y los derechos fundamentales, suele exacerbarse el extremismo, advirtió en el encuentro del cual se esperan nuevas acciones para enfrentar el creciente peligro.
Por su parte, el Consejo de Seguridad sesionó hoy con el tema del terrorismo en la agenda, en particular la amenaza representada por Boko Haram en la Cuenca del lago Chad.
En los recientes meses, los fundamentalistas, que han tenido su base de operaciones en Nigeria, extendieron sus asesinatos y secuestros masivos a Chad, Níger y Camerún, donde se reportan decenas de muertos en ataques suicidas y otros actos violentos, además de unos dos millones de desplazados.
Presidido por Nueva Zelanda este mes, el órgano de 15 miembros adoptó una declaración que llama a fortalecer la cooperación regional para enfrentar el desafío.
El documento aprobado reitera el rechazo al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones y el carácter injustificable del mismo.
Asimismo, ratifica el respaldo a los mecanismos creados por la Unión Africana y organizaciones regionales para enfrentar a Boko Haram, responsable de crímenes como el secuestro, en abril de 2014, de casi 280 niñas nigerianas en el norte del país, la mayoría aún sin paradero conocido.
