Resulta imposible hoy hablar de desarrollo sostenible en cualquier nación, y a nivel global, sin tener en cuenta la equidad de género. La mujer ha pasado del anonimato del hogar a ocupar un puesto protagónico en todas las esferas de la sociedad, y cada día los gobiernos son más conscientes de su indispensable aporte.
A tono con la política internacional encaminada a garantizar la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres y niñas, Qatar ha trazado una estrategia que echa por tierra siglos de exclusión y abre una nueva era en materia de empoderamiento femenino. En la actualidad, las mujeres qataríes forman parte activa del progreso de la nación, desde puestos de atención al público a altos cargos empresariales o gubernamentales, su presencia se ha hecho vital, y el quedarse en casa resulta ya más una opción que una obligación.
Pese a que solo se halla al inicio de un camino transitado por otras naciones, en algunos casos más de un siglo atrás, el empeño del Estado qatarí en virtud de este enunciado clave de la Agenda 2030 para el Desarrollo resulta evidente y muestra resultados positivos, encomiados y fomentados en la arena internacional.
Bases de un futuro inclusivo
«El Golfo está impregnado de una tradición patriarcal y normas religiosas, sociales y culturales conservadoras que destacan los derechos y privilegios de los hombres con respecto a las mujeres, limitando los de estas últimas», enuncia un estudio en los países del Golfo, publicado en 2014 por la Comisión de los Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo. De ahí la difícil trayectoria hacia el empoderamiento femenino por estos lares.
En el caso de Qatar, podría ubicarse el comienzo del recorrido a finales de la década del 90 del pasado siglo. En 1998, fue fundado el Comité de Asuntos de la Mujer como una rama del Consejo Supremo para Asuntos de la Familia, con la finalidad de velar por el bienestar de las mujeres qataríes.
Además de defender sus derechos, en el presente el comité pretende integrar a las féminas en la sociedad proporcionándoles asistencia y oportunidades de empleo, así como generar conciencia sobre las cuestiones de género.
Un año más tarde, en las elecciones al Consejo Municipal Central (CMC), las primeras celebradas en el país, ambos sexos tuvieron permitido votar. Mouza Al Malki se convirtió entonces en la primera candidata en disputar un cargo y la jequesa Yousuf Hasan Al Jufairi en la primera en ganarlo, en 2003.
Pionero entre los Estados del Golfo en cuanto a emancipación femenina, Qatar está adscrito al Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, y a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés).
En informe presentado en 2014, el Cedaw encomia los progresos logrados por el país en la realización de reformas legislativas, en particular la aprobación de la Ley número 15 de 2011 para la lucha contra la trata de personas y la enmienda a la ley por la que se estableció el Comité Nacional de Derechos Humanos (Ley número 38 de 2002), entre otras.
De igual modo, elogió la labor desplegada para mejorar el marco institucional y de políticas con el fin de promover la igualdad entre los géneros, como la aprobación de una estrategia de educación enfocada a reforzar la formación técnica y profesional para todos, incluidas las mujeres, y de la Visión Nacional de Qatar 2030, documento aprobado por Decreto del Emir número 44 de 2008, que tiene entre sus objetivos promover las capacidades y la participación de las féminas en la vida política y económica.
A la par de reconocer los esfuerzos del Estado por revisar y derogar o enmendar leyes discriminatorias, el comité internacional destacó las actividades para crear mayor conciencia pública acerca del tema, emprendidas por el Consejo Supremo de Asuntos de la Familia, en cooperación con el Comité Nacional de Derechos Humanos de Qatar.
En la actualidad, cuatro de los 41 miembros del Consejo Shura -o Consejo Consultivo- son mujeres, lo que representa el 9.76 por ciento de la composición total.
Otra muestra del sistemático ascenso en el tema constituye la participación de las féminas en la fuerza laboral del país: aproximadamente del 51 por ciento, más alta que el promedio mundial y la más elevada en el mundo árabe.
Vale mencionar la contribución de la jequesa Moza bint Nasser, quien desde su posición pública ha sido una gran defensora de la mujer, tanto desde el discurso como con acciones y apoyo financiero a iniciativas para abrir más puertas al empoderamiento femenino.
Rosas, pero también espinas
Pese a los esfuerzos gubernamentales, aún queda mucho camino por transitar. Persisten barreras, entre ellas la discriminación en el mercado laboral, las normas sociales que restringen las opciones profesionales de las mujeres a determinadas esferas, la necesidad de presentar una carta de consentimiento de un tutor varón para obtener empleo y las disparidades salariales entre hombres y mujeres (de un 25 a un 50 por ciento).
Otros elementos negativos subyacen sobre todo en las leyes de familia, que limitan a la mujer en asuntos como el divorcio, la herencia, la custodia y tutela de los hijos.
Más allá de las trabas que puedan poner conflictos bélicos, creencias religiosas y cánones culturales al pleno desarrollo de la mujer en el Medio Oriente, hoy parte de los Estados del Golfo impulsan políticas que favorecen la igualdad de género como parte de la visión de modernidad hacia la cual están enfocados; y Qatar, una nación floreciente que ha marcado hitos en diferentes ámbitos, no se ha quedado fuera de esa visión.
De acuerdo con los datos estadísticos del Índice de Desarrollo Humano (IDH), en 2018 el país se ubicó en el puesto 37, catalogado dentro de las naciones de IDH muy alto. Esta medida muestra el avance conseguido por un estado en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno.
El mantener la privilegiada posición, o incluso superarla, depende en gran medida de que tales variables sean disfrutadas por hombres y mujeres en igualdad de condiciones, pues sin dudas, mucho han contribuido y aportarán aún más las qataríes al progreso de la sociedad. (Susana Alfonso Tamayo PL)