El director general adjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Moussa Oumarou, dijo que al menos 25 millones de personas en el mundo están sometidas a trabajo forzoso.
El 80 por ciento de ellos, según el directivo de la OIT, pertenecen al sector privado y a aquellos que, por sus características, demandan una gran cantidad de mano de obra, como el de la pesca.
Oumarou intervino en la ceremonia por el Día Mundial de la Pesca, que se celebra este 21 de noviembre, convocado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Vaticano, junto a otros organismos internacionales.
Según Oumarou los beneficios ilegales del trabajo forzoso representan por lo menos 150 mil millones de dólares anuales, una «enorme industria» que protege sus propios intereses y que a menudo están también vinculadas con otros delitos como tráfico, apuntó.
Ciertos operadores y agencias de contratación, añadió, utilizan prácticas abusivas como el trabajo forzado y la trata de seres humanos, obligando a las personas a trabajar en buques en alta mar durante meses e incluso años.
El alto funcionario de la OIT recordó que el sector de la pesca garantiza los medios de subsistencia al 12 por ciento de la población mundial y ofrece a cientos de millones de personas una alimentación sana y de calidad.
Asimismo, explicó, asegura medios de vida a unos 60 millones de pescadores, junto con sus familias y a otros millones de personas involucradas en la cadena de valor del sector, que sumarían unos 200 millones, más otros tantos que tienen a su cargo.
La pesca es una de las profesiones más peligrosas del mundo, apuntó y argumentó que a menudo quienes laboran en ella enfrentan largas jornadas de trabajo en condiciones precarias, con bajos ingresos y cuando están a bordo son más sensibles a enfermedades, a abusos psicológicos y sexuales e incluso a accidentes mortales.
Entre otras agravantes señaló que las operaciones y largos viajes de los grandes buques fuera de los territorios nacionales hacen difícil la organización en sindicatos y negociar de manera colectiva sus derechos, en particular muy pocos pescadores migrantes pueden beneficiarse de una protección social y rara vez tienen derecho a una pensión laboral.
Oumarou citó una reciente reunión de la OIT, la cual valoró que los pescadores migrantes especialmente sufren a menudo el trabajo forzoso y carencia de trabajo digno, acciones abusivas y fraudulentas de contratación, trabajo infantil, abandono ausencia de acuerdo laboral, confiscación de identidad y hasta de una listas negras para aquellos que hacen valer sus derechos.
También el directivo hizo mención a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que el próximo 10 de diciembre cumple 70 años, la cual refiere el derecho a la vida, y otros como el derecho al trabajo, a una remuneración justa, condiciones adecuadas y a la afiliación a un sindicato para preservar sus intereses, que igualmente recogen las normativas de la OIT.
Entre ellas destacó que la eficacia del Convenio 188 de ese ente, aprobado el año pasado, que prevé incluso la inspección en buques extranjeros, aumentará según crezca el número de países firmantes (hasta ahora solo 12) y su aplicación para asegurar realmente una verdadera sostenibilidad de la pesca.
Marcos jurídicos internacionales dirigidos a la promoción del trabajo decente, de la justicia social para los pescadores, pero que necesitan de esfuerzos coordinados, expresó.