Un año termina, dejando detrás una estela de deseos frustrados; otro inicia, propicia la ocasión para realizar nobles proyectos de cambios. Ejercicio complicado en las personas que tienen diferentes niveles de responsabilidad en el funcionamiento de los sistemas complejos, como el de salud.
La agenda diaria en salud, como balance entre la implementación de políticas y programas, de una parte y de los resultados en las personas, por la otra, es intensa, pues, inciden diversas corrientes de interés encontradas entre el ente social, receptor del servicio; el ente político, receptor de la satisfacción social y del recurso humano, en la medida que satisface los sueños de desarrollo personal.
Al finalizar el año 2018, habrán transcurrido más de 17 años desde el inicio el proceso de reforma de los servicios de salud, una frustración común arropa el sentir de las citadas corrientes de interés, se ha fracasado. Lo propio es consecuencia de priorizar las intervenciones de alto costo enfocadas en la dotación de recursos a los centros de salud sobre las intervenciones enfocadas al funcionamiento de los mismos.
Dicha orientación se corresponde con un enfoque conceptual basado en absurdos supuestos que, cual solapa, ocultan sencillas verdades. Por lo tanto, el sector servicio ha resultado ininteligible y, aparentemente, poco propicio para garantizar no solo el derecho a la salud sino el derecho a la integridad personal y a la vida misma, como es el caso de la mujer embarazada cuando muere al recurrir a los servicios para traer al mundo otra vida.
Un absurdo recurrente es considerar la resistencia al cambio como un obstáculo, cuando es lo contrario, una característica de todos los organismos vivientes, las organizaciones sociales incluidas, por la que se defienden a estímulos provenientes de cambios externos que impactan su estado de confort, cuando la verdad es que no se han contemplado las intervenciones para inducir el cambio ni el desarrollo de capacidades para encontrar base de sustentación para el apalancamiento de las mismas.
Otro absurdo, es condicionar la mejoría de la calidad al aumento del financiamiento público de la provisión de los servicios de salud. No solo es imposible dentro de la actual política fiscal y estructura presupuestaria, sino que, las intervenciones implementadas enfocadas al aumento de los recursos para desarrollar las condiciones esenciales de los servicios de salud en los últimos 17 años, no tiene parangón histórico en términos de inversión en el sector, tanto por el monto financiero como por la integralidad de la misma.
En este sentido, se ha transformado la infraestructura hospitalaria, de centros con grandes salas para agrupar pacientes se han transformado en centros con habitaciones privadas y semiprivadas; se han dotado de los equipos necesarios para el óptimo funcionamiento de los mismos; se garantiza la provisión de medicamentos y el instrumental tecnológico para el diagnóstico y tratamiento de los pacientes, y por demás, se han atendido los reclamos salariales del personal para que se ajuste a los requerimientos para financiar sus expectativas de desarrollo personal.
La magnitud del absurdo la podemos visualizar no solo al observar que la inversión efectuada no se ha traducido en mejorar el acceso de la población a servicios de salud integrales, adecuados, oportunos y de calidad, sino, también por mostrar la risible verdad de que, con la actual cultura laborar, más que faltar sobran los recursos, pues, más del 50% de la inversión efectuada en RRHH y más del 55% en recursos tecnológicos no se encuentra disponible en los días laborables del mes de cualquier centro público tradicional de la red de atención.
En los centros de atención todo ocurre por una razón, no hay casualidades, por lo que su funcionamiento es un acto racional que implica el diseño e implementación de intervenciones para desarrollar las condiciones esenciales que hagan posible lo propio. Lo que incluye, explicitar los procesos vinculantes de los diversos servicios y departamentos; un proceso continuo de mejora de la atención a los pacientes; un enfoque de dirección del centro hacia desarrollo institucional, la planeación estratégica y el funcionamiento de los órganos de gobierno y desarrollar la educación del personal en función de la visión de la institución.
Pensar el tema salud en el presente implica rememorar la incapacidad para cristalizar los sueños de reforma de una generación en despedida, sea por el empuje de jóvenes generaciones que buscan los espacios para construir el futuro o sea porque la línea asintótica del tiempo determina su retirada.
Pero también implica tener en cuenta el compromiso de país establecido en el marco Objetivos de Desarrollo Sostenible, “GARANTIZAR UNA VIDA SANA Y PROMOVER EL BIENESTAR PARA TODOS EN TODAS LAS EDADES”. A partir de las doce campanadas que anuncian el despedir del año 2018 y el inicio del año 2019 y al ritmo de “Qué te pasa viejo año que te pasa”, merengue compuesto por la fenecida gloria dominicana del contagioso ritmo, “Rasputin”, solo restan once años para cumplir con el magno compromiso.
De ahí que mi deseo para el nuevo año sea el de transitar el camino de poner a funcionar el Centro de Atención a la Salud, vía indispensable para garantizar el derecho a la vida de la mujer embarazada, la Reforma del Modelo de los Servicios Salud y elevar de manera sostenida el estándar de salud de la población, cumpliendo así, con el compromiso del proyecto de nación del Partido de la Liberación Dominicana y, a la vez, con el desafío de país ante las naciones del mundo.
Mis felicitaciones e íntimos deseos de que Dios nos permita rencontrarnos en el próximo 2019…