Opinión

Una lectura palpitante y una reflexión detenida sobre la situación económica por la que atraviesa Grecia nos conducen a la espantosa conclusión de que el fracaso de los planes de rescate para Grecia han sido una total frustración desde que estalló la crisis, hace cinco años, en ese país que siempre ha sido un referente de grandes pensadores y de conocimientos, desde la antigüedad.

Esto así, ya que la crisis económica y financiera griega ha entrado en una etapa crítica de consecuencias impredecibles, y en el cual se plantea la disyuntiva de si ese país abandona o permanece con el euro como moneda oficial, lo que en el primer caso implicaría la adopción de una nueva moneda, lo que según su líder Alexis Tsipras “el costo de la salida de un país europeo sería enorme”.

La cuestión es que Grecia entró en una situación crítica en el manejo de su déficit fiscal y un nivel de deuda inmanejable, lo cual gira a una gran velocidad de casi un 200% del PIB, lo que ha obligado al FMI a sugerir como condición que para involucrarse en un rescate es obligatorio que la deuda disminuya hasta en un 120% del PIB de cara al 2020, lo que al gobierno le parece un compromiso inalcanzable, que coloca a ese país en una situación de humillación. Pero a su vez, se plantea una salida impulsada por la unión europea, con la exclusión de ese organismo financiero ya que este exige el reembolso de la impronunciable suma de 1.600 millones de euros.

Cuando Grecia fue declarada en recesión económica, en mayo de 2010, se plantearon múltiples opciones de rescate que generaron un desborde optimista al extremo que pintaban una reducción del déficit, la reducción de la deuda, equivalente al 150% del PIB en 2013, y el regreso al crecimiento, con salida de la recesión en el 2012.

Sin embargo, nada de eso ocurrió, ya que el crecimiento del PIB, el 27% de desempleo, los elevados niveles de inflación y la expansión de la pobreza en un 35% fueron los resultados de la política económica de austeridad con fuertes medidas estructurales que han desangrado las aspiraciones de bienestar de la población y presencia de una crisis políticas que ha estremecido el poder político y los mercados financieros mundial e incapacidad de un poder de negociación fuerte.

Tal situación se puede apreciar en el hecho de que a pesar de que este país logró reducir de manera considerable su déficit público del 15,6% en 2009 al 2,2% en 2013 y realizar una apreciable reestructuración exitosa en su sistema bancario mediante la aplicación de la supervisión basada en riesgos, aún no había salido de la crisis con la aplicación del segundo rescate hasta finales del 2012, es en este contexto que se plantea un tercer plan de rescate para este 2015 y bajo el gobierno de Alexis Tsipras, no se ha logrado, pese a los esfuerzos realizados.

Pero las cosas resultan más dramáticas y desconsolantes si se pondera lo que ha establecido el FMI, de que de cara al de 2018, Grecia requerirá de una financiación de la terrible suma de 51.900 millones de euros, en el cual se solicita que la unión europea colabore con el frío monto de 36.000 millones de euros, lo cual puede ser superior a los 60.000 millones de euros, con la ejecución del corralito financiero al retiro de los depósitos bancarios.

Una retrospectiva nos ayuda a entender mejor lo que está pasando en Grecia, pues resulta que en el año 2001, este país ingresó a la zona Euro cuyos requisitos era cumplir con los indicadores macroeconómicos que se exigen para pertenecer a la Unión Monetaria Europea.

Los datos presentados de su défi – cit público y su nivel de endeudamiento no se correspondieron con la realidad de la Economía, y por tanto, las empresas calificadoras de Riesgos no lograron identifi – car esos detalles que el Gobierno ocultó de manera magistral. Para el año 2009, la economía de Grecia presentaba una situación inocultable al registrar un déficit fiscal ascendente a la temible suma de $ 300 millones de Euros, equivalente al 13% del PIB, en tanto, la deuda pública se disparó en un 113 por ciento del PIB, las reservas de divisas, el crecimiento de la economía y el déficit presupuestario pusieron en evidencia que se estaba asistiendo a un colapso de la economía. Pero el gobierno, acorralado por la situación económica, decidió llevar un acuerdo con la Unión Europea y el FMI tendente a recibir una ayuda financiera por el orden de los $110 mil millones de euros, condicionado a que se ejecute un recorte presupuestario de $30 mil millones de Euro en un período de tres años, a partir del 2010, fruto de la misma se impulsaron sendas reformas estructurales para superar la situación de Crisis.

La crisis por la que ha transitado Grecia es un reflejo desolador que retrata una situación impensable de consecuencias devastadoras, tanto para la zona euro como para la economía mundial, dado los fracasos de sus diferentes planes de rescate, los cuales han sido dolorosos y perturbadores de la estabilidad social y política, impactando en todos los mercados bursátiles, cargados de incertidumbres si se toma en consideración que se ha establecido en $11,500 millones los recortes para los próximos dos años, generando tensiones políticas que se han expresado mediante un referéndum donde la no salida de la zona euro ha sido decidida con una legitimación del soberano de un 62%, como mal menor, pues tal como sostiene el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, “los griegos podrían lograr la oportunidad de modelar un futuro que, aunque quizás no tan próspero como el pasado, es mucho más esperanzador que la inconsciente tortura del presente”.

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