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Al iniciar una semana decisiva para su retiro o permanencia en el poder, el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, redobla esfuerzos para sobrevivir por segunda vez al intento de convertir su creciente impopularidad en su salida del gobierno.

En una entrevista publicada por el diario ligero y masivo «Trome» (excelente, en el habla popular peruana), el mandatario afirmó que confía en que logrará su objetivo en la sesión del jueves próximo cuando él y su abogado sustentarán su defensa, tras lo cual el Congreso de la República tomará una decisión.

Para seguir en el cargo, Kuczynski cuenta con deserciones de grupos partidarios de su vacancia, como ocurrió en diciembre último, y descalificó a priori un resultado adverso.

Señaló que sería un golpe de Estado si lo destituyen por la causal constitucional de «incapacidad moral permanente» debido a indicios de corrupción mediante el desempeño alterno como consultor financiero de empresas contratantes con el Estado y como ministro.

«Yo no creo que va a pasar, pero sería un golpe de Estado», aseveró, aunque legisladores progresistas, de centro y de derecha, que impulsan la llamada vacancia presidencial, señalan que está prevista en la Constitución como atribución del parlamento.

Aunque siversos analistas y medios de prensa señalan que es muy difícil que la destitución alcance los 87 votos necesarios, sobre un total de 130, tampoco parece claro que el gobierno, siendo imposible que logre mayoría, logre que los votos en contra y las abstenciones sumen al menos 44 y la vacancia se frustre.

Para ese objetivo cuenta con los 15 legisladores del partido gobernante Peruanos por el Kambio y los 11 de una escisión del mayoritario Fuerza Popular (FP) encabezada por Kenji Fujimori, hermano de la líder de FP, Keiko Fujimori, y merecedor de plena y manifiesta confianza del mandatario, pues su abstención lo salvó de ser echado en diciembre.

También se oponen a la vacancia fracciones de las otras bancadas y varios de FP, entre los cuales Elard Melgar anunció ayer que votará en contra de la medida.

Legisladores de oposición y analistas de prensa denuncian que el gobierno está persuadiendo a legisladores de varias bancadas a no sumarse a la vacancia, con métodos vedados que incluirían ofrecimientos de prebendas y de fondos para proyectos en las regiones de quienes no voten por cesar al presidente.

El gobernante también sostuvo, al parecer como disuasivo, que varios de los presidentes de los países de la Cumbre de las Américas no asistirían a la cita de abril próximo si él no siguiera siendo presidente para entonces.

Por su parte, la primera ministra, Mercedes Aráoz, dijo que «hay gente (de FP) que va a estar a nuestro lado, no puedo decir quienes,» en la votación final de la vacancia.

Agregó, sin precisiones, que sostiene con esos legisladores conversaciones orientadas a compromisos futuros, mientras el vocero de la bancada parlamentaria oficialista, Gilbert Violeta, dijo que confía en que habrá 50 votos contra el despido de Kuczynski.

De cualquier manera, el analista neoliberal Víctor Andrés Pone reconoció que, de impedir el mandatario la destitución, será «un capítulo más de una larga agonía».

De cualquier manera, dijo el comentarista Luis Benavente, cualquiera sea el desenlace de la «guerra subterránea» de ambos bando por sumar votos decisorios, la política peruana no tendrá sosiego en los años próximos, pues habrá enfrentamientos iguales o peores que el actual.

Un veterano e importante empresario advirtió, en una conversación informal con un reducido grupo de periodistas, que si Kuczynski no fuera cesado, la situación será mucho peor, porque la indignación popular puede estallar en su contra con consecuencias difíciles de prever.

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