Opinión

La trascendencia de la familia en la escuela está vinculada al éxito o al fracaso escolar de los alumnos.

Cuando una escuela desvincula a la familia del trayecto escolar de los alumnos, impide la conexión cualitativa entre padres y maestros.

Y esto es así, porque el alumno es el maderamen a esculpir como paradigma, en las tallas que demanda la sociedad en la que convive la escuela.

La escuela debe estar mancomunada a la familia, desde el vínculo primario que se desarrolla en el aula, sobre el proceso de aprendizaje que se vive en la escuela con el profesor como directivo y los alumnos como subordinados.

Todo esto sucede mediante un trayecto de crecimiento personal de doble vía, en donde el profesor y los alumnos se informan, debaten, reflexionan y analizan en un proceso de interacción.

Ese momento autico, es por demás dinámico, disciplinado y coherente. Además, ese proceso de desarrollo inclusivo y por obligación participativo, va determinando los aprendizajes, la construcción de los conocimientos programados en forma sistémica.

En esa dinámica de intercambios activos y conscientes, se van adquiriendo las competencias esperadas, las que se ven reforzadas con el desarrollo de habilidades y destrezas pertinentes.

Todo esto va ocurriendo, a través de las exposiciones y reflexiones correspondientes, en forma automática, cuando el profesor realiza sus argumentaciones, expone sus experiencias particulares e inicia el debate.

Es a través de esa vinculación e interacción, que se hace posible la transformación de cada alumno y a través de la conducta de éste se desarrolle, la construcción social que necesita la nación y que disfrutará o padecerá la comunidad en sentido general.

Esto se desarrolla de esa forma, porque es en el contexto social en donde ese ciudadano o ciudadana va a ejercer plenamente su vida, cuando llegue el momento de su independencia y se convierta en un individuo social en pleno ejercicio de sus derechos y deberes.

Lo que estamos tratando de decir, es que el alumno como materia prima del amplio proceso áulico que se vive en la escuela, es trabajado en primer orden por la familia y es por esa razón, que no puede existir éxito verdadero de la escuela, sin que el resultado sea un tránsito formativo, disciplinario y consciente de un alumno relacionado con el docente en los aspectos de las competencias, las destrezas y las habilidades adquiridas en un proceso combinado en el trinomio esencial- entre escuela, familia y comunidad.

Al final de la jornada, de lo que se trata es, de un resultado o una consecuencia positiva o negativa para la familia y la comunidad, personificada en la conducta del individuo egresado de las aulas e independizado de su familia nuclear.

Las sociedades necesitan ciudadanos competentes para desarrollar ideas, pero también necesitan personas formadas en valores que sustenten esas ideas.

Una sociedad en proyección de éxito y prosperidad, necesita individuos capaces de ser entes sociales comunicativos, persuasivos y que sepan tomar decisiones, diferenciando lo fundamental de lo trivial.

Es de eso que hablamos, cuando llamamos la atención de la escuela, para decirle la importancia de la familia en el desarrollo de sus planificación anual.

Cuando una sociedad cuenta con ciudadanos conscientes de su papel en el desarrollo económico, social, político y cultural, se coloca en una etapa trascendente sobre su situación, frente al índice de desarrollo humano.

Toda esta lucha de intereses que hemos desarrollado durante muchos años, la llevamos adelante, porque sabemos la importancia que tiene para la nación, que el tema de la participación comunitaria, iniciando por la escuela, sea trascendente para la comunidad escolar.

Es la escuela la que casi siempre tiene a los intelectuales, a los científicos de diversas áreas y a los académicos, porque en la familia escasean los títulos universitarios que en la escuela abundan.

Quienes tienen que buscar a los padres son los maestros, porque son ellos los que supuestamente están en la capacidad de entender la importancia de padres y madres en la construcción del conocimiento y de la formación ciudadana de los alumnos.

Profesores y directivos escolares debemos entender, que el mundo ético no se afianza en la sociedad, hasta que no se fortalece la cultura.

Y es de esa forma, porque es la cultura la que a través de las costumbres que se van enraizando en la familia y luego en la comunidad, a través del comportamiento ciudadano la que hace posible la transformación cultural o su permanencia inerte.

Las asociaciones de padres, madres y amigos de las escuelas existen en nuestro sistema educativo, pero no han tenido la importancia que merecen y por eso se hace tan difícil lograr mejoras en los procesos escolares de la república.

Es necesario difundir que estas asociaciones existen desde la reforma trujillista del año 1951, para crear conciencia sobre el tiempo que hemos perdido para trabajar la construcción democrática desde la escuela y la familia.

El día 3 de las calendas de marzo, celebramos los dominicanos el día de las APMAES, mecanismo creado para accionar en apoyo desde la familia hacia la escuela y en esa relación, alcanzar crecimiento institucional del núcleo social más importante de toda sociedad, el grupo familiar.

En el breviario inicial, marcamos nuestra mirada histórica sobre las últimas dos generaciones de dominicanos y un poco más.

Ese bosquejo parecería que está demás, a propósito del título de estas reflexiones, pero no lo hemos hecho como un desliz, hemos colocado esa reseña con el objeto de evidenciar descuido de estas dos generaciones de ciudadanos con respecto a la escuela y la familia, como instrumentos formadores, no solo en lo cultural sino en lo político social y respecto a la vida democrática.

Dicho lo anterior, este instrumento fue legado por la tiranía bajo el Reglamento 7478.

Las APMAES nacieron como instrumentos de organización del intercambio escuela-comunidad y para todas las escuelas de la nación. En 1951 se creó la Ley Orgánica de Educación, una de la ley para la familia y la niñez, la cual hizo obligatoria la educación primaria.

Las APMAES se institucionalizan en forma teórica, mediante el Reglamento 7478, emitido por el Poder Ejecutivo, el cual se estableció como organización parte de las escuelas del país, pero no es hasta el año 1975 cuando comenzaron a tener sus estructuras, amparadas en la Orden Departamental número 02 del 10 de febrero de este año, creándose la Oficina de Coordinación y Orientación de las Sociedades de Padres, Madre, Amigos y Tutores de la Escuela.

Aunque parezca mentira, pasaron 19 años para iniciar su organización en las escuelas.

Digamos que el tirano “amagó y no dio” o que no le interesó que se cumpliera con esa parte de la normativa entre los años 1951 y 1961 en donde transcurre un decenio de años sin instaurarse las APMAES en los centros escolares, pero entre 1961 hasta 1978 transcurrieron 27 años de olvida y descuido en las escuelas, en cuanto a la calidad de la educación.

Cuestiónese cada uno al respecto y saque sus propias conclusiones acerca de las prioridades de nuestra ciudadanía y de los estamentos estatales, durante ese periodo de tiempo.

Desde el año 1975 se ordenó la instalación de las APMAES en cada escuela del territorio nacional, con el propósito de acercar ambas instituciones “para que colaboren entre ellas, a partir de las necesidades de los estudiantes y de la escuela.”

Las APMAES se constituyen teóricamente como instituciones apartidista y sin fines de lucro y supuestamente, desde el régimen de la época, son creadas por la necesidad de apoyo desde la familia hacia la escuela, con el objeto de la mejora del trabajo cualitativo de cada aula, con el propósito de obtener un ciudadano capaz de convivir y progresar como producto escolar para el bienestar particular del egresado y de la comunidad.

Es la Ordenanza 09-2000 la que ordena e instruye que en cada institución escolar tiene que existir una Asociación de Padres, Madres y Amigos de la Escuela, tal y como instruye el artículo 185 de la Ley General de Educación 66-97.

Desde 1997, el profesor Víctor Hugo Deláncer estuvo trabajando con la formación de las APMES y la difusión de la nueva ley, la que hizo imprimir y distribuir por todas las escuelas con los artículos referidos a la participación comunitaria resaltada en negritas cursiva.

En la actualidad las APMAES existen numéricamente en cada escuela, con un coordinador, un secretario y por lo menos un vocal, pero muchas veces su funcionalidad está marcada por la dirección escolar, debido a que al momento de ser electas las directivas, la escuela solo invita a los que son afectos a la dirección escolar.

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