Hablan los hechos

El fin de las ideologías, proclamado posterior al derrumbe de los modelos socialistas en varios países, los conflictos y fragmentaciones en el mundo no están explicados por estas concepciones de índole ideológica. Por el contrario, la agudización de la crisis que a escala planetaria está presente en primeros años del siglo XXI obedece a otras razones que son inherentes al sistema capitalista, aceleradas o detenidas según a quienes les corresponde asumir el control político y el diseño de política económica de mayor incidencia global.

Es indiscutible que el mapa político y económico del mundo ha registrado un cambio radical en las últimas dos décadas y las tensiones políticas que protagonizan algunos países de economías emergentes están influyendo en el modo en que se hacen negocios en todo el mundo.

Las concepciones de la ideología, que en el siglo XIX y XX se enmarcaron en dos grandes posiciones, las socialistas y capitalistas han dado lugar a nuevas variantes que han complejizado la valoración de este fenómeno. Por tales razones, la ideología está vinculada estrechamente al papel del factor subjetivo en la sociedad, siempre y cuando se asuma que conceptualmente esta es un conjunto de ideas, normalmente políticas, formuladas deliberadamente, coherentes y racionales, empleadas para delimitar y comprender la forma en que puede organizarse la sociedad.

Bajo tal enfoque, la definición de ideología se fija en el hecho de que la gente busca sentido al mundo colectivamente. Para que una ideología tenga repercusión social debe ser compartida, convenida entre un grupo numeroso de personas, lo que obliga llegar a la conclusión de que en el mundo no existen conflictos ideológicos relevantes que incidan en la dinámica que fragmenta el mundo político, económico y social en la actualidad.

Los conflictos a escala mundial se han venido incrementando cada vez mas acelerados y desde que Donald Trump asumió el gobierno de EE.UU se han exacerbando las tensiones geopolíticas.

Aunque en la actualidad no existen conflictos ideológicos ni hay guerras declaradas, el mundo sigue hostigado por conflictos armados que castigan especialmente a la población civil y que dejan detrás un terrible saldo de muertes, destrucción y desplazamientos masivos de población. Esa realidad bélica hunde muchas veces sus raíces en conflictos duraderos, pero también es muy cambiante, con irradiaciones intermitentes de violencia y paralelos esfuerzos de paz que se entrelazan y deshacen por momentos.

Es indiscutible que el mapa político y económico del mundo ha registrado un cambio radical en las últimas dos décadas y las tensiones políticas que protagonizan algunos países de economías emergentes están influyendo en el modo en que se hacen negocios en todo el mundo. Los componentes de mercado o tecnológicos no son tan importantes para triunfar en países como China, Rusia o Brasil, y habrá que tener en cuenta los juegos políticos que allí tienen lugar, los cuales están definiendo el tablero geopolítico del mundo.

Para que se tenga una idea más entendible del aumento de las tensiones geopolíticas con la llegada de Trump a la casa blanca solo hay que considerar las conclusiones de los Tink Thank de USA, o tanque de pensamiento, que ponderan acciones relevantes como las causales de los conflictos.

Después de un cuarto de siglo expandiéndose, las economías emergentes todavía pueden ofrecer buenas oportunidades, pero también riesgos políticos, para el mundo de los negocios. Otras tendencias observadas son la disparidad de ingresos en las rápidas economías emergentes, tensiones geopolíticas y actitudes fragmentadas que cada vez se observan en muchos países y que no dependerá ya necesariamente de los costes o de razones tecnológicas o de mercado, sino que tiene mucho que ver con que las interpretaciones que se hagan del juego político y conflictos económicos al que se está ya asistiendo el mundo.

Los conflictos a escala mundial se han venido incrementando cada vez mas acelerados y desde que Donald Trump asumió el gobierno de EE.UU se han exacerbando las tensiones geopolíticas. Estos criterios son cada vez mas reforzado y convencido por los diferentes centro de investigación y Universidades de USA, pues estos entienden que la cosmovisión relativamente simplista de Trump es que el orden liberal diseñado por Washington, que se transformó en globalización y neoliberalismo tras el triunfo de EE.UU en la Guerra Fría, terminó beneficiando de manera exagerada a competidores y rivales que aprovecharon todas las ventajas sin hacer compromiso de las consecuencias que se derivaron.

Los riesgos geopolíticos y de inestabilidad de las instituciones y de las reglas globales han sido revividos desde la casa blanca a partir de los innecesarios conflictos con Australia por asuntos de los refugiados, con China por las guerras comerciales, con Alemania por su política de acoger a los refugiados.

Para que se tenga una idea más entendible del aumento de las tensiones geopolíticas con la llegada de Trump a la casa blanca solo hay que considerar las conclusiones de los Tink Thank de USA, o tanque de pensamiento, que ponderan acciones relevantes como las causales de los conflictos. En efectos, el cuestionamiento a instituciones internacionales como la OTAN, el desprecio a los acuerdos multilaterales, como el que firmaron EE.UU y la Unión Europea con Irán, y más en general, la subordinación de la diplomacia al objetivo de reducir los desbalances comerciales está socavando la relación de EE.UU con sus aliados occidentales, en particular con la Unión Europea.

Otro elemento relevante que se agrega a los identificados es que en las relaciones diplomáticas entre México y EE.UU que no habían atravesado una situación tan crítica desde hacía décadas. Pero resulta que Trump ya aceleró el fuego durante la campaña electoral cuando aseguró que los mexicanos son “gente con un montón de problemas, que traen drogas, crimen y son violadores”, aunque se espera que estas asperezas puedan mitigarse con el nuevo gobierno Mexicano.

Las fragmentaciones en que se encuentra el mundo sugieren que la comunidad internacional no gire la cara y que ponga los ojos en aquellos países que puedan tener menos interés por razones económicas.

Los riesgos geopolíticos y de inestabilidad de las instituciones y de las reglas globales han sido revividos desde la casa blanca a partir de los innecesarios conflictos con Australia por asuntos de los refugiados, con China por las guerras comerciales, con Alemania por su política de acoger a los refugiados. Pero resulta que estas tensiones se alimentan con la desconfianza y la incertidumbre que se ha sembrado en el mundo, lo que significa que este es cada vez más difícil de entender en el complejo contexto político y socioeconómico del siglo XXI, calificado como el siglo moderno.

Las fragmentaciones en que se encuentra el mundo sugieren que la comunidad internacional no gire la cara y que ponga los ojos en aquellos países que puedan tener menos interés por razones económicas. Esto encuentra mayor preocupación al observar que la actual administración Trump ha inyectado más incertidumbre en el sistema internacional, intentando recuperar algunos sectores clave de su economía, como la industria metalúrgica y las manufacturas, principalmente el sector automotriz, lo que se traduce en fragmentaciones en el mundo y perjuicio para las economías emergentes.

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