Opinión

Ese período permite observar que la estabilidad macroeconómica, el crecimiento económico sostenido, la mitigación de la pobreza y la desigualdad solo son posibles de lograr si las mismas están asociadas con políticas estructurales responsables. El costo de estabilizar una economía, y la sostenibilidad, es muy complejo e implica un período prolongado de confianza que, en nuestro caso, tiene como precedente la crisis del 2003.

Como prueba irrefutable es que en el año 2003 la inversión extranjera directa registraba la cifra de US$613 millones y a partir del 2008 se situó US$2,970.8 millones, de igual manera el crecimiento del PIB sufrió una caída de menos 1,3% para luego tener una recuperación de 5,3%. En relación a la pobreza esta se expandió a 47.8% para luego descender desde 38,1%, el índice de desarrollo humano pasó de 0,496 a 0,703, la solvencia bancaria de 7,5% se situó en 16,5% y la inflación ha descendido desde 4.52%, luego de alcanzar un 44,5%.

Estos indicadores despegaron de manera sostenible desde el 2008 hasta la actualidad, lo que significa que el ciclo de estabilidad se ha logrado durante el 2008-2018. Sin embargo, quedan pendientes las asignaturas del endeudamiento, bajar los índices de corrupción, mejorar los indicadores de sociales, el Doing Bussines, el déficit presupuestario y el riesgo país.

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