Cultura

El documental es un medio para observar la vida y documentar el mundo, por lo que incluye gentes, lugares y temas reales. Ateniéndonos a las premisas anteriores, se ha hecho uso de este género para dar una versión propia de la realidad dominicana.

La llegada del cine a la República Dominicana se produjo en 1900 por la ciudad de Puerto Plata, y ya en 1915 tuvimos la filmación del documental “Excursión de José de Diego”, dirigido por el puertorriqueño Rafael J. Colorado, y exhibido en el país en 1920, sin que se sepan las razones de esta dilación.

Los primeros años del siglo XX nos dieron también en 1917 los cortos de un concurso de belleza en el Teatro Colón, «La coronación de la Virgen de la Altagracia» de Rafael J. Colorado y L. Pasquale en 1922, «La República Dominicana» de Francisco Arturo Palau en 1923, además de los trabajos de nuestra primera mujer cineasta, la santiaguera María Stefani, que en los 20s produjo reportajes sobre la llegada del boxeador vasco Paulino Uzcudun y el desembarco de la misión Dawes.

Documentales dominicanos; Una mirada actualizada

Estos antecedentes, que cubren solo una parte de lo producido en los primeros pasos del cine dominicano, muestran una importante línea documental del séptimo arte en nuestro país que es necesario destacar. Los datos han sido extraídos del libro “Historia de un sueño importado”, escrito por el padre José Luis Sáez.

Conocer la historia del género es imprescindible para abordar la actualidad documental nacional, observando la evolución en las temáticas, la tecnología, las dificultades en la producción o la exhibición. Es una mirada breve a una cierta cantidad de trabajos para resaltar la producción desde el 2014 hasta el 2019.

Documental RD, circa 2019

Las nuevas generaciones de documentalistas se enfrentan a enormes retos, no solo en el campo estético sino en la exhibición y distribución, además de la insuficiente penetración de sus trabajos en las audiencias, porque siendo sinceros, no reciben las mismas oportunidades que sus hermanos de la ficción.

¿Tenemos alguna mejor descripción sobre la diferencia de clases y el autoritarismo cotidiano que muestra “Tú y yo” (2014), de Natalia Cabral y Oriol Estrada? ¿Alguien ha explorado las fronteras entre el documental y la ficción como “Amor de mis amores”, de Nayibe Tavares Abel? (2019) La respuesta es que solo unos cuantos autores de ficción alcanzan tales cotas expresivas.

Documentales dominicanos; Una mirada actualizada

Existen unos prejuicios que se esconden tras palabras condescendientes, como cuando se le pregunta a cualquier documentalista: ¿Cuándo vas a hacer tu película? Lo que lleva implícito que esa o esas personas no consideran película al documental, y no es una excepción, es una realidad más extendida de lo que podemos creer.

A pesar de que la deforestación y el tráfico de carbón es un problema de hondo calado, no es hasta “Muerte por mil cortes” (2016), de Jake Kheel y Juan Mejía, que tuvimos una inmersión en este tema, uno de los mejores procesos de investigación en un documental dominicano. El panorama que muestra es denso, pues también toca la corrupción, la migración y la pobreza estructural de toda una región.

La línea de lo migratorio y la visión del migrante es la de Si Dios quiere, Yuli (2016), dirigido por Jean Jean, una obra fílmica que testimonia la persistente lucha por vivir y sobrevivir, registrando la convivencia entre diferentes nacionalidades al calor de una tierra que los acoge.

Una promoción eficaz del documental pasa por proveer mayores facilidades para la producción, distribución y exhibición. Las salas de cine no pueden ser los únicos lugares de visionado, además es necesaria una mayor frecuencia en la colocación en canales de tv e instituciones académicas y culturales que aseguren llegar el material a la mayor cantidad de personas posibles.

La extensión y complejidad del ser social llamado mujer en su trayectoria identitaria son el punto nodal de sendas exploraciones del universo femenino y su interrelación con el medio en que conviven, como lo son “Noelí en los países” (2017), de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, y “Nana” (2015), de Tatiana Fernández Geara.

Documentales dominicanos; Una mirada actualizada

“Caribbean Fantasy” (2016), de Johanné Gómez Terrero, retrata la travesía vital de dos habitantes ribereños que esperan una redención social o divina. Una búsqueda no tan intensa es la de los intervinientes en “El sitio de los sitios” (2016), de Natalia Cabral y Oriol Estrada, en ambos casos se está a la búsqueda de un cierto tipo de felicidad, y en los dos es fallida.

Lo no tan real maravilloso

Al evaluar este género tenemos que mirar en igualdad de condiciones el documental en corto, cuyo compromiso con la realidad ha dado muestras tan interesantes como “Liborio” (2017),de Oscar Pérez, sobre este personaje histórico de la religiosidad popular, o “Tierra, arroz y sudor” (2018), donde Mariel Aponte señala las crudas condiciones de la explotación laboral infantil.

Una mirada actualizada sobre el documental dominicano y sus hacedores, arroja como resultado niveles elevados de expresividad y calidad estética que pueden sobrepasar a muchos trabajos de ficción, aunque enfrentándose heroicamente a fuertes obstáculos y sin la recompensa del glamour luminoso de aquellos, a veces con la única recompensa de envolverse en la realidad y transformarse junto a ella.

Humberto Almonte
Productor y Analista de Cine.-

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