Opinión

Irresponsable, manipuladora e indignante, son tres palabras que en los dos últimos años han definido de un modo muy preciso la ya conocida estrategia política, que a nivel internacional, han estado impulsando las autoridades haitianas. Comenzando por el propio presidente Michel Martelly, tanto la clase gobernante como la elite dominante del vecino país, han hecho de la desgracia y desorganización de su pueblo, un negocio redondo que en el ámbito diplomático les ha reportado buenos réditos.

Es inconcebible que a estas alturas, a sabiendas del gran esfuerzo político, económico y social que ha significado para la República Dominicana, disponer de más de 1,500 millones de pesos, para ofrecer vías de regularización de estatus a cientos de miles de inmigrantes indocumentados, en su inmensa mayoría de origen haitiano, se quiera acusar a nuestro país de propiciar una campaña racista y de persecución masiva contra supuestos “dominicanos desnacionalizados”. Nada más distante de la verdad. Pretender desconocer y menospreciar el esfuerzo de las autoridades dominicanas, en mitigar los efectos negativos de una práctica que durante décadas ha propiciado un desorden migratorio en nuestro territorio, es un acto de mezquindad focalizada que no podemos, ni estamos dispuestos a aceptar.

Es ya una práctica conocida, la insistencia de las autoridades haitianas en querer vender la actual coyuntura como un claro ejemplo de una tragedia humana y un drama social, que sin embargo en el terreno no han podido ser capaces de demostrar. En más de 18 meses de proceso continuo de inscripción y regularización del estatus migratorio de personas que residen ilegalmente en el país, impulsado por el actual gobierno dominicano, la principal traba manifiesta y a la que hacemos alusión, lo fue la falta de cooperación del vecino país en dotar de los documentos necesarios a sus propios nacionales, a los cuales, incluso, además de que se les hizo padecer grandes retrasos en la adquisición de los mismos, se les llegó a cobrar altas sumas de dinero a los que lograron obtenerlos.

La irresponsabilidad y manipulación de las autoridades haitianas no es una actitud reciente ni fortuita, sino que responde a una cultura elitista de su clase dominante, cuyos resultados les ha llevado a responsabilizar a terceros de las carencias y vicisitudes que sufren el 80% de la población de su país. Las desigualdades sociales patentes en la vecina nación, han sido el resultado de una especie de APARTHIED clasista y social, cuyas acciones han propiciado que Haití se mantenga en un invariable letargo histórico, que impide modernizar sus instituciones, enfrentar la inequidad y mantiene a gran parte de la población sin conciencia de quien es el verdadero culpable de su situación y por ende, esto no hace más que prolongar sus penurias e injusticia en sentido general.

Es precisamente a esa reducida elite dominante y a las principales autoridades haitianas, que controlan más del 70% de los ingresos y recursos que obtiene su país, a quienes los poderosos e influyentes sectores de la Comunidad Internacional deben reclamar mayores resultados y no así a la República Dominicana, cuya única responsabilidad ha sido ser excesivamente tolerante y pasiva ante las envestidas del vecino país. Es indignante como incluso amenazan con no aceptar a sus propios ciudadanos, quienes en primera instancia han decido retornar voluntariamente a su país. Ahora los tildan de APATRIDAS y DESNACIONALIZADOS, renegando del Artículo 11 de su propia Constitución, donde bien cita, que “Es haitiano toda persona nacida en Haití o en el extranjero, cuyo padre o madre sea de origen haitiano”.

Desde la Juventud del Partido de la Liberación Dominicana queremos dejar bien claro que la República Dominicana NO ES RACISTA, concepto despectivo que no podría estar más divorciado de nuestra realidad, pues si de algo estamos conscientes, es que nuestra raza, más que asemejarse a la tez anglosajona de las familias BUSH, TRUMP y CLINTON, está más a tono con las características anatómicas de un NELSON MANDELA, de MAHATMA GHANDI, de FIDEL CASTRO, de MARTIN LUTHER KING y BARACK OBAMA, por ser nuestra población mayoritariamente mulata. Sin embargo, existen marcadas diferencias que ponen en relieve el contraste de las dos mitades de esta isla y que nada tienen que ver con lo racial; en ese sentido estas van desde el idioma, la cultura, comida, deporte y religión, hasta la forma en que de manera simultánea, pero totalmente distinta, manejamos la actual situación, pues mientras nuestra postura goza de coherencia, el discurso de las autoridades haitianas varía según le beneficie el escenario del momento.

El derecho de libre determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación, al cual nos acogemos para de manera soberana ordenar la migración en nuestro país, es el derecho que tiene todo pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y sobre todo, el derecho a estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad. Adherido a esto, hemos sido los mayores promotores y defensores de los derechos fundamentales y sobre todo, de la dignidad e integridad de los inmigrantes, caso que no se da en otras naciones del CARICOM, quienes atacan y culpan infundadamente a la República Dominicana, mientras de manera particular, tratan a los amigos haitianos de un modo despectivo y degradante, que los lleva, como sucede en Bahamas, a ejecutar programas de deportaciones masivas y sin previsiones, que distan mucho de la retórica de éste organismo regional.

En virtud de lo expuesto, consideramos oportuno hacer un llamado a todos los jóvenes dominicanos en particular y a todos los sectores de la sociedad en general, para que ante esta campaña de descritico que hoy se orquestra de manera injusta contra nuestro país, nos unamos en una sola voz de defensa y hagamos causa común con el sentir nacional. Que se conozcan los aportes sobrehumanos de nuestros gobiernos (asistencia a parturientes, facilidad de estudio básicos y universitarios a hijos de haitianos, construcción de universidad en Haití, inversiones millonarias en asistencia humana tras las distintas catástrofes naturales y ahora incluso, allanamos el camino legal para que regularicen su estatus migratorio en el país, etc). Del mismo modo, queremos proponer al gobierno encabezado por el compañero Danilo Medina, que de ser necesario, se convoque a un referéndum o consulta general, que permita al pueblo dominicano expresar su voluntad soberana y se fije una posición unificada frente a los ataques que nos asedian a nivel internacional.

Es posible concluir que la única forma de enfrentar objetivamente las desigualdades, penurias e injusticia que hoy en día vive Haití, es que cada nación, comenzando por la propia elite irresponsable y las autoridades oportunistas del vecino país, asuman su rol, cumplan su deber, y que más que detenerse en señalamientos y retoricas infundadas, que no buscan más que culpar exclusivamente a la República Dominicana, pasen a la acción y aporten su cuota de responsabilidad para superar la presente situación.

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