Opinión

Bernstein nació en 1850 en Berlín, Alemania. Se integró muy joven al Partido Socialdemócrata Alemán donde fue redactor del periódico El Socialdemócrata de 1881-1890, delegado a congresos socialistas internacionales de 1889 a 1893 y diputado de la Cámara Baja del Parlamento Alemán a partir de 1901.

Entre 1896 y 1898 escribió “Las Premisas del Socialismo y las Tareas de la Socialdemocracia”, una serie de artículos críticos al marxismo en Die Neue Zeit (Los Nuevos Tiempos). Sus artículos pretendían revisar la teoría marxista y establecer los fundamentos ideológicos del reformismo. Bernstein creo, de esta manera, el cuerpo doctrinario que necesitaba la burocracia política y sindical del Partido Socialdemócrata Alemán.

Su pensamiento se conoce en la historia de la ciencia política como revisionismo. Según Bernstein: “la palabra revisionismo, que en el fondo solo tiene sentido para cuestiones teóricas, traducida a la política significa reformismo, política del trabajo sistemático de reforma en contraposición con la política que tiene presente una catástrofe revolucionaria como un estadio del movimiento deseado o reconocido como inevitable.”

Y continúa: “para los revisionistas (socialdemócratas) dicha conquista debería lograrse por el camino de la lucha parlamentaria mediante la explotación del derecho de voto y la utilización de todos los instrumentos legales”. Bernstein define la socialdemocracia como un partido de reformas socialista democrático que lucha por el progreso social y la conquista de la democracia con la finalidad de impulsar el desarrollo de una sociedad socialista.

De manera que para Bernstein las tareas de la socialdemocracia consisten en organizar políticamente a la clase trabajadora y luchar por todas las reformas políticas que sirvan para transformar el sistema político en democracia. Y lo dice en estos términos: “Toda la actividad práctica de la socialdemocracia está encaminada a la creación de situaciones y requisitos que hagan posible y garanticen el transito sin rompimientos violentos del moderno orden social a un orden superior. (Itálicas mías, LS).

En sus ensayos Bernstein trato sin éxito de refutar las premisas básicas del socialismo científico, fundamentalmente la afirmación marxista de que el capitalismo lleva en sus entrañas el germen de su propia destrucción. Negó la concepción materialista de la historia, la creciente agudeza de las contradicciones capitalistas, la teoría de la lucha de clases y la naturaleza de clase del Estado.

Para Bernstein la revolución era innecesaria, se podía llegar al socialismo a través de mecanismos tales como las cooperativas de consumo, los sindicatos y la extensión gradual de la democracia política. “El PSD-dijo- debe transformarse .de partido de la revolución social en partido para la reforma social”.

La refutación del revisionismo de Bernstein seria Reforma o Revolución, la primera gran obra política de Rosa Luxemburgo. Ella misma la considero, con acierto, como la obra que le ganaría reconocimiento político en el Partido Socialdemócrata Alemán y obligaría a la “vieja guardia” (Kautsky, Bebel, Volmar y otros, LS) a considerarla una verdadera dirigente política, a pesar de ser veinteañera, extranjera y mujer.

En Reforma y Revolución realiza un pormenorizado análisis de los argumentos de Bernstein contraponiéndoles los sólidos argumentos de Carlos Marx acerca del capitalismo y la necesidad de sustituir ese régimen con el socialismo.

“A primera vista, el título de esta obra (Reforma y Revolución, itálicas mías L.S.) puede provocar sorpresa-escribe Rosa- ¿Es posible que la socialdemocracia se oponga a las reformas? ¿Podemos contraponer la revolución social, la transformación del orden imperante, nuestro objetivo final, a la reforma social?

“De ninguna manera. La lucha cotidiana por las reformas, por el mejoramiento de la situación de los obreros en el marco del orden social imperante y por instituciones democráticas ofrece a la socialdemocracia el único medio de participar en la lucha de la clase obrera y de empeñarse en el sentido de su objetivo final: la conquista del poder político y la supresión del trabajo asalariado. Entre la reforma social y la revolución existe, para la socialdemocracia, un vínculo indisoluble. La lucha por reformas es el medio: la revolución social, el fin” (itálicas mías, L.S).

De acuerdo a Rosa Luxemburgo, Bernstein aconseja la renuncia a la transformación social, el objetivo final de la socialdemocracia y hacer de la reforma social el medio de la lucha de clases, su fin último. “El propio Bernstein lo ha dicho claramente y en su estilo habitual: “El objetivo final sea cual fuere es nada: el movimiento lo es todo”.

Para destruir la argumentación del jefe político de la derecha socialdemócrata en Alemania, Rosa puntualiza: “ Pero puesto que el objetivo final del socialismo es el único factor que distingue al movimiento socialdemócrata de la democracia y el radicalismo burgués, el único factor que transforma la movilización obrera de conjunto de vano esfuerzo, por reformar el orden capitalista en lucha de clases contra ese orden, para suprimir ese orden, la pregunta “reforma o revolución”, tal como la plantea Bernstein, es, para la socialdemocracia, el “ser o no ser”.

“En la controversia con Bernstein y sus correligionarios, todo el partido debe comprender claramente que no se trata de tal o cual método de lucha, del empleo de tal o cual táctica, sino de la existencia misma del movimiento socialdemócrata”. (itálicas mías, LS)

Sin pretender agotar en estas líneas toda la rica discusión teórica que se percibe en Reforma y Revolución, la obra de Rosa Luxemburgo es una reacción del ala revolucionaria del Partido Socialdemócrata Alemán. Al interior de ese partido, la burocracia política se movía cada día más en la dirección trazada por Bernstein: la lucha por las reformas y la actividad parlamentaria. La revolución alemana podía esperar… (Continuara)

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